GOBERNAR LA CIUDAD ES SUMAR: UNA MIRADA A LA RECIENTE HISTORIA DE LA POLÍTICA MUNICIPAL

Sobre las luces y sombras que han tenido las actuaciones de nuestros gobiernos municipales más recientes en la ciudad.

Las comparaciones son odiosas, afirma un dicho muy popular. Y es verdad, porque en ese afán por compararlo todo surgen a menudo actitudes egoísta y localistas; sin embargo la comparación de datos o información también aporta una visión necesaria para evaluar las cosas. Y hoy, tras la lectura de las noticias de actualidad de la prensa local, con los diferentes enfoques que a cada medio caracteriza, y la revisión de publicaciones coruñesas que – poniendo los papeles en orden- rescaté de un estante poco accesible, me llevó impulsivamente a la comparación entre los tres últimos gobiernos municipales.

El correspondiente al alcalde Losada, según revelaba una publicación que hojeé, se puede calificar de notable alto. Su etapa pasará a la posteridad por haber sido la que, con el apoyo de César Antoni Molina, como ministro de cultura, permitió que La Coruña, con la Torre de Hércules entrara a formar parte de la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Otro gran proyecto internacionalista se había puesto en marcha: el CIRCE, pero incomprensiblemente, porque ya estaba firmado el convenio del ayuntamiento con los dos ministerios implicados, en el gobierno posterior se decidió romper dichos convenios. Una medida inédita, pues ninguna ciudad deja perder voluntariamente un proyecto cuyas bases ya estaban sentadas. Además de este hito en la historia local,  destacaron las políticas sociales, culturales y urbanísticas, principalmente actuaciones de recuperación del centro histórico, especialmente en las zonas hasta entonces marginales, como  Las Atochas y del Orzán. Fue lástima que no culminase la reurbanización de San Andrés y que lo conseguido en el Orzán se fuera abandonadnos poco a poco. También lamento que se haya eliminado la mediana arbolada de General Sanjurjo, un símbolo, con Orillamar,  del nuevo modelo de ciudad, solo por satisfacer lo que algunos vecinos pedían, movidos por razones loables pero no bien enfocadas. Se gastó demasiado dinero en hacer y en deshacer y eso nunca es bueno. Al final todo indicaba que repetiría mandato, pero el efecto Zapatero desmontó a última hora sus posibilidades: Un factor que determinó la llegada del PP a la alcaldía local, un anhelo siempre soñado pero, hasta entonces, nunca alcanzado. No se sumaron más votos, pero los votantes socialistas se quedaron, desencantados, en casa.

El periodo del alcalde   Negreira tuvo también sus sombras y sus luces. Se perdió le tranvía, se malogró el CIRCE, se abandonó la marca del festival Mozart, que había situado a la ciudad en la cúspide musical, y quedó postergado el magnífico proyecto del Museo Histórico del Automóvil, que se retomó en mal momento, en plena campaña electoral. Hubo, con todo, aportaciones muy significativas en algunas áreas, que más abajo comentaré, pero las sombras fueron muy prolongadas en cuatro temas: urbanismo, movilidad, participación y planificación. La valoración de este conjunto de temas arroja muy pocas luces, más bien todo lo contrario. Para muchos supuso un retroceso. Para mí, la política urbanística en esta etapa ha sido lo peor. El proyecto de la Dársena es bastante elocuente del gusto por el “horror reinante”, como calificaba hace poco un conocido cronista social en su visita a la ciudad. El concepto de una plataforma en rasante unificada entre las galerías y el mar era muy buena, pero el proyecto y el acabado urbanístico resultaron-como ya se anticipaba- un problema que aun hoy no se ha logrado resolver. Lo que estaba llamado a ser el proyecto estrella del mandato, se quedó en un proyecto frustrado, aunque yo pienso que el tiempo, y las reformas necesarias, terminarán situándolo entre los hitos urbanísticos. Tampoco la reforma del paseo marítimo   fue tan acertada como se esperaba. Juega en positivo la recuperación del contacto del paseo con la playa de Riazor entre la Coraza y la Rotonda; pero   el nuevo pavimento y la eliminación de elementos verdes y de pantallas vegetales fue un grave desacierto. Una demostración de mal gusto. Tampoco, y aunque es más opinable, la eliminación de las farolas de la balaustrada, justificadas por la conveniencia de recuperar el arco de visión, quedó bien resuelta. Aquellas farolas eran feas, pero aportaban color a un paseo demasiado gris y más aún porque el cromatismo floral desapareció. Ahora es un paseo triste, envejecido, y a oscuras. Pero lo peor fue el excesivo coste que supuso para la ciudad una serie de estudios de planificación y marketing urbano que, como era previsible no sirvieron para nada (caso de Coruña Futura) o para menos de lo necesario (Plan de Movilidad y Proyecto Smart City), y que obedecían a un concepto de planificación urbana ya obsoleto cuando se encargó. Cierto que el trabajo se pensó contando con una segunda vuelta, pero eso no se produjo, porque al igual que el efecto Zapatero cambió Losada por Negreira, el efecto Rajoy desplazó a Negreira, esta vez por el desencanto de los votantes populares, y abrió un nuevo panorama.

Otro fallo irreparable fue la política de movilidad, cuya carencia llevó a La Coruña a ser una ciudad totalmente invadida por el coche, en contra de lo que el buen hacer urbano aconseja, y que todas las ciudades han corregido, incluidas las gallegas.  Algo que me resultó especialmente doloroso fue la eliminación del tranvía histórico. Había logrado posicionarse entre los diez tranvías más pintorescos del mundo, según Logitravel, y esa ventaja, en lugar de ser optimiza para hacerla rentable, se eliminó sin razón suficiente. Ahora quedan los vehículos restaurados en el garaje y las vías en abandono y vacías. Es increíble que esto pudiera ocurrir, máxime cuando la ciudad carece de transporte turístico alguno, y cuando ya había uno bien valorado desde fuera y que ya formaba parte de los iconos urbanos. Aún estamos a tiempo de revisar el trazado para que una el puerto con el elevador del monte de San Pedro, aunque sea con una solo vía.  Y ¿Qué decir de la destrucción de los jardines y la falta de soluciones al botellón allí planteado?

Realmente, parece deducirse de lo anterior, que el balance no fue bueno, y sin embargo no fue tan malo, porque en contrapartida, como antes anticipé, hubo una serie de logros innegables. En efecto, hay que anotar actuaciones excelentes en campos como en la política social, en la cultura como base para la dinamización económica de los pequeños empresarios, comerciantes y hosteleros, y para la atracción de inversores y la creación del empleo. También juega en positivo, en este caso con énfasis la promoción turística de la ciudad y la recuperación del aeropuerto. Si a esto añadimos el enorme avance en grandes infraestructuras (aeropuerto, puerto, autovías) tenemos un panorama completo de unos cuatro años que, de no padecer el lastre de una pésima gestión urbanística, de una movilidad insostenible, y de una falta de diálogo social, hubiera sido una etapa de éxito.

Ahora queda la actual. Lógicamente es poco tiempo, pero se apuntan cosas de interés. Para mí hay una actuación que justifica por sí misma la presencia del nuevo gobierno: la defensa del frente marítimo portuario y la voluntad de impedir que se interponga entre el frente urbano histórico, de La Marina a La Palloza, un nuevo frente de edificios. Hay otras zonas portuarias donde edificar y donde conseguir suelo, pero la recuperación del dialogo de la ciudad histórica con el mar es una oportunidad trascendente para la historia de la ciudad. También anotan a  su favor el modelo de ciudad, la filosofía de la de la movilidad, las políticas sociales y de erradicación del chabolismo anunciadas, y en general todo lo que tiene que ver con una política urbana de desarrollo sostenible que sustituya el enfoque neodesarrollista del urbanismo anterior, y que, de algún modo,  enlazaría con la filosofía de urbanismo sostenible, que se inició con el bipartito de Losada, dando así  continuidad a lo que puede convertirse en un pensamiento moderno y atractivo.  Sin embargo, hay un tema muy preocupante: falta una acción promocional de la ciudad tanto en el turismo nacional e internacional, como en los eventos culturales y de ocio, y en acciones dinamizadoras del comercio local, y que, en general, sea el soporte para el mantenimiento y la generación de empleo a partir de los recursos endógenos que la ciudad posee. En la misma línea no resulta fácil de entender que tengan guardados en los cajones grandes proyectos constructivos en áreas de alto valor urbanístico que podrían dinamizar un sector problemático. Hay inversores, hay proyectos, pero el gobierno local está paralizándolos. Lo mismo ocurre con el resto de los temas. Se comprende que la falta de experiencia y de capacidad de gestión sea un escollo para quienes llegan de nuevo, pero todo tiene un límite, porque la ciudad no puede seguir sufriendo la parálisis que empieza a amenazar a la economía urbana. Cierto que la situación es mucho mejor que en las demás ciudades gallegas gobernadas por la Marea, pero esta ciudad nuestra tiene resortes y necesidades que solo demandan eficacia y cooperación para lograr el éxito.

Si sumamos los aciertos del psoe anterior a los del pp y añadimos los del gobierno actual, tendríamos un balance de gestión magnifico. Se da la circunstancia que los tres grupos están ahora en minoría, ¿Por qué no se ponen de acuerdo para impulsar los temas en que hay intereses comunes? ¿Por qué no se hace un pacto de mínimos?  Es importante pensar en la ciudad y en los ciudadanos para decidir mejoras del empleo y el bienestar? .En la política de gestos, la política de imágenes, en el marketing político en suma, las cargas ideológicas son inevitables, pero no pueden impedir el avance de la ciudad en su conjunto. Eso es lo que La Coruña precisa. Y podemos conseguirlo, solo se requiere sentarse a trabajar juntos y con trasparencia y espíritu de cooperación en cuestiones que por ser buenas para la ciudad hay que apoyarlas. Me consta que esa es la filosofía del actual gobierno, ahora falta que la pongan en práctica y que los demás se sumen. La ciudad lo necesita.