El motor de arranque: invertir en obra pública y vivienda para crear empleo

El motor de arranque: invertir en obra pública y vivienda para crear empleo.

DEBATE VIRTUAL: DESPUÉS DE LA PESADILLA VIENE LA ILUSIÓN: UNA NUEVA CORUÑA SE DEJA VER.

Uno de los objetivos que todas las ciudades están planteando para la reactivación a corto plazo, es incrementar la capacidad inversora del sector público, retomando la vieja, pero eficaz, fórmula keynesiana, según la cual en los momentos de crisis, cuando la oferta privada se retrae, es el momento de activación de las inversiones públicas para mantener el empleo y los ingresos, y a la vez- añadiríamos hoy- para hacer las ciudades más competitivas. Se pueden diferenciar dos iniciativas. La obra pública y la vivienda.

Invertir en las infraestructuras viarias postergadas: la malla metropolitana.

 La Xunta, muy diligente y acertada en la gestión de esta crisis, ya ha asumido ese papel y ha anunciado la activación inmediata de ciertas inversiones: completar el polígono de Morás, la nueva avenida central del polígono de Sabón, retomar las obras de la vía ártabra, empezar la nueva estación de autobuses y seguir con un equipamiento en el Paseo de Ronda. También anunció obras para el nuevo hospital. Esta decisión significa un cambio importante en relación con la tendencia de años pasados, cuando en la ciudad y su área metropolitana apenas se hacían inversiones de la Xunta, hasta el punto de que la única que pudo destacarse fue una pasarela peatonal. Por unas y otras razones, el resultado fue que La Coruña quedó de última entre las ciudades gallegas, en las grandes inversiones. Como ejemplo, la estación de autobuses de la intermodal y el nuevo hospital. Ese retraso comparativo puede ahora jugar a favor ya que los otros compromisos ya están cumplidos o en marcha, y por eso sería el momento de invertir con ambición en los postergados proyectos coruñeses.

Quedan pendientes otras obras que dependen también de la Xunta. Tal vez no sea el momento de activarlas todas, pero algo siempre se puede hacer para no postergarlas otra vez.  Enumeraré algunas.

  1. La variante del Temple que, aunque presente dificultades ambientales para su ejecución, sigue siendo una infraestructura importante para evitar los atascos de la cuesta de la Tapia.
  2. También sería deseable que se fuera preparando el proyecto para la prolongación de la vía ártabra hasta la autovía y así dotar de una verdadera circunvalación al sector oriental del área metropolitana.
  3. Hay otro proyecto que, aunque es del concello de Oleiros, por su necesidad podría ser asumido por la Xunta: la llamada “vía artabriña”. Está recogida en el plan general, pero el ayuntamiento no es capaz de activar los planes parciales que podían desarrollarla. Es necesaria para un sector donde residen cerca de 50.000 habitantes y el doble en verano, y que padecen retenciones habituales y graves problemas de desplazamiento al trabajo.

Menos noticias hemos tenido hasta ahora sobre la acción inversora del Gobierno Central, del que dependen las principales inversiones públicas y que, tras varios anuncios, la crisis actual parece que las hubiera llevado al cajón. Por su volumen serían una palanca importante para activar el empleo en el área metropolitana y facilitar la movilidad a residentes y empresas. Son también obras que llevan años empantanadas.

  1. Terminar el acceso por la Avenida de As Mariñas (Nacional VI), que incluye el puente del Pasaje y la reforma completa de la nacional sexta. Ya se pasó el trámite ambiental del puente y hasta el 2023 no parece que pueda empezarse. Antes tendrá que estar terminado la obra ya adjudicada del cruce de solymar y se está redactando el proyecto del tramo O Carballo-Iñas para conectar a tiempo con la rotonda del nuevo tramo de la vía ártabra. Parce que va en marcha, aunque lentamente.
  2. Conexiones con Alvedro. El principal proyecto es el vial 18, que quedó aparcado por la falta de un acuerdo sobre el trazado. De no acometerse siempre se podría reconsidera de nuevo la conexión directa al aeropuerto desde el área de servicio de la autopista en O Burgo. Es una inversión pequeña.
  3. No hay que olvidar Alfonso Molina, en su nuevo y acertado formato de gran bulevar urbano. Su ejecución es compleja pro la necesidad de compaginar las obras con el tráfico. Parece que ya hay un acuerdo. Además de ser la principal avenida de la futura ciudad, deben disponerse las conexiones transversales con las grandes piezas que existen en su entorno: Universidad, Ciudad de las Tic, Ofimático-Matogrande, para lo cual es imprescindible retomar el puente de Elviña, postergado por razones electoralista. Es una gran obra. Sería deseable que este año entrara en su fase inicial de obra. El horizonte del 2023 podría ser también razonable.
  4. Y qué decir de la Estación Intermodal ¡es la última y la más retrasada de todas¡ pero la actual línea de entendimiento entre las partes  puede hacer posible que en el  2022 cuando llegue el AVE esté terminada. ¿O también quedará para el 2023?
  5. Falta por citar la Cuarta Ronda, necesaria para enlazar el acceso al puerto con los polígonos de Vio y Morás, y con futuros desarrollos en As Brañas, que en el plan general figura como polígono tecnológico.

Son muchas obras, pero el área metropolitana las precisa para su sostenibilidad y competitividad. Por eso sería una buena noticia que el Gobierno central, a pesar de las dificultades que se vislumbran, tomara una decisión para subsanar la deuda enorme que tiene el Estado con esta ciudad y su área metropolitana. La Xunta ya dio un primer paso, el Ministerio lo debería dar pronto.

Son reivindicaciones que llevamos años haciendo, que han sido objeto de múltiples debates presenciales, que en la mesa tiene el acuerdo de todos, pero ahora que parecía un buen momento político, nos encontramos con la crisis. Su necesidad se verá reforzada cuando todos los concellos aprueben sus planes generales, ya que, según parece, cada vez son más quienes buscan viviendas unifamiliares o pisos abiertos en zonas de baja densidad. De ser así, el estado permanente de congestión se agravaría y la Ciudad Metropolitana sería insostenible.  Todos queremos que no ocurran a si las cosas, pero para ello hay que poner los medios a tiempo.

De la ría de O Burgo a Alvedro y el tren a Langosteira.

Hay un tema que por muchas razones no puede esperar, principalmente porque ya tiene asignación presupuestaria y si no se adjudica se podría perder. Me refiero al dragado y regeneración de la ría de O Burgo. Es una actuación simbólica para la ciudad y representa la lucha por el medioambiente y la sostenibilidad. La actuación tiene dificultades e incertezas desde el punto de vista del efecto difusor de los metales pesados del fondo, pero es primordial. La ría regenerada añadiría un valor enorme a la calidad de vida y a la conservación medioambiental, lo que abriría muchas posibilidades a actividades de desarrollo sostenible de todo tipo. De ninguna manera se puede perder esta oportunidad porque probablemente no habrá otra tan favorable en mucho tiempo. Afecta directamente a cuatro municipios que suman una población cercana a los 120.000 habitantes, la misma población que tiene la tercera ciudad gallega.

Quedan otras cosas pendientes, como la nueva terminal de Alvedro para cuando se recupere el tráfico. Se suele aducir al efecto del AVE para dejarla en suspenso, pero según se demostró en uno de los debates será menor que en otros aeropuertos gallegos. Esta fue la razón esgrimida: el 59% de los viajeros a Madrid lo hacían para enlazar con vuelos internacionales, así que el AVE solo afectaría al 41% restante y no a todos, ni mucho menos.

El ferrocarril a Langostera, incluido por la Xunta en el Corredor Atlántico de Mercancías para captar fondos europeos. Si siempre fue necesario, ahora lo es más. La pérdida de tráficos, como el carbón de las térmicas, ha reducido su rentabilidad pero sigue siendo inaplazable para garantizar su función logística, y ayudar a rentabilizar la enorme inversión realizada, y que hasta ahora no ha logrado generar el impulso esperado. Al contrario sigue siendo uno de los puertos españoles en negativo. Pronto el tren al puerto exterior de Ferrol permitirá la apertura de su terminal de contenedores, una opción que, sin causa justificada, nunca se ha jugado en serio en el puerto coruñés, amparándose en la falta de demanda interna en el hinterland. En realidad es más consecuencia de la falta de una visión estratégica de futuro que de un problema a corto plazo. Vistas así las cosas, el tema del puerto mesita una revisión; ya en neutros debates hemos propugnado muchas veces la conveniencia de integrar los puertos de Coruña y Ferrol en una sola Autoridad Portuaria. Al principio de este mandato el ministro lo tenía en su agenda. Los dos ganarían en competitividad y en posicionamiento. Sumar siempre es mejor que restar.

Soy consciente de que los enormes costes sociales de la pandemia, pero las partidas destinadas a la inversión deben mantenerse. Más en una ciudad donde sus empresas tan eficazmente han contribuido a dotar a España del material sanitario, y que con sus donaciones e impuestos paga mucho más de lo que esta ciudad recibe del Estado y también de la propia Xunta en inversiones en infraestructuras. Tal vez la intensiva inversión en Langosteira haya contribuido a retrasar estas actuaciones. Aun siendo así, ahora estamos en otro tiempo, y la realidad se impone.

Además, como las enormes inversiones del AVE en Galicia tienden a estabilizarse, se pueden desviar partidas para los proyectos pendientes, tan necesarios como retrasados.  La salida sur de Vigo en tren y en autovía y los accesos a la Ciudad Metropolitana coruñesa son los grandes retos actuales. Otras ciudades ya han resuelto los problemas básicos. Partimos de una ventaja: ya tenemos proyectos solo nos falta la inversión, y aunque sea con un calendario más lento es este el momento de ponerlas en marcha. Con ellas se podría resolver el principal problema de movilidad del área metropolitana y su principal déficit comparativo para ganar en competitividad, según consta en los datos del observatorio de las ciudades europeas.

 Una revisión de la política de vivienda: de la rehabilitación a las viviendas sociales.

Pero la inversión pública no se queda en las infraestructuras, hay que añadir la política de vivienda, uno de los principales problemas sociales existentes.  Por su efecto de arrastre es también una actividad básica para reactivar cualquier ciudad, pero también una necesidad urgente para los demandantes de vivienda nueva que, con esta crisis, tendrán serias dificultades para acceder a ella.

En las últimas décadas los programas de viviendas sociales promovidas por la Xunta o el Gobierno Local han sido inexistentes o prácticamente testimoniales. Se optó exclusivamente por la promoción privada de viviendas. Pero no siempre fue así.  Para darse cuenta de ello no hace falta más que dar un paseo por la ciudad y comprobar la cantidad de zonas, e inclusos barrios enteros, que fueron construidos por el Estado y por el propio Ayuntamiento. Se puede por eso afirmar que la constitución del Gobierno Autonómico, al que el Estado traspasó competencias, significó una palatización de la vivienda pública en la ciudad y el área metropolitana, aunque no haya sido así en otras ciudades. Se cuentan los bloques construidos. Actualmente la situación es un poco mejor, pero totalmente insuficiente para las necesidades de la población, principalmente para los jóvenes, más aun con el efecto previsible de esta crisis en las economías familiares. No olvidemos que la promoción de vivienda asequible, conjuntamente con el empleo, estuvieron siempre en la agenda de los planes de dinamización demográfica de todos los países que quisieron mejorar la natalidad, y que generalmente fueron más efectivos que las subvenciones. Sin viviendas y sin empleos es imposible que nadie se anime a tañer hijos por muy generosas que fueran las subvenciones.

Ahora están en marcha programas de rehabilitación en el centro histórico dentro el plan de la Xunta de Galicia que pueden impulsar un mercado creciente en el centro de la ciudad, tanto para jóvenes trabajadores, para nuevas familias como para personas mayores que dejan sus viviendas periurbanas o los grandes pisos para ocupar apartamentos más reducidos, y más adecuados a su edad y a sus ingresos como pensionistas. Las zonas de San Nicolás, de Panaderas, del Orzan, de San Andrés están necesitando de este tipo de actuaciones, y el gobierno local acaba de solicitar su inclusión en el plan de rehabilitación y dinamización de la Xunta de Galicia. Ya Feijoo había prometido hacerlo, como también el ecobarrio de Elviña. Una idea interesante que se podía ampliar al Barrio de las Flores, por su estado general de abandono y porque en su momento fue un ejemplo de diseño urbanístico, siendo una de sus unidades vecinales premiada con el premio nacional de arquitectura y urbanismo. Otros con menos méritos han tenido mejor suerte. Es un interesante tema para aplicar políticas de rehabilitación y dinamización.

En esta línea, hoy hemos tenido una buena noticia: la aprobación por el ayuntamiento del proyecto para la rehabilitación del antiguo banco pastor. Es todo un emblema y fue el primer “rascacielos de España”. Tal vez, pronto se sumará el proyecto para la Fundación Amancio Ortega, y sería deseable poder darle salida al antiguo Teatro-Cine Avenida, envuelto desde hace años en un complejo proceso administrativo,  para devolver a Los Cantones, la  fachada más noble de la ciudad su prestancia anterior. Un renovado marco para las actuaciones urbanísticas proyectadas.

La falta de viviendas sociales también es una carencia en los municipios periurbanos, donde el menor precio de la vivienda, y las buenas condiciones de vida atraen a una población creciente. Pero para ello hace falta que de una vez se aprueben los planes de urbanismo pendientes. En Sada, Arteixo y Culleredo van más adelantados, pero en Cambre parece el velo de Penélope, en Bergondo ha tenido varios problemas de planteamiento. Este retraso en la aprobación de planes municipales de urbanismo afecta también a la promoción privada de viviendas, haciendo que los inversores se concentren en el único ayuntamiento que tiene la planificación en regla: Oleiros. Está fraguándose un fuerte desequilibrio social. Es necesario hacer un plan de vivienda pública para el área metropolitana repartiendo la oferta de viviendas entre todos los municipios para fijar la población joven en ellos y para seguir albergando nuevos residentes e inmigrantes.

Y aún queda un tema: la agilización de las licencias municipales. La falta de planes municipales de urbanismo aprobados está impidiendo activar las licencias a la construcción de nuevas viviendas en los municipios del área metropolitana, dando lugar a un desequilibrio interno. El municipio de Oleiros es, desde hace muchos años, el único que lo tiene aprobado. Esto explica en parte de fuerte crecimiento, pero ya se está acercando a su techo demográfico y su término municipal se está ocupando por un tejido continuo de baja densidad mal estructurado urbanísticamente. En los otros concellos, al no haber plan, prácticamente no hay oferta de vivienda nueva. Su agilización permitirá poner en el mercado viviendas asequibles para rentas medias y bajas , y contribuir al acabado urbano de tantos espacios vacantes intercalados, que hacen del paisaje urbano un muestrario de feísmo urbano. Eso es lo que pasa cuando no se planifica bien el crecimiento urbanístico. Es el momento de corregirlo.

En el caso de La Coruña, la situación está cambiando, ya que con este gobierno local se está haciendo un enorme esfuerzo, incluso en el tiempo de confinamiento, para acelerar las licencias y facilitar la creación de empleo en este sector, siguiendo las indicaciones de la Fegamp y de la propia Xunta de Galicia que ve en esta agilización de los tramites una palanca para ayudar a salir de la crisis.

En consecuencia, y resumiendo, la agilización de los planes de urbanismo, la concesión rápida de licencias y  la promoción de vivienda pública son tres palancas para  relanzar la economía urbana.  Y si a ello le sumamos las inversiones en infraestructuras ya tenemos uno de los cimientos sobre los cuales construir la nueva ciudad.  Y en eso los municipios tienen mucho que hacer. Claro que la construcción de nuevas viviendas solo será viable si la demanda crece, si la población crece y si crece el empleo y mejoran las condiciones de trabajo de muchas familias empobrecidos por la crisis anterior y más aún por la actual.

 La unión de los alcaldes hace la fuerza: un impulso metropolitano hace falta.

No es necesario esperar a la creación del área metropolitana como ente administrativo, cuya viabilidad sigue sin estar clara a la luz de los resultados obtenidos en las otras ciudades españolas donde se pusieron en marcha órganos semejantes. Solo quedó Barcelona, pero es un tema distinto. Tampoco en Portugal sobrevivieron y tuvieron que dar el paso a agencias metropolitanas de gestión de proyectos. El éxito del metro de Oporto, del aeropuerto internacional Sá Carneiro, la terminal de cruceros de Matosinhos, la política de captación de inversores para la rehabilitación del extenso centro histórico, y nuevas empresas multinacionales fueron ,entre otros, objetivos de la agenda metropolitana de Porto, como yo mismo pude constatar cuando se formuló el plan. No hizo falta generar nuevas estructuras administrativas, fue suficiente con una oficina técnica y un plan metropolitano de desarrollo regional. Este sería un buen momento para promover algo así en nuestra área metropolitana actualizada, es decir la de los veinte municipios o C20. Hay varias opciones para acometerlo y sin apenas incremento de gasto.  Este sería el momento para preparar una salida segura de la crisis actual.

Por todo ello, incluí entre los cuatro cimientos para relanzar la ciudad metropolitana postcrisis, una estrategia metropolitana para promover de manera coordinada la inversión pública en infraestructuras y vivienda, como palanca para reconstruir una parte del tejido productivo local y para crear empleo. También para articular el área metropolitana y hacer una oferta de vivienda social más equilibrada. No estaría mal tener un plan metropolitano consensuado para evitar los continuos desencuentros entre alcaldes, y así poder presentarlos con más fuerza en las administraciones de rango superior, que son las que pueden aportar las soluciones requeridas. No es lo mismo representar a una población de 410.000 habitantes que a pequeños municipios por separado. De paso no está de más recordar que ese es el tamaño demográfico real de nuestra Ciudad Metropolitana que hace tiempo sobrepaso los distintos límites municipales para forma un continuo urbano. Tampoco sería mala idea constituir una Oficina Metropolitana de Promoción Económica. Seguramente sería también una buena solución para acometer los objetivos de reindustrialización que constituyen otro de los cimientos de la nueva ciudad.