A Coruña ante las elecciones gallegas: Una carta a los políticos y a los ciudadanos.

Sobre la necesidad de que A Coruña sea reconocida y tratada correctamente en los temas políticos.

Un reciente reportaje en “La Opinión” nos informaba que “dos de cada tres ayuntamientos gallegos perdieron población en 2015, al emigrar más vecinos de los que lograron atraer. La tónica general es la fuga de habitantes de los concellos más pequeños hacia las áreas urbanas. De hecho, todas las ciudades, salvo Ferrol y Vilagarcía, registran un saldo migratorio positivo, es decir, ganan residentes puesto que llegan más personas de las que se van”. Ese era el dato general, pero más interesante para nosotros es el análisis de los datos municipales. Tres son los que merecen atención:

1º) Que el municipio de A Coruña fue el que tuvo un saldo positivo mayor Y llegaron 781 residentes más de los que se fueron (en Vigo el saldo fue de 75 habitantes y, en Santiago de 394).

2º) Que de los tres municipios periurbano que atrajeron nuevos residentes netos están dos del área metropolitana coruñesa: Oleiros y Arteixo (el otro es Boborás en Ourense).

3º) Que el área funcional de Ferrol sigue teniendo un balance negativo y todos los motores económicos y demográficos del área funcional de Ferrol perdieron residentes (Ferrol perdió 454 residentes, As Pontes 148 y Narón 119). Ferrol debe reconsiderar la oportunidad de una alianza estratégica con A Coruña, más allá de los localismos, para poner en marcha el proyecto del gran puerto ártabro y de la Región Urbana correspondiente.

4º) En el caso de Vigo, el balance positivo municipal (ganó 75 habitantes) no compensa la pérdida de los 113 residentes de su concello vecino: Redondela. El estancamiento del área viguesa es ya una constante en los últimos años.

Estos datos, que solo se refieren a las residentes que se fueron y a los que llegaron de nuevo, nos ponen de manifiesto una vez más una tendencia ya consolidada: de que el área coruñesa es demográficamente la más atractiva de Galicia para nuevos residentes, aunque se mueva siempre en valores muy pequeños, como corresponde a una región tan envejecida y regresiva como Galicia.

Por otra parte, la capacidad de tracción del eje Arteixo-Coruña-Oleiros nos muestra claramente cuál es el sector metropolitano más atractivo, que corresponde con el más dinámico económicamente. Si ahora sumáramos la población de los tres, alcanzaríamos alrededor de los trescientos veinte mil habitantes lo que nos convertiría ya en la mayor aglomeración urbana gallega, y si añadiéramos los otros municipios conurbados, es decir Culleredo y Cambre, este hecho se reafirmaría, al superar los 380 mil residentes, si mis cálculos no fallan. Y hablo solamente de la corona urbana que rodea la ría, por tratarse de un espacio urbano continuo que, de no haber límites municipales, sería una sola ciudad: la mayor y más importante ciudad de Galicia, por más que algunos quieran decirlo de la suya amparados en la mayor extensión de su municipio y como consecuencia de su mayor población.

Si a esto le añadimos que en ese espacio se genera casi la mitad de la riqueza que nuestras empresas aportan a Galicia, que el 20% del PIB se genera aquí, y que aportamos la mayor proporción de ingresos fiscales al Estado y a la Xunta de Galicia, tendríamos razones suficientes para evitar el victimismo localista y, en cambio, pensar en el potencial existente para proyectar un futuro más competitivo. Las bases las tenemos, y son suficientemente sólidas para crear una región metropolitana internacional.

Por estas razones ante esta realidad, me hago la siguiente pregunta ¿Corresponden las inversiones públicas con lo que esta nueva conurbación urbana aporta? ¿Se tiene en cuenta la importancia de ser la ciudad más importante en todos los sentidos, para programar las inversiones? Cada uno puede dar su respuesta, pero parece evidente que esta ciudad poli céntrica que forman Arteixo-Coruña-Oleiros (con Cambre y Culleredo) no recibe las inversiones que necesitan, y que los empresarios y los residentes seguimos padeciendo la insuficiencia de esas inversiones. Y haré algunas preguntas concretas: ¿Por qué se perdió el CIRCE? ¿Cómo nos podrían resarcir? ¿Por qué no se acondiciona la nacional VI en su totalidad? ¿Por qué se retrasa tanto la conexión de la Via Ártabra? ¿Por qué no se invierte dinero en la carreta costera de Oleiros, que es la vía autonómica de más tráfico? ¿Por qué se llevan con tanta calma los proyectos de la A-17 y la A-18? ¿Por qué los apoyos a la navegación aérea de la pista sur siguen en el limbo? ¿Por qué no se acomete de una vez el enlace autopista-aeropuerto? ¿Por qué aquí no se financia el autobús d enlace de las terminales de viajeros con el aeropuerto? ¿Por qué no funciona un tren de cercanías? ¿Por qué se nos exige vender los muelles centrales para obtener unos ingresos que son equivalentes a 40 km de autovía? Y, finalmente ¿qué pasa con el polígono de Morás?.  Si al hilo de estas preguntas repasamos algunas inversiones en infraestructuras proyectadas de dudosa rentabilidad ( autovía Santiago-Lugo habiendo la A-6, autovía Ourense-Celanova, autovía proyectada de Ourense a O Barco por Monforte etc. tendremos necesariamente que responder que el área urbana coruñesa no recibe las inversiones que necesita y que la eficiencia no es el objetivo que guie la inversión pública.

Y una última pregunta. A Coruña celebrará pronto una importante efeméride cultural: los 250 años de la primera representación de ópera en Galicia. Muy pocas ciudades españolas pueden exhibir ese curriculum. Pues bien, pasado más de dos siglos parece inconcebible que no haya apoyos suficientes para que la temporada de ópera coruñesa pueda tener el nivel que por tradición y calidad le corresponde. Y no quiero entrar en comparaciones localistas, pero es inevitable recordar que la Xunta de Galicia en su momento tenía previsto construir el palacio de la ópera de Galicia en la Ciudad de la Cultura en Santiago (ya teníamos el nuestro hacia años). Para ese fin sobraban dinero y esfuerzos, y no faltaron columnistas que escriben habitualmente en periódicos coruñeses que defendían a capa y espada esa actuación porque- decían-“Galicia no puede quedar al margen de la ópera”. Evidentemente a ese opinador nunca le he visto en nuestras representaciones. Se ve que lo único que quería es que la ópera se representara cerca de su casa. Por eso da sonrojo ver como la actual Temporada Lírica solo fue capaz de representar una ópera por falta de apoyo, y eso con un esfuerzo casi milagroso de los Amigos de la Opera y una solidaridad extraordinaria por parte de los cantantes. ¿Saben cuánto recibe A Coruña del Ministerio de Cultura para la ópera? Creo que noventa mil euros.  Las demás ciudades españolas Barcelona, Madrid, Bilbao, Oviedo, Málaga, Valencia, Las Palmas, reciben subvenciones millonarias. Y aquí nadie se esforzó desde el ámbito político en corregir esa injusticia. La ciudad y la enorme afición coruñesa no se merecían este trato tan desigual.

Ahora que se aproximan las elecciones autonómicas, no estaría de más que estas preguntas se las hiciéramos a los candidatos. Claro que, por ser la época que es, nos dirían que si a todo. Pero hacen falta compromisos y no solo palabras. No es localismo, es justicia. La Xunta y el Estado tienen una deuda pendiente con el área coruñesa. A Coruña debe movilizarse para exigir lo que le corresponde y lo que necesita, No se trata de pedir, porque lo que se debe se paga, sin necesidad de pedir limosna. Al menos cada uno puede pensar en quien defendió la ciudad o quien se limitó a hacer seguidismo del partido político correspondiente, poniendo sus intereses y los del partido por encima de los intereses de la ciudad.

Y una última y curiosa cuestión. ¿Se fijaron que no hay ningún coruñés en los puestos relevantes de los partidos y candidaturas que se presentan a estas elecciones? Así, sin peso político alguno ¿quién nos va a defender?