Radiografía de la situación de la ciudad y de las pérdidas de los últimos años…
Hay una primera respuesta a esta pregunta: a todos los coruñeses. Y una segunda: a todos los ciudadanos que habitan en el área de influencia de la ciudad. Más allá la respuesta se diluye entre la indiferencia y el rechazo, pues no olvidemos que en Galicia, el localismo-que existe en todas partes- es cainita, es decir se matan ente hermanos, y cada ciudad se alegra del mal de la otra y se entristece del éxito, aunque no en todos los casos por igual. Posiblemente nuestros más acérrimos adversarios sean ciertos grupos ciudadanos y mediáticos de Santiago, ciertos círculos de Ferrol y desde luego una amplia proporción de ciudadanos vigueses estimulados un día y otro por su beligerante pero eficaz alcalde. En Lugo, en Pontevedra y en Ourense nos quieren, en general, bien. Y esas sensibilidades se trasladan asimismo a los pueblos de los respectivos entornos. Pero en general los medios de Santiago y de Vigo son los que más y mejor alimentan esa corriente anticoruñesa.
¿Y cuál es nuestra postura? Unas veces nos sentimos superiores y desdeñamos al resto, lo cual no hace más que incrementar la aversión; otras asumimos nuestra perdida de importancia como inevitable y vemos en Santiago el paradigma de la ciudad que hubiéramos deseado; no faltan quienes se refugian en el individualismo y la apatía ciudadana y abandonan cualquier atisbo de espíritu defensivo, bajo el temor de ser tachados de localistas. Tampoco hay liderazgos ciudadanos consolidados que sean capaces de suscitar la unión de los coruñeses cuando las circunstancias lo requieren. Y no estaría mal esa posición, sino fuera porque indica una delegación de derechos y obligaciones, porque todos los ciudadanos deben participar en la defensa del bien de su comunidad, cosa muy distinta de quienes a través de tediosas comparaciones atacan los logros ajenos. Y este no es el camino, porque el que gana es porque lo ha hecho mejor, y eso hay que valorarlo. Y aprender.
¿Y por que digo todo esto? Por dos cosas que acaban de ocurrir. La primera es la supresión del tren de contendores del puerto, siendo trasladado al centro logístico del puerto de Vigo que, con la autopista del mar, una vez eliminada la de Gijón, se consolida como el gran terminal de contenedores del noroeste español. Una felicitación para las autoridades portuarias y ciudadanas viguesas por saber hacer bien las cosas. La segunda se refiere a la determinación de la sede de la fundación de las antiguas cajas y ahora de la Xunta pero financiada por ABANCA. En los estatutos nuevos la sede había sido fijada en La Coruña, en el edificio del Cantón Grande. Cuando se enteraron en Vigo, el alcalde empezó a movilizar una opinión ciudadana alimentada por medias verdades y por falsedades: se perderá el patrimonio artístico y la colección pictórica, se perderá la programación cultural y, finalmente, si Vigo tenía la mayor parte del patrimonio de la fundación (teatro García Barbón, escuela de negocios, centro sociocultural, escuela-hogar etc.) lo lógico es que allí estuviera su sede y su centro de operaciones. Una reivindicación insistente que a la postre fraguó en un verdadero movimiento social. Resultado: se cambiaron los papeles y la sede institucional y la gerencia se instalaron en Vigo (la gerencia estaba prevista en La Coruña) quedando aquí una sede social con bajo contenido y la fiscal que, como es una actividad sin ánimo de lucro, no aporta ingresos a las finanzas locales. A cambio Vigo aseguró la financiación de su principal actividad cultural y una buena parte de su oferta formativa de calidad. Comparemos con La Coruña: el prestigioso festival Mozart se perdió por falta de financiación, el teatro Colón tuvo que buscar nuevos gestores y financiadores, y la escuela de negocios cerró su delegación coruñesa. Tampoco la colección pictórica de Abanca añade nada a la oferta cultural coruñesa, y ahora la vemos expuesta en la sede de la plaza de cervantes compostelana. Otra victoria para Vigo, aunque esta vez muy manipulada, pero- en todo caso- con el mismo resultado. El silencio apático de los coruñeses ha vuelto a jugar el papel que corresponde a los llamados tontos útiles.
Pero es que lo mismo está pasando con la política aeroportuaria, ya que el anterior coordinador ahora es alcalde de Santiago y sabe manejar bien sus hilos. También se puede apuntar el traslado de 23 escalas de cruceros al puerto de Ferrol, porque supieron jugar mejor sus bazas en temas de precios y servicios. Otro caso es el Camino Inglés de las peregrinaciones a Santiago, cuyo principal itinerario unía La Coruña con la capital, de ahí nuestra iglesia de Santiago para recibir a los peregrinos al desembarcar, antes de dirigirse al sepulcro apostólico. Ahora el que se promociona, fomentado fervientemente por la diputación coruñesa, es el ramal de Ferrol. No en balde el presiente es el anterior concejal de turismo de la ciudad departamental. Y no pasa nada porque cada uno debe jugar sus cartas y para Ferrol toda ayuda es poca. Claro que podían también reclamar que los más de 170 millones de euros que dicen invertir en una autovía innecesaria entre Monforte y Chantada, se destinaran al dique seco de la ría ferrolana.
A mí me parece bien que el más espabilado sea el que se lleve el gato al agua, siempre que no suponga una injusta afrenta a nadie, pero lo que no me parece tan bien es la falta de espíritu ciudadano, adormecido con una participación vecinal orientada políticamente y, por eso, controlada y nada efectiva. Al final se refleja en una ciudad que está dejando de competir con las otras, sean del entorno inmediato o del más alejado. Muchos ejemplos se podrían poner, pero no es necesario, porque lo que quiero remarcar es la necesidad de crear una conciencia colectiva comprometida con la ciudad, en la cual deberían también incluirse muchos empresarios que se mantienen al margen de los posibles intereses colectivos, y que están en condiciones de aportar mucho más de lo que ya hacen. Eso entra también dentro de responsabilidad social corporativa. Vean los ejemplos de Vancouver, (Bill Gates), Tokio (Toyota), Helsinki (Ikea), Stuttgart (Mercedes Benz) o Múnich (BMW), Bilbao (Iberdrola), Barcelona (Caixa y Endesa) . Claro que para lograrlo hay dos cosas necesarias: un fuerte liderazgo, que no tiene por qué ser político, y un proyecto de ciudad ilusionante diseñado desde la base social. De ambas cosas carecemos, y por eso son para nuestra asociación objetivos preferentes, al menos en la intención. Una ciudad sin líder y sin proyecto es una ciudad con pocas garantías de competir con éxito en el sistema actual de ciudades. Menos mal que tenemos el nuevo Depor.