Sobre la pérdida de status de la ciudad frente al área metropolitana.
Cualquiera que se acerque al centro tradicional de la ciudad observa un halo de decadencia que envuelve calles, plazas y jardines. Las personas que allí acuden por razones de trabajo, compras, turismo u ocio, el tipo de gente que ven es predominantemente mayor y en una proporción significativa formada por inmigrantes. Si el paseo te lleva al Ensanche, la sensación es distinta: la renovación comercial y de ocio ha generado el nuevo centro de calidad, papel que antes desempeñaban la calle Real y San Andrés; pero fuera de las horas activas, la calle muestra también una mayoría de personas de edad avanzada y predominan pensionistas y jubilados, por lo cual su anterior estatus socioeconómico experimentó una importante mutación en términos de renta y de consumo, pero sigue siendo una espacio urbano de calidad, y con un nivel social y cultural de nivel medio y medio alto.
El envejecimiento se nota también en zonas como Cuatro Caminos y en general en toda la ciudad. Es en la corona de barrios que la Ronda de Outeiro cose en un continuo densamente urbanizado, donde surge un nuevo rostro de la ciudad .El elevado número de inmigrantes, la anterior clase media diezmada por el empobrecimiento generado por la crisis y el modelo socioeconómico neoliberal, el elevado paro en términos relativos, y un importante número de jóvenes ni-ni o con estudios pero sin trabajo, hace de estos espacios urbanos el escenario más visible del nuevo rostro de la ciudad. Solo algunos barrios nuevos de la periferia, con vivienda más asequible, como Someso, ponen la cara de una ciudad joven afligida por la situación, por la desesperanza y el hastío de las castas.
Es el escenario de la mayoría de las Ciudades Centrales. Que son centros comerciales de servicios y de turismo que tienen una alta ocupación diurna pero al anochecer se van vaciando porque la población residente disminuye cada vez más. Corresponde, con las diferencias culturales, a una trasposición en el tiempo del modelo social de las ciudades que tan popular hizo la escuela de sociología urbana de Chicago. Aquí tardó tiempo en llegar, pero como la demografía impuso su ritmo regresivo y la economía global sus consecuencias socioeconómicas, hoy La Coruña es un reflejo de una decadencia residencial de las Ciudades Centrales, común a la mayoría de las ciudades.
Otra cosa es lo que vemos en el área metropolitana, el espacio que aporta el futuro a la ciudad de mañana. Si antes la ciudad terminaba en el Puente del Pasaje, hoy vamos camino de decir lo contrario: la ciudad dinámica y poderosa empieza más allá del puente del Pasaje. Por eso es un error seguir pensando en modelos urbanísticos propios de la etapa anterior, porque el futuro solo se mejorará mediante proyectos urbanos basados en la rehabilitación, la revitalización, la sostenibilidad y la dinamización residencial y empresarial de nuevos espacios urbanos. En esto el actual espacio portuario ofrece una oportunidad inmejorable, pero probablemente sea la última, por lo cual hay que pensar muy bien su diseño y más aún sus funciones económicas.