Somos la ciudad con menos humanizaciones urbanas del Norte de España

Interesante artículo sobre la falta de proyectos y planes que ayuden a hacer de Coruña una ciudad más humanizada como el resto de ciudades norteñas.

Me detuve estos días en hacer un seguimiento de las intervenciones en humanización de calles y plazas en las ciudades del Norte de España. En todas, los gobiernos locales se han esforzado en humanizar las calles del centro, como ocurre en Gijón o Santander, o extender la humanización a los barrios, como en Vigo o San Sebastián; también se han creado carriles para bicicletas y a la vez se incrementaron los carriles para el autobús; asimismo, la nómina de calles peatonalizadas aumentó notablemente, principalmente en Oviedo y Pontevedra; no faltan aquellas que llevan la peatonalización o la humanización a amplios espacios urbanos, como grandes avenidas, para crear un entrono urbano más verde y más sostenible, como son los casos de Bilbao o Pamplona. Naturalmente toda esta labor estuvo acompañada de operaciones de rehabilitación de zonas históricas, y donde este objetivo estaba ya conseguido se extendió a los centros de los barrios de los años sesenta y setenta. Se suman a las anteriores intervenciones de gran envergadura, como la renovación del frente marítimo-portuario de Santander alrededor del Centro de Arte Botín. o los derribos de pasos elevados para recuperar grandes avenidas y humanizarlas de Bilbao o Vitoria. Cualquiera que tarde cuatro años en pasear por esas ciudades podrá comprobar cómo se ha mejorado y ver las obras en marcha.

VISTA AEREA DE LA AVENIDA ALFONSO MOLINA A LA ALTURA DEL VIADUCTO DE CUATRO CAMINOS SAN PEDRO DE MEZONZO

 

En contrate, A Coruña sigue aletargada. No se ha creado ninguna calle peatonal nueva, no se han humanizado calles ya programadas como San Andrés o Panaderas, nada se ha hecho en las calles del Ensanche, donde se ubica el actual centro comercial, pero tampoco en los barrios hay actuaciones dignas de mención. Lo único ha sido la ampliación de las aceras en la calle de la Torre, bien poca cosa en comparación con lo que había que hacer. Es decepcionante esta inacción inversora para mejorar el espacio urbano, y que al final de esta legislatura no se pueda presentar nada nuevo ni ninguna actuación notable, más allá de una red de carril bici carente de un proyecto técnico adecuado.  Ni la elogiable política participativa ha dado resultados significativos, probablemente debido a un planteamiento inadecuado o que solo busca réditos políticos. Y lo mismo se puede decir-más allá de las controversias partidistas- de las grandes infraestructuras y equipamientos, como la intermodal. Es indudable que nuestro alcalde, a pesar de una buena voluntad, no ha sabido salir del despacho y moverse en las administraciones superiores de cuyos fondos dependen las inversiones. Y no basta sustituir la negociación por una llamada telefónica o una carta. Negociar es otra cosa. La ciudad necesita políticos abiertos al exterior, a las empresas, a las administraciones, a las instituciones, en fin a todas aquellas instancias que son susceptibles de aportar fondos para promover nuevos proyectos.

Por el contrario, se ha gastado mucho dinero en informes y estudios que no han trascendido del papel o del debate, añadiendo así un  nuevo capítulo al despilfarro  que tiene su peor referente en aquel proyecto Coruña Futura que nació obsoleto, que murió al poco de nacer y que nos costó alrededor de un millón de euros.  Con importes menores y casi siempre fragmentados, tal vez para poder dárselo a los afines, seguimos en la misma línea. Si ese dinero se hubiera utilizado en humanizar calles, soterrar instalaciones, mejorar mobiliario urbano y cuidar la limpieza de las fachadas o de los jardines, hoy estriamos a la altura de las otras ciudades del Norte de España. Pero ahora ocupamos, con Ferrol y Santiago, los últimos lugares, aunque en la ciudad compostelana la carencia de iniciativa municipal inversora se ha suplido con las generosas aportaciones promovidas desde la Xunta de Galicia en nuestra capital política, como la renovación del Monte do Gozo, la reurbanización de la Ciudad de la Cultura, los nuevos accesos y equipamientos institucionales, sin mencionar la magnífica restauración de la catedral. Aquí nos quedamos con la primera fase de la reforma del estadio de Riazor.

Por eso, si la ciudad progresa no es por los políticos sino por las empresas. A Coruña y su área metropolitana es lo que es por el empuje de Inditex, por el desarrollo del nuevo tejido empresarial, por el auge de las empresas tecnológicas y por el atractivo turístico de esta histórica ciudad marítima, acrecentado desde que se peatonalizó la Dársena, que se plasmó en  la mejora de la   oferta hotelera, gastronómica, comercial y de ocio. Los nuevos proyectos de hoteles de diseño en Oleiros son un exponente de este cambio.   Hoy somos la quinta o sexta ciudad española en términos económicos y empresariales, tras Madrid, Barcelona, Valencia, y superando a Bilbao en algunos indicadores, pero con un avance importante de Málaga. Pero en la mejora de la calidad urbana nos estamos quedando por debajo de la media. Y no olvidemos que para una economía de servicios como la nuestra, el cuidado de la ciudad y del urbanismo de calle es primordial, y que las pintadas, los jardines y las zonas verdes abandonadas, la suciedad, o avenidas emblemáticas en total deterior y abandono, como el paseo marítimo, Los Cantone o El Perrote, son la peor tarjeta de visita para visitantes, para usuarios, para inversores. No quiero pensar lo que sería de nuestra ciudad y su área metropolitana sin el impulso extraordinario de Inditex. Pero eso es tema de otro comentario.

Solo quedan unos meses de mandato, pero alguna cosa se podía empezar, y lo mismo digo de las grandes inversiones dependientes de la Xunta o el Estado. Al menos contribuiría a que los ciudadanos viésemos que también nuestra ciudad sigue la línea de mejora de otras ciudades españolas. Como en ninguna otra, en estos años se ha acentuado el desequilibrio entre el extraordinario desarrollo de las iniciativas empresariales y el pobre balance de la política urbanística local que, salvo excepciones, se observa también en otros municipios del área metropolitana. Un desajuste que es preciso superar cuanto antes.