Para neutralizar al PSOE que ya está allí instalado y atrincherado, la Xunta se está instalando en Vigo. Un refuerzo que se acrecentará con las próximas elecciones autonómicas. Tanto el líder del PP, Núñez Feijoo, como el nuevo líder del PSOE, Gonzalo Caballero, tienen a Vigo como su referencia urbana política y personal. No cabe duda que el poder político de Galicia se está instalando en Vigo, pero la Xunta también. No es un problema para Galicia, pero es una ventaja para la ciudad con el municipio más poblado de Galicia, aunque no con el área urbana mayor. Pero con eso les vale para justificar. Todos están preparados al ataque.
Vigo: un choque de dos acorazados.
Por un lado está la fuerza acorazada local dirigida por el alcalde Abel Caballero, que bajo sus designios tiene la Diputación de Pontevedra, presidida por la primera teniente de alcalde viguesa, y el Consorcio de la Zona Franca, importante bastión para el desarrollo económico y urbanístico-dotacional de la ciudad, y también presidido por un ex concejal del gobierno vigués. Con razón dijo un día el alcalde que el gobierno local de Vigo era como un gobierno de estado. Ahora se suma, su sobrino, Gonzalo Caballero, haciendo de Vigo la nueva ciudad de los “Caballeros”, como en el pasado era Betanzos, o al menos así se le denominaba. Por si fuera poco, el alcalde es el presidente de la Federación Española de municipios y provincias que el permite tener hilo directo con el presidente del Gobierno español, lo cual no deja de ser una importante ventaja. En su día, para cerrar el círculo de poder, Abel Caballero intentó presidir el área metropolitana, que era lo lógico, pero ante esa suma de fuerzas Núñez Feijoo decidió desactivar la creación del ente metropolitano vigués, porque ya no podría cumplir el papel político asignado entre bastidores: ser el ariete de la Xunta contra Abel Caballero. Al contrario vendría a culminar el liderazgo del alcalde de Vigo. Posiblemente en toda España no haya un caso semejante de concentración de poder local y de liderazgo urbano. Ni Paco Vázquez en sus mejores tiempos coruñeses.
Pero la fortaleza política viguesa no era bien vista por el presidente de la Xunta, que percibía en Vigo un fuerte rival en el ámbito local, y una amenaza a su influencia en Galicia, como la perdida de la Diputación de Pontevedra refrendó. Pero tampoco en la ciudad la situación era más favorable. El partido popular no conseguía arrancar votos a pesar de las muchas señales positivas trasmitidas desde la Xunta y que se materializaron en fuertes inversiones y en un avance institucional, creando un delegado territorial de la Xunta exclusivamente para el área de Vigo, caso insólito en Galicia y creo que en España. Para contrarrestar el poder del alcalde, y con el vicepresidente de la Xunta al frente, se armó en Vigo una fragata política, pero que no fue suficiente para descabalgar a don Abel del gobierno de la ciudad y de la diputación, tan anhelada siempre por el partido popular, porque siempre sirvió de apoyo y sostén en tiempos difíciles pero también en los fáciles. Recuperar la diputación pontevedresa es para el PP un objetivo irrenunciable. Y eso pasa por Vigo. Los comandantes al mando de la flota viguesa no lograron el resultado esperado. Ante esta situación parece que la Xunta, que en estos tiempos prelectorales es cada vez más del partido popular y menos de Galicia, ha decidido armar un nuevo buque acorazado con potencia suficiente para hacer frente a la dura y permanente batalla dialéctica y estratégica de Caballero. Ya antes tenía una estructura fuerte, que en ninguna otra ciudad gallega había, pero ahora esa fortaleza se ha acrecentado con la designación de una nueva y experta política popular la frente de la delegación de la Xunta y con todo el poder popular a su disposición. De hecho, como más adelante se verá, es como si se hubiera trasladado una parte de la Xunta a Vigo.
La Xunta de Vigo.
Forman parte del puente de mando del actual acorazado vigués un nutrido equipo liderado por el presidente de la Xunta, acompañado por su vicepresidente, y contando con la colaboración de dos importantes capitanes. Por una parte, el presidente del puerto, antiguo conselleiro, que se ha visto potenciado por su gestión, pero también por los apoyos de todo tipo, incluidos los referentes al corredor de mercancías atlántico, cuyo trazado tantas ventajas competitivas ofrece al eje portuario Vigo-Marín-Vilagarcia, dejando a las radas del norte en situación de marginalidad y sobrecoste logístico. Por más reclamaciones que se hicieron, más que nada verbales, el propio Feijoo se encargó, una y otra vez, de defender la idea del presidente del puerto vigués, que en su apoyo cuenta con un beligerante viguista, el presidente de la confederación dempresarios del sur de Galicia. Un buen núcleo estratégico. A él se sumó la nueva delegada de la Xunta en Vigo, totalmente fagocitada al servicio político del partido utilizando una institución oficial. Corina Porro, antigua alcaldesa y conselleira, fue enviada a reorganizar el partido y a hacer frente al poder del “luminoso” alcalde vigués. Ahora funciona como una alcaldía paralela, o al menos lo pretende, para demostrar a los ciudadanos que la Xunta es la administración que más invierte en Vigo, frente a lo que afirma con ocasión y sin ella, el alcalde Caballero que dice todo lo contrario. Los datos le dan la razón a la alcaldesa paralela o presidenta de la Xunta de Vigo, pero la seducción mediática de Abel Caballero brilla con tanta luz que ensombrece su acción. Por eso, bajo la tutelada batuta de la alcaldesa paralela van pasando por la ciudad todos los conselleiros para presentar a los votantes lo que la Xunta hace por la ciudad. Incluso se llevó el belén de la catedral de Santiago para montar una navidad paralela a la de las luces. ¡Que ingenua y bondadosa idea. De momento no parece haber dado el resultado esperado, ya que los ciudadanos vigueses están en una situación de catarsis posnavideña con el alcalde Caballero como gran estrella popular y mediática. ¡Qué bien vende la ciudad¡
Dentro de esa pasarela conselleril, hay dos que parece hubieran instalado despacho en el Sur, y que podrían ser vistos como los exponentes de esa nueva instalación de la Xunta en Vigo. Uno es el conselleiro de industria, permanentemente comprometido con los centros tecnológicos, con las empresas en crisis o no, con la actividad ferial, con las infraestructuras de conexión claves para el relanzamiento economioc de la ciudad y del puerto y para aumentar su competitividad. Por el resto de Galicia pasa pero en Vigo está. También colabora con el poder metropolitano y económico/logístico de Oporto, para constituir el núcleo económico, tecnológico, portuario e industrial de la eurorregión Galicia-Norte de Portugal en torno al eje Vigo-Porto. O si se quiere, hacer del área Vigo-Pontevedra la réplica de la de Oporto en Galicia. Y menos mal que el rector de la universidad coruñesa ha sabido defender la Ciudad de las Tics, porque en la agenda del conselleiro solo estaban los hubs tecnológicos de Vigo y Santiago. Por eso el propio Feijoo se implicó con argucias engañosas para impedirlo con un nuevo hospital que sacó de su chistera. ¿Lo recuerdan? Lo mismo que hace ahora al negar el agravio que el trazado del corredor ferroviario de mercancías supone para la competitividad de los ya diezmados puertos del Norte. Es curioso, Núñez Feijoo siempre se pone de frente, dando la cara, para justificar los agravios a La Coruña y defender las prebendas para proyecto vigués. También en otras ciudades publicita inversiones o iniciativas a favor. ¿Tiene algún problema con nuestra ciudad? En realidad hay hechos, que ya algún día comenté, que hacen pensar en eso.
El segundo conselleiro sureño es el de Cultura y Turismo. Su permanente presencia para apoyar todo tipo de iniciativas o para crear acciones paralelas, como ocurrió con la candidatura de Cíes a la Unesco, o para apoyar a las entidades y actividades culturales, siempre tan bien recibidas por la población, favorece una generosa agenda inversora en Vigo.. Ahora lleva desde Santiago una delegación del Centro Gallego de Arte Contemporáneo para contribuir a la revitalización del Casco Viejo (al lado del nuevo albergue de peregrinos que también construyó) y para hacer en su entorno un barrio creativo en el que su consellería aporta locales vacíos en edificios rehabilitados por la xunta para jóvenes creativos emergentes. Yo creo que se pueden alcanzar los 200 millones sumando todo el dinero que la Xunta lleva invertido en el casco vello vigués, sea directamente o a través de subvenciones al Consorcio.. Los resultados son palpables y elogiables. Al menos exteriormente. A todo ello se puede añadir la acción directa del conselleiro de presidencia que lidera la costosísima recuperación del antiguo Pirulí para la gran Ciudad de la Justicia, devolviendo el edifico y su entorno a la situación inicial cuando era uno de los iconos de la Galicia moderna. Un proyecto ambicioso y encomiable, al igual que los cientos de millones comprometidos en el nuevo gran hospital.
Entre todos, y con la colaboración necesaria de la consellería de infraestructuras, se fue organizando este contrapoder vigués, que cada día que pasa se parece más a una réplica de la Xunta de Santiago en Vigo. Desde luego, es allí donde la presencia y las inversiones son más voluminosas, incluso superando a la sede santiaguesa, aunque con el impulso Xacobeo la predilección compostelana de Feijoo está por encima de toda duda. Hace tiempo que el gran alcalde de Santiago es el presidente de la Xunta, pero ahora también quiere ser el gran alcalde de Vigo. Y así estamos.
La batalla de Vigo.
La batalla esta planteada en términos de alta potencia y las refriegas son diarias. Pero hasta ahora el “alcalde de la luces” sigue llevando las de ganar, y como ha sabido valorar muy bien la estrategia de Feijoo, lo tiene bien amarrado, porque a cada bala inversora le devuelve un torpedo en línea de flotación. En ese fuego cruzado las inversiones son cada vez mayores, pasando ya de la acción habitual de la Xunta, como ente financiador de acompañamiento, a la de generador de nuevos proyectos que nadie esperaba ni demandaba. No es extraño que Abel Caballero se jacte de haber recuperado el espíritu de la Reconquiste de Vigo como plato fuerte de las fiestas veraniegas, o de la batalla de luces navideñas que ha llevado el nombre de la ciudad por todo el mundo.
Pero no pensemos que la guerra terminó. Al contrario, en plena fase electoral no hizo más que empezar. Al fin y al cabo Vigo y su antigua provincia napoleónica, hoy de Pontevedra, es el gran objetivo de la lucha electoral para el PP, ya que el bastión orensano es propiedad y coto de la saga familiar de los Baltar. Y en las demás provincias el nivel de la contienda es bajo, tal vez porque desde el alto mando popular se piense que las armas están tomadas, dado los graves acontecimientos recientes que afectan a los territorios el Norte ( electrointensivas, térmicas, naval, ferrocarril, peajes.) y que son ya munición suficiente.
En las trincheras culturales del Norte
Lo malo es que para el resto de las ciudades gallegas no queda mucho, porque la energía inversora da lo que da y el dinero también. Por poner un ejemplo. El caso del área de cultura y turismo en Coruña es una desgracia. No hay fondos para el magnífico museo de bellas artes, ni siquiera para cambiar o actualizar la web; no se cumplen los compromisos con la Sinfónica dejándola en una situación lacerante; no hay implicación adecuada con la tradición operística que pasa por malos momentos (también por culpa del ministerio), y en el ámbito turístico todo lo que se hace va encaminado a situar la ciudad coruñesa como un apéndice del polo compostelano: ser una excursión para ampliar la estancia media de los visitantes compostelanos. De hecho el nombre de la ciudad casi despareció de los destinos preferentes de la oferta oficial de la Xunta, siendo sustituida por la Torre de Hércules como destino top del turismo gallego. Y qué decir del abandono de La Terraza de Sada, y del Museo Carlos Maside en O Castro en la misma villa mariñana, del abandono del Pasatiempo en Betanzos , del estado del monasterio de Monfero, o de la iglesia románica de San Estebo en Culleredo, por no citar más que algunas.
Para echarle una mano, y ayudarle a mejorar su valoración en A Coruña, le voy a dar una idea al conselleiro: que instale en A Coruña una delegación o la sede de la Axencia Galega de Industrias Culturais, de la que dependen tres instituciones: 1)la Filmoteca de Galicia o CGAI con sede precaria en Coruña y copia en la Ciudad de la Cultura, 2) el Centro Gallego de Danza o Centro Coreográfico que sustituyó al antiguo y prestigioso Ballet Gallego, y que aunque no parece hacer nada, sigue con su sede coruñesa, y 3) el Centro Dramático Galego con sede compostelana. Dado que de tres dos están aquí, ya podría trasladar el organismo completo y ubicarlo en la Ciudad Vieja para contribuir a dinamizar nuestro centro histórico originario, y reforzar nuestro distrito creativo. Si quiere también podría instalar otra delegación de Centro de Arte Contemporáneo.
Son solo ejemplos, pero lo cierto es que debería apoyar muchas iniciativas culturales que la ciudad mantiene con dificultades serias. Claro que su agenda esta polarizada en subvencionar generosamente las iniciativas en la Ciudad de la Cultura y en el Xacobeo, incluyendo los grandes festivales de música. El resto no existe. Menos mal que la realidad es otra y que en Coruña hay vida cultural, y muy potente, más allá de la política. Los propios datos culturales y turísticos demuestran un inusitado ascenso en cantidad, pero sobre todo en calidad, del foco coruñés. Que, aún atrincherado en la pasividad, sigue siendo el referente cultural y el destino más productivo y expansivo del turismo urbano.
La Xunta que antes era de Galicia, ahora es de Santiago y de Vigo, con dos antenas en Ourense y en Lugo. No cabe duda que asistimos a una traslación del eje de gravedad gallego en lo que al sector público se refiere. Por desgracia ese objetivo es cada vez más fácil, debido el efecto de la transición ecológica y de la política naval en el eje septentrional Ferrol-As Pontes-A Mariña. Pero eso la titular de industria 4.0, no parece importarle tanto. Y en medio de ese espacio en desactivación, emerge, aislado políticamente, el gran bastión empresarial y económico, pero también tecnológico, financiero, cultural y turístico del área metropolitana coruñesa. Aquí acuden los conselleiros sureños para buscar patrocinios para la fundación de la costosa languidez de la Ciudad de la Cultura, para el gran Xacobeo, para cofinanciar las restauraciones artísticas y monumentales, para los festivales o para aquellos actos en que hace falta dinero privado. Siempre son los empresarios coruñeses los que contribuyen mayoritariamente.
Lo dicho la Xunta de Santiago abrió una delegación en Vigo, pero el peto sigue estando en A Coruña. Una situación radicalmente contrapuesta a la que caracterizaba la Galicia moderna del sigo xx, y más cercana a los tiempos del poder eclesiástico y feudal compostelano.