La Xunta margina a La Coruña y La Coruña no tiene quien la defienda. El caso de la gran ciudad metropolitana llamada Santiago. Relato de un curioso hecho.

Interesante artículo sobre la crítica situación que vive La Coruña a nivel autonómico, debido a las feroces políticas de la Xunta en contra de la ciudad y de la ineficacia del Gobierno Local.

Hace años, cuando Núñez Feijóo era conselleiro de Política Territorial aconteció una cosa curiosa. Paso a comentarla. En la Unión Europea hay un órgano estadístico llamado Eurostat, pues bien, dentro de ese organismo faltaban estadísticas urbanas, por lo que se pusieron en marcha varios estudios previos, en uno de los cuales yo mismo participé, para delimitar las áreas metropolitanas y urbanas y así poder hacer las estimaciones estadísticas. Por este camino se creó la base de datos urbanos llamada Urban Audit. Inicialmente solo figuraban las grandes ciudades, pero poco después se vio la necesidad de incluir las medianas, así que se decidió sumar todas las que en el municipio central vivían más de 250.000 habitantes y en su área funcional se acercaba los 50.000 habitantes. Para la delimitación de las áreas españolas se estableció un convenio con una universidad. Para el caso de Galicia se pusieron en contacto conmigo para que les aportara la aplicación más adecuada de los criterios a las ciudades gallegas. Empecé por revisar todos los documentos de planificación redactados hasta entonces, desde el Plan de Coordinación territorial de 1979 a las Directrices de Ordenaciones Territorio, en fase de borrador, y numerosos estudios publicados, incluyendo los míos, y con ellos y con los datos actuales elabore mi informe, recomendando que adoptasen la figura de la región urbana que era la que mejor respondía al concepto funcional propuesto. De este modo, las regiones urbanas o áreas metropolitanas Vigo-Pontevedra y Coruña-Ferrol fueron las aconsejadas, aunque también propuse como alternativa las áreas metropolitanas de Vigo y A Coruña por separado.

Paso un tiempo y Urban Audit publicó su nueva relatoría estadística actualizada. Al entrar en él, ví con gran sorpresa que en el caso de Galicia aparecía solo un área metropolitana, con estos datos. Su población se acercaba a 1.200.000 habitantes, de los cuales 90 vivían en el municipio central y el resto en la periferia. La ciudad metropolitana unificada se llamaba Santiago en la estadística y Coruña, Vigo, Ferrol, Pontevedra y el resto de ciudades del eje atlántico eran la periferia de la ciudad central, es decir los barrios de Santiago. A los pocos días me llamaron de la universidad que elaboró el informe final para decirme su sorpresa, ya que ellos habían incluido lo que habíamos estudiado, y que el cambio se hizo en la consellería de política territorial que entonces presidia Núñez Feijóo como queda dicho. No pasó mucho tiempo para que el propio Instituto Nacional de Estadística me llamase para rectificar el dato porque habían visto que no respondía a la realidad. Volví a hacer un informe y más o menos así quedó: el área metropolitana de Vigo-Pontevedra y la de A Coruña, en este caso sin Ferrol, por un problema de discontinuidad estadística.

Pasó el tiempo y cuando oí hablar a Feijóo, ya presidente, de Galicia Ciudad Única, no pude sino que acordarme este sucedido. A partir de ahí vino todo lo demás, incluido el grave error de haber abandonado el desarrollo local y comarcal en el medio rural porque lo importante era centrarse en el eje urbano atlántico y en las ramificaciones de la Ciudad Única (las actuales autovías autonómicas del eje Santiago-Madrid). Ahora se ven los resultados. Se destruyó una red que funcionaba, la red de desarrollo comarcal, en vez de actualizarla y mejorarla, y sin poner nada alternativo, se abandonó el rural a su suerte. El resultado está a la vista. Ni Galicia es una Ciudad Unica, ni el desarrollo de Galicia puede abordarse sin un modelo de equilibrio territorial que incluya el espacio rural. Pero con estas ocurrencias hemos pedido años decisivos. Paralelamente hemos perdido población, hemos perdido talento, hemos cerrado muchas empresas – y seguimos-, hemos perdido turismo de calidad a favor del turismo low cost, y el despoblamiento afecta a amplias zonas de Galicia. Ahora ni las ciudades crecen como debían para ser los motores dinamizadores de una Galicia competitiva…  Solo funcionan tres cosas. El Camino de Santiago como imagen turística, y como motores económicos Inditex y Citroën, más un conjunto de empresas que por el empuje de sus directivos han sabido internacionalizarse y competir. La lista es larga.  En este contexto, la Xunta, con la idea falsa de que en tiempo de crisis basta con mantener lo que había, se dejó perder oportunidades. Cualquiera sabe que las crisis demandan una política de incentivos para preparar la entrada en el nuevo ciclo, y que con mantener lo que hay lo único que se consigue es perder empresas, perder empleo de calidad y perder población. Menos mal, que gracias a nuestros grandes y pequeños empresarios Galicia logró empezar a salir de la crisis, con el conjunto de España, y es hoy lo que es. Lo demás está bien pero no basta.

Todo me lleva a pensar que esa simplista construcción teórica que en su momento defendió el presidente de la Xunta no es más que parte de un pasado afortunadamente superado, y que con la experiencia y el condimento adquirido, su visión territorial de Galicia sea más acorde con la realidad y más efectiva. Aquella idea de asimilar a Vigo con la industria y la tecnología, a Santiago con la representación política, la cultura y el turismo y A Coruña como una ciudad comercial y de servicios ya debería haber pasado a los anaqueles, porque todos sabemos que hoy cualquier ciudad debe posicionarse en cada uno de esos epígrafes para poder ser competitiva y atraer empleo. También sabemos que en la penuria actual del mercado de trabajo para los jóvenes ningún político local debe prescindir de ninguna actividad económica si con ella puede aportar puestos de trabajo y riqueza. Eso lo entendemos todos. Lo que tienen que hacer la Xunta es coordinar los esfuerzos y las inversiones en función de las necesidades. Hasta ahora Feijóo solo miró para Vigo, el motor de la industria y la tecnología, y Santiago del turismo. En el cambio, La Coruña fue la ciudad más perjudicada, y aún lo sigue siendo. Es hora de cambiar el pensamiento y tratar a todos los gallegos por igual independientemente de donde vivamos. Es más como somos los que más aportamos a la riqueza y a la fiscalidad podríamos reclamar más, pero no es esa la cuestión. Solo queremos lo que necesitamos.

Lo que no podemos admitir son marginaciones como las que a continuación relato.

  •  En el discurso de investidura y en el propio programa electoral solo se cita el área metropolitana coruñesa para anunciar la conexión de la vía ártabra con la autopista (apenas 3 kilómetros) sin decir nada de su prolongación hasta la autovía; una pasarela en A Grela frente a Marineda, y un arreglo del hospital.
  • La política aeroportuaria es cada vez más agresiva, y Alvedro se va arrinconando por las actuaciones promovidas desde la Xunta, a las que se añade la inacción del gobierno local coruñés. Todos recordamos como fue la Xunta la que durante años pagó dinero abundante a las líneas para que operaran desde Lavacolla utilizando Turgalicia y una empresa municipal santiaguesa interpuesta, INCOLSA, para ocultar la subvención directa. Después se encargaron gestiones para que Turkish cambiara su plan de vuelo desde Alvedro para Lavacolla y nos contaron razones falseadas; más tarde ocurrió lo mismo con Ámsterdam y Paris. La idea manifestada públicamente por el presidente de la Xunta es potenciar Lavacolla y dejar los otros como terminales secundarias ya que no era posible anularlas. Por eso cuando Ryanair quiso establecerse en Alvedro se les llevó a Santiago, y el propio alcalde de La Coruña nos contó una milonga para justificar a su partido. Más recientemente, Lufthansa que podía aterrizar en Alvedro atendió a las mismas razones. Es más, no hace mucho la Xunta pagó 299.000 euros para que hubiera un vuelo por la mañana a Madrid desde Santiago, porque a los conselleiros, políticos y empresarios compostelanos les resultaba muy incómodo venir hasta Alvedro, donde sí había esos vuelos.  Se ve que ese desplazamiento solo es obligatorio para los coruñeses. Si ahora añadimos la inacción y el error de planteamiento del actual gobierno local coruñés, comprendemos como seguimos perdiendo. Hace poco fue Bilbao, ahora enlaces a Madrid, mañana habrá más caídas y al final entre la acción directa de la Xunta y la pésima gestión económica del gobierno local coruñés, nuestro aeropuerto quedará postergado.
  • La política industrial es parecida. Mientras se terminan polígonos industriales en Santiago (Sionlla), en el Salnés, en Vigo, y se ofrecen a buen precio, el de Morás se paraliza. Dicen que se debe a que no hay demanda, pero que yo vea tampoco en los otros y allí se sigue invirtiendo en enlaces y mejoras parecidas.
  • ¿Qué decir de la política turística? Está bien que se promocione el Camino porque es un buen producto turístico global, pero no es el único, ni el que atrae más visitantes, por más que nos vendan la imagen contraria. Lo que si es cierto es que Santiago está avanzando como destino turístico, gracias al aumento en estos años del turismo internacional, muy relacionado con el establecimiento de nuevas líneas aéreas internacionales de coste reducido.  También se promocionan las Rías Biaxas, el termalismo ourensano y el enoturismo, más un turismo rural que no arranca en comparación con las otras regiones del norte de España. ¿Y La Coruña? Ni se ve ni se le espera.  Claro que la estrategia de la Xunta es que nuestra ciudad funcione como una excursión de día para los visitantes de Santiago y así aumentar la estancia media en la ciudad compostelana que es menor que la estancia media coruñesa. De nada sirve que tengamos el mejor recurso dentro de la nueva corriente del turismo urbano, porque el objetivo es ser un destino subordinado a Santiago. Además, ¿Cómo van a venir visitantes internacionales si no hay líneas aéreas directas? Ya no estamos en la parrilla de vuelos. Nos queda Londres pero desde Lavacolla ya hay dos compañías que vuelan a la capital Britania. Y después nos hablan de no duplicar destinos. El caso es que entre la reducción progresiva de vuelos, con un Concello que no hace nada, y los desvíos más o menos consentidos, solo nos queda ofrecer el Camino Inglés a Santiago, es decir ser una extensión de la Ciudad Única.
  • Y si hablamos de infraestructuras estamos en lo mismo. Es la ciudad que en su área metropolitana tiene mayor dinamismo económico, y donde la población más crece, pero se construyen autovías en otros sitios con menos tráfico, principalmente en los entornos de Santiago y Vigo, y aquí nada se sabe de los enlaces transversales de las variantes del Temple, de Vilaboa, del nuevo acceso a Sada, de la nacional sexta en todo su recorrido, del puente del pasaje, etc.
  • Y lo mismo pasa con el ferrocarril. Los enlaces que salen de La Coruña a Ferrol y Lugo quedaron excluidos del plan de modernización, la estación de mercancías se anuló para trasladar ese tráfico a Vigo, por donde deben pasar nuestros trenes de carga. Nuestra intermodal no es más que un galpón para los autobuses añadido, sin llegar a tener las prestaciones propias de una estación intermodal. Por cierto, es ya la más atrasada de las gallegas, y todo parece que quedaremos a la cola. No importa porque con estar conectado a la Ciudad central de la Ciudad única ya es suficiente, al fin y al cabo nos somos más que el barrio comercial.
  • Y si hablamos de la sanidad, de la universidad (no hace mucho hubo un plan para reintegrarla a la de Santiago),  o de la justicia, pasa más o menos lo mismo. Todo el esfuerzo es para que el hospital y la facultad de medicina de Santiago supere a la de A Coruña, y aunque no lo consiguen siguen adelante; lo mismo pasa con la Universidad y la distribución de los centros tecnológicos y de investigación promovidos por la Xunta. Y pronto le tocara el turno al traslado de la Delegación de Gobierno, del Tribunal de Justicia, de las academias, de la filmoteca, de la policía nacional, de la guardia civil. Es decir de toda aquello que teníamos cuando éramos capital.  Y en cola esta la colección de pintura de Abanca para la Ciudad de la Cultura (la sede de la Fundación ya se la llevó Feijóo para Vigo), y la Sinfónica para el mismo lugar sumada con la Real Filarmonía para ahorrar y tener una sola gran orquesta y más potente. El nuevo teatro de la ópera del Gaias también cumplirá esa misión. Ahora como somos un barrio no necesitamos esos lujos.

​No es localismo, no es una exageración mía es lo que he visto, lo que sé y lo que he oído. No es eso lo que nuestra área metropolitana merece y necesita. Bastaría con que le preguntasen a los alcaldes las necesidades y ellos mismos de las dirían, pero a lo mejor el problema está en eso, en los alcaldes, y ya estamos empezando a pagar el coste de la estrategia electoral de las municipales. Espero y deseo que a la altura de miras de Núñez Feijóo no nos lleve por ese camino. Ya vemos el ejemplo de Oleiros: cuanto menos se invirtió en obras más se perdió en votos. Es la lógica de los ciudadanos cuando hay un liderazgo político fuerte. Pero hay otra lógica: impedir que se creen liderazgos, por la vía de cuanto peor mejor, y así derrotar al adversario sin importar que en el camino perdamos los coruñeses del área metropolitana, incluyendo empresarios, y sobre toda la ciudad quede marginada y poco a poco reducida a una ciudad subordinada, a un barrio de Santiago, dentro de esa ingeniosa Ciudad Única de Feijoo.

No sé qué podemos hacer los coruñeses pero si sé que si no reaccionamos la ciudad ira para atrás. Ahora ya solo nos salva Inditex, mañana no sabemos que será. Tenemos que hacer algo y no dejar que nos destruyan poco a poco. Tenemos que defender La Coruña como en su momento la Liga de Amigos de La Coruña hizo, cuando sacó a los coruñeses a la calle para defender la capitalidad. Cierto que de poco sirvió, pero de no haberse mostrado fuertes ahora ya no tendríamos ninguna institución y el centralismo Compostela nos habría arrasado antes. Por eso a lo mejor es la hora de volver a salir a la calle o al menos de unirse para alzar la voz y defender nuestra dignidad ciudadana.