¿Fracasa la tesis del aeropuerto central? ¿Es la hora de Alvedro?

Andrés Precedo junto con Xosé Ramón Nóvoa hacen una interesante reflexión sobre la actual situación aeroportuaria gallega, haciendo hincapié en la realidad de Alvedro y cómo podría solucionarse su futuro.

Han bastado unos cuantos millones de euros procedentes de la Diputación de Pontevedra en su mayoría, para demostrar que lo que genera demanda aeroportuaria es el potencial del área de mercado que rodea el aeropuerto. Es la tesis que siempre hemos mantenido, y es la realidad que hace que en todos los países las ciudades en cuyas áreas de influencia directa vivan más de 500.000 habitantes y dispongan de un tejido empresarial significativo, rentabilizan un aeropuerto internacional de tamaño medio. Es el caso de Vigo y su área de influencia, que pronto será coincidente con el tamaño de su nueva área metropolitana ampliada. El caso es que en este invierno, el aeropuerto de Peinador podrá igualar, sino superar, al de Lavacolla en enlaces internacionales. Es lógico, porque lo que busca el usuario es la cercanía, el tiempo de desplazamiento, la facilidad del mismo y el coste.

En Galicia, detrás de debate aeroportuario, siempre han estado los intereses de los compostelanos, como demuestra el hecho de que solo alzan la voz pidiendo la coordinación, cuando su aeropuerto empieza a bajar y algún otro sube, como ahora ocurre con Vigo, y como antes ocurrió con Alvedro, cuando Lavacolla domina nadie reclama dicha coordinación. Y esa misma tesis mantiene desde la Xunta, con la idea del aeropuerto único, basándole en que si nuestra población y nuestra demanda regional no justifican tantos aeropuertos, lo que había que hacer es centralizar el tráfico aéreo en uno solo, para lo cual no cabe duda, que el de Lavacolla es el que reúne mejores condiciones.

El modelo, ¿por qué no? habría de pasar por una coordinación basada en una verdadera especialización atendiendo a las funciones de las ciudades y el potencial de mercado. De este modo, los destinos más demandados se concentrarían en A Coruña y Vigo por razones de rentabilidad, y aquellos cuya demanda local sea más reducida se concentrarían en Lavacolla, para alcanzar masa crítica, donde irían también los puramente turísticos o poco demandados. Por qué Lavacolla no pelea por Amberes, Argel, Belfast, Bremen, Bristol, Bucares, Budapest, Copenhague, Cracovia… y así un sinfín alfabético de destinos que sí se operan desde otros aeropuertos españoles. Ahí nuestro aeropuerto central no está haciendo bien los deberes y se empeña en duplicar o triplicar aquellas líneas que ya funcionan en los otros aeropuertos. Por situación y moldeo de ciudad, la concentración de esos vuelos en la terminal compostelana no deja de ser un desajuste entre la oferta de vuelos y el sistema metropolitano de Galicia.

Con todo, aunque la visión política sigue dominando, la tesis que liga la rentabilidad de los aeropuertos con los entornos metropolitanos más dinámicos se va imponiendo. Solo hizo falta que las subvenciones a la terminal central disminuyeran y que las de uno de los dos aeropuertos considerados marginales aumentaran. Evidentemente, lo mejor sería eliminar esas subvenciones, pero la realidad es que es ya una práctica común en todos los aeropuertos medianos y que, por cierto, la Unión Europea permite sin aducir que esa financiación encubierta con promoción turística, pueda evadir las leyes de la competencia. Si sabemos que uno de los dirigentes de la compañía aérea más beneficiada ocupa altos cargo en el órgano encargado del transporte aéreo en Europa, ya entenderemos un poco más.

La idea de la Xunta, surgida del entorno mediático, político y empresarial compostelano, y defendida en privado y en público pro el presente Feijoo, de un aeropuerto único en Lavacolla para toda Galicia, demuestra no ser más que una suma de intereses y de estrategias políticas. Con estos mimbres el gobierno autonómico ha gastado importantes sumas de dinero en potenciar Lavacolla, e incluso miembros del propio partido negociaron con algunas compañías aéreas para que trasladaran sus proyectos de enlace desde Alvedro o Peinador a la terminal compostelana. Fue el caso de la Turkish Airlines, de cuya consecución presumió en público la entonces concejala compostelana Paula Prado y, como ella manifestó en su día, fue por encargo de la Xunta. Ahora Turkish se ha ido de Galicia y ha potenciado Bilbao y  Oporto. A los coruñeses se nos quiso engañar diciéndonos que no podía aterrizar en Alvedro por no sé qué problema de la pista, lo cual era una mentira porque el vuelo, que ya había puesto a la venta la compañía turca, era una prolongación del de Bilbao, con el mismo tipo de aviones que ya operaban en Alvedro: los A320 o B737. El caso es que los obedientes políticos coruñeses se limitaron a buscar una disculpa para justificar las consignas del gobierno de Feijoo para los aeropuertos de Galicia. Los mismos que llevó a rechazar la intención de Ryanair de instalar una base en Alvedro. Eso sí, el presidente tuvo que aceptar de boca del entonces alcalde de la ciudad que el volumen empresarial de La Coruña requería una oferta de vuelos y que no podía subordinar todo al aeropuerto central, como el pretendía, y como yo mismo le oí en una televisión local compostelana. Es hora de decir las cosas claras.

Ahora que el alcalde de Vigo, con sus larga mano de poder en la provincia, está haciendo que Peinador sea el aeropuerto internacional el sur de Galicia. Naturalmente, por las mismas leyes de mercado, si en A Coruña hubiera esa misma posibilidad la oferta aeroportuaria aumentaría notablemente, y los precios serían más bajos a favor de los ciudadanos y de las pymes locales… Lógicamente siempre que asegurasen los aterrizajes y evitasen los desvíos, lo que, siendo tan fácil, sorprende que se tarde tanto en acometer. A lo mejor también hay alguna intención detrás. Ya veréis como ahora que Lavacolla se ve amenazada por Peinador pondrán autobuses subvencionados por la Xunta (la orden ya la sacó) para que los coruñeses podamos viajar directamente a Lavacolla, donde la posibilidad de desvíos es casi nula. Paso a paso el gobierno de Feijoo irá logrando su fin. Y me temo que, ante la irrelevancia de los políticos coruñeses en el marco nacional y autonómico- no hay coruñeses en puestos relevantes de las listas-las cosas irán por donde algunos quieren llevarlas.

Otro día escribiré sobre el papel asignado a A Coruña, en ese modelo de “Galicia, Ciudad Única” que el propio Feijoo apadrinó y que, a la chita callando, va implantando en Galicia. En él, desde luego, no es A Coruña (vista como una ciudad de tiendas como dijo un día su anterior conceller de industria), la ciudad más beneficiada. Claro que como nuestra ciudad no tiene quien la defienda, ni hay instituciones dispuestas a ello, aquí seguirá sin pasar nada. ¡Cómo echamos de menos un alcalde que defienda los intereses de la ciudad y su área metropolitana con el ímpetu que merece! y que ese ímpetu lo traslade a las otras instituciones implicadas. Menos mal que tenemos Inditex, que si no fuera por Amancio Ortega daría miedo pensar donde estaría hoy la ciudad. El propio Alvedro ya estaría cerrado. Y si no que cada lo uno piense con calma.

 

Andrés Precedo Ledo y Xosé Ramón Nóvoa.