Sobre la necesidad del buen funcionamiento de las entidades público y privadas para que la ciudad y su área metropolitana mejoren de cara al futuro.
Es ya un axioma que el crecimiento y expansión de las ciudades están directamente relacionados con las dimensiones de la economía urbana, que se concreta en las funciones que realiza, y se basa en el potencial de las empresas y la capacidad de crear empleo. Es más, la etapa de crisis ha evidenciado, según una investigación empírica que yo mismo he realizado, que fueron las ciudades donde el peso de la empresa privada era mayor las que mejor salieron de la crisis y las únicas que mejoraron su posicionamiento. En cambio, cuanto mayor era la dependencia de las políticas y del empleo público, más acusado fue el declive de la economía urbana. Y un dato más, cuanto mayor era el nivel de internacionalización de la economía urbana mayor fue también el nivel de competitividad de la ciudad.
Nuestros referentes urbanos para avanzar en calidad.
Estos comentarios son un buen pretexto para explicar la diferencia entre el urbanismo y el desarrollo urbano. Si el primero es principalmente un tema regulatorio para racionalizar el uso del suelo y mejorar la calidad de vida y la sostenibilidad, el segundo es el camino para promover el crecimiento de la economía urbana, del empleo, y del bienestar social. Por eso pensar en un modelo de ciudad que solo cuente con el urbanismo como factor del cambio es una visión parcial, y pensar en que las nuevas formas de economía colaborativa pueden ser una alternativa no deja de ser una entelequia, a pesar del interés que esas actividades en sí mismas tienen, pero que no son suficientes para soportar un proyecto de ciudad competitivo. Lo mismo ocurre cuando se asocia el desarrollo urbano con la política especulativa. Son cosas diferentes que pueden ir juntas pero también puede no ser así: las ciudades centroeuropeas son nuestro mejor ejemplo para comprobarlo y aprender.
El problema es que la idea de ciudad del actual gobierno local, se asemeja cada vez más a una entelequia ideológica y a una política de confrontación desde una perspectiva sectaria, y aunque en urbanismo asume planteamientos actuales que siendo válidos, no se llevan a la práctica; al menos hasta ahora.
Tal vez por eso, y asediado por el tiempo, ya entró en la dinámica propia de los partidos clásicos que parecía rechazar: contratación clientelista, propaganda mediática pagada, iniciativa repetitiva con carencia de creatividad, y una participación más propagandística que real, porque en la realidad no escuchan más que a los suyos, como si los demás nada le importaran. Además, ¿acaso no movilizaban a más personas las antiguas asociaciones de vecinos? Parece que las prisas le están haciendo perder el camino y hacer del cambio una palabra vacía. Aún tiene tiempo para rectificar, porque de lo contrario la necesidad de la ruptura que les llevo a ganar votos se puede quedar en un intento ficticio y engañoso.
La Coruña, a la cola de las ciudades del Norte de España en calidad urbana.
Mientras tanto la ciudad, sucia, abandonada, sin inversión pública, con actividades de empleo precario, y desprovista de soportes firmes para seguir avanzando y para mejorar el posicionamiento y el bienestar ciudadano, empieza a retroceder. Hoy es la ciudad más sucia y abandonada de todo el norte de España, cuando hasta hace poco no era así. Y si alguno lo duda que lo compruebe y me dará la razón (Véanse Vigo, Pontevedra, Lugo, Ourense, Avilés, Gijón, Oviedo, Santander, Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Vitoria, o Logroño). Y esto al comienzo de la temporada turística alta no es la mejor carta de presentación. Es más, es la ciudad de la España Verde y del Norte de Portugal donde menos mejoras se han llevado a cabo en los dos últimos años, salvo Santiago y Ferrol, las dos casualmente gobernadas con la misma ideología.
La iniciativa privada y empresarial no es sinónimo de especulación.
Y ante esta situación, y pensando en cómo mejorar la tendencia regresiva actual, es oportuno plantear la siguiente reflexión: no se puede pensar un modelo de ciudad sin tener en cuenta a la iniciativa privada, porque sin la cooperación entre el capital privado y el capital público no es posible construir un proyecto de ciudad con futuro. Es también una enseñanza adquirida a partir del estudio de casos de toda Europa. Las ciudades europeas donde se llevaron a cabo proyectos de ciudad más consistentes, y también más sostenibles, estuvieron siempre relacionados con la participación del capital y la iniciativa privada en la construcción del proyecto de ciudad. Nadie piense que esto es lo mismo que hablar del modelo especulativo, propio del desarrollismo, en el cual la propia gestión de la ciudad se convierte en negocio privado para favorecer determinadas empresas y determinadas situaciones. Ese es el modelo que en España estuvo asociado a gobiernos donde las prácticas de corrupción han sido más notorias, como es el caso de Valencia, Madrid o Alicante, y que se quiso trasladar a La Coruña a través del plan Coruña Futura, que afortunadamente no se hizo realidad. Eso si después de malgastar cerca de un millón de euros.
Donde sí se plasmó fue en las modificaciones del plan general de ordenación urbana, como es el caso del aumento del 20% del volumen construido en el proyecto de As Percebeiras, que tantas veces hemos denunciado aquí, y cuyo desarrollo provocaría cegar las vistas desde el monte de san pedro; también obedece a ese modelo el convenio inicial para construir el frente portuario de la zona central, hoy ya desechado por todos, y que nuestra asociación tiene el honor de haber sido pionera en su replanteamiento, como se puede comprobar al examinar nuestros debates y documentos. Hoy es ya una realidad y una necesidad suscrita por todas las formaciones políticas, y por el propio puerto.
No olvidemos que en la mayoría de las ciudades el éxito del proyecto estuvo basado en la cooperación público-privada sin desarrollos especulativos, como es el caso de Bilbao, nuestra mejor ciudad desde el punto de vista de su desarrollo urbano reciente, aunque el balance sea al final deficitario y los objetivos estratégicos solo se lograron en el ámbito cultural, institucional y turístico. En el caso de Barcelona hubo de todo, principalmente en su segunda fase totalmente especulativa, y en de Valencia la corrupción y el despilfarro fueron de la mano en un proyecto absolutamente desmesurado y que ahora es imposible de mantener. Con todo el gobierno local nos la trae como ejemplo de ciudad portuaria a los debates que patrocina ¿no tenía ejemplos mejores para gastar el dinero? Haberlos haílos, pero hay que saber buscarlos.
Como hay que saber hacer una lectura completa de lo que es una ciudad.