Interesante artículo acerca del gran cambio político de las últimas elecciones en A Coruña.
Existe una opinión unánime, al menos así lo creo yo, que los resultados electorales marcaron un cambio de ciclo, es decir el paso de un modelo político dominado por potentes estructuras de partido con un sistema jerárquico vertical muy centralizado, a un modelo construido desde la base, es decir de abajo a arriba, y basado en la filosofía o metodología, como se le quiera llamar, del empowerment, es decir del empoderamiento social, lo que equivale a la devolución de la capacidad de decisión a los ciudadanos para que su participación política no se limite a la emisión del voto siguiendo unas convocatorias periódicas preestablecidas.
Un modelo muy interesante y resultado de los nuevos sistemas de información y comunicación social, es decir surgido de las oportunidades que ofrecen las redes sociales y en general el uso de internet. Es el modelo que une los principios de la “nueva izquierda” con los de la democracia participativa. Evidentemente se trata de una nueva manera de enfocar y hacer política. Por eso es un cambio de ciclo, y no solo porque las nuevas plataformas electorales o políticas lleven a una redistribución del poder. Es eso, pero también es mucho más que eso. Y esa es la lectura que deben hacer los partidos tradicionales si no quieren ser arrastrados por las olas del nuevo océano.
En importantes ciudades españolas y gallegas sus efectos han sido verdaderamente revolucionarios, aunque no siempre asociados a decisiones de gobierno o a propuestas de cambio realistas, como son los casos de Barcelona, de Madrid o de Cádiz; pero entre nosotros hay uno que merece una especial atención: la Marea Atlántica de A Coruña. Y digo esto porque así como las otras formaciones sus protagonistas son políticos en activo y surgen de pactos entre partidos con incorporaciones coyunturales, el caso coruñés es un nuevo sistema de gestión y de participación. En su mayoría, está formada por personas independientes, o no integradas en partidos políticos clásicos, sino que es la ideología, el acicate y la ilusión de cambiar el modo de hacer política lo que les mueve. Un cambio que emerge de una generación que demandaba un posicionamiento en la toma de decisiones colectivas, y casi nunca encontraban la acogida que buscaban. Si a eso unimos las graves situaciones derivadas de la gestión que el Gobierno hizo de la crisis, el suelo quedó perfectamente abonado para que el nuevo cultivo emergiera.
Por eso resultará sumamente interesante hacer un seguimiento objetivo y abierto de lo que este nuevo gobierno vaya haciendo, dándoles la confianza que merecen. A Coruña, ciudad liberal y progresista, ciudad creativa y vanguardista, ha vuelto a escribir una página más de su historia. Y solo por eso resulta una experiencia innovadora entre nosotros. Cierto que algunas propuestas fueron fruto de la inexperiencia, y otras de una visión parcial de la ciudad, olvidando que solo el equilibrio entre política-ciudadanos-empresa hace posible aunar los intereses de todos, y que es el mejor camino para generar un proceso de desarrollo económico de la ciudad indispensable para generar el empleo que los jóvenes precisan. Naturalmente, impidiendo modelos especulativos o el juego dominante de las oligarquías urbanas y promoviendo un modelo de ciudad sostenible y de economía social.
Por eso, anuncios tales como la idea de convertir el mayor hotel de la ciudad y el mejor situado en una residencia de estudiantes no deja de ser una ocurrencia poco razonable, máxime en una ciudad como A Coruña que tiene en el turismo una de sus principales bases para el crecimiento de la economía y del empleo. Esperemos que no pase de esta declaración de intenciones, porque hay otras posibilidades mucho más interesantes para ese caso, y porque así como los turistas demandan localizaciones centrales, los estudiantes pueden encontrar óptimas condiciones para residir en otros lugares de la ciudad, a los cuales pueden contribuir a dinamizar, siempre que estén bien comunicados por transporte público con los campus universitarios. Pero fuera de estas cuestiones, ahora lo importante es que con ellos la ciudad llegue a buen fin y no se desvíe en el dificultoso camino que ahora se les abre.