Hace años que venimos denunciando la suciedad de la ciudad, y por eso llegamos a afirmar en su día que era la más descuidada y la más sucia de las ciudades costeras españolas, y en particular del Norte de España. Las calles sestaban sucias, las aceras apestaban, los colectores rebosaban, los jardines se secaban, las señales viarias se borraban, los grafitis llenaban las paredes, los orines olían a distancia, los setos verdes languidecían y los hierbajos crecían en todas las juntas posibles y en los bordes de las carreteras también. Tanto es así que la limpieza centró buena parte del debate electoral y algunas de las promesas más contundentes y acertadas. Todo parecía indicar que las cosas iban a cambiar, pero hasta ahora no se han visto los resultados. Seguramente la burocracia y la división política tuvieron mucho que ver. La falta de educación cívica también. Ahora, algunos acontecimientos pusieron en primer plano la gravedad de la situación.
El primero fue la pandemia. Vimos como otras ciudades, y Vigo fue el mejor ejemplo, desde el primer día se esforzaron en la limpieza y el desinfectado de las calles, de los contenedores, de los lugares sensibles. Aquí no se hizo nada o se hizo muy poco. Las calles de la ciudad siguen estando sucias, muy sucias; los contenedores atiborrados y rodeados de porquería y la desinfección fue tan solo puntual. En las poblaciones del área metropolitana la situación todavía fue peor: calles sin limpiar, aceras sin barrer ni lavar, y los contenedores convertidos en un foco de infección, donde no faltaron las ratas. Oleiros es el mejor ejemplo de este abandono. Y eso en plena pandemia. No sé qué pasa con los servicios de limpieza pero la realidad es que son de un nivel ínfimo. Basta mirar otras ciudades para convencerse que se pueden hacer mejor las cosas.
Tampoco la depuración y la presión del agua merece una valoración positiva, y muchos ciudadanos tuvimos que instalar una depuradora individual para asegurar la calidad del agua. Muy pronto el análisis de los vertidos demostró que el virus se había instalado en la ciudad y en el área metropolitana desde finales del año pasado. La suciedad del espacio público le aportó seguramente una acogida favorable. En la Coruña tampoco el virus es forastero.
Más recientemente, en plena temporada veraniega, los análisis del agua del mar informan de que todo el litoral urbano y todas las playas de A Coruña y de Oleiros habían superado el máximo establecido para la salud pública. La causa: la alta concentración de e- coolies. La situación se precipitó por la tromba de agua del día 12. Pero ¿por qué las lluvias llenaron de esas bacterias todo el agua de la bahía y de las playas?. La respuesta es sencilla. Porque las había. Y eso solo pasa donde las aguas fecales vierten a las pluviales. A estas alturas un hecho como este parece inconcebible. Es un síntoma claro de la gravedad del problema aunque sea pasajero en sus efectos.
Y esto pasa cuando la ciudad y su área tienen uno de los índices de infectados por el coronavirus más elevados de España. En parte por la irresponsabilidad de la conducta social, y no solo de los jóvenes, pero también en parte por la falta de medidas higiénicas y de control público. ¡Qué ironía! La promoción turística se enfoca en presentarse como una ciudad segura, pero la práctica lo desmiente día a día. Ya es lamentable que la acción de venta de imagen turística de la ciudad para atraer visitantes se centre en un valor imposible de garantizar, pero peor aún de una ciudad que no cuida las básicas medidas de higiene pública se presente como una ciudad segura. Una ciudad sucia, que descuida las medidas básicas de higiene urbana, que permite conductas sociales que contradicen todas las medidas de protección, y donde la calle es factor de contagios, no es una ciudad segura. Ya no solo para los visitantes, tampoco para los residentes.
No sé lo que habrá que hacer pero no podemos cerrarnos en banda ante la gravedad del problema. Tal vez haya que preguntarle al ínclito Abel Caballero porque año tras año recibe la “escoba de plata” por la limpieza y la higiene ciudadana, aunque hay otros alcaldes que también pueden ayudar con su experiencia. Ni la ciudad ni el área metropolitana reúnen los requisitos básicos de calidad y de seguridad. Algo está pasando, algo no va bien. Es urgente tomar medidas.