La Coruña mejora su posicionamiento como ciudad atractiva de talento y de inversiones.
El mapa español de ciudades está experimentando un importante cambio, principalmente por los efectos inducidos por el nuevo modelo económico, en el que la internacionalización de las empresas y de la economía urbana, la sostenibilidad del sistema productivo, y la puesta en marcha de instrumentos de IA o simplemente de tecnología avanzada, marcan- con la creatividad cultural y un urbanismo sostenible- la diferencia.
Según un reciente estudio que acabo de terminar, La Coruña estuvo ausente en la primera fase de la transformación tecnológica por su especialización como ciudad de servicios convencionales , sin embargo en la crisis fue una de las más resilientes debido principalmente a la presencia de Inditex, posteriormente, en la tercera fase la ciudad, gracias al avance de las tics en las grandes empresas-como señala la fuente utilizada- se posicionó entre las diez primeras españolas, según conta en un informe IESE-ONU sobre “World Cities in Motion”, siendo- según la misma fuente- Inditex el motor principal. En la fase actual, en al de la IA, la ciudad se posicionó entre las ciudades emergentes españolas, después de Madrid y Barcelona, y en el mismo nivel o superior que Málaga, Granada, Alicante que son las que han desarrollado soportes tecnológicos aplicados más relevantes. Las causas de este cambio fueron estas: los big data de Inditex y Abanca, las empresas consultoras de software (Altia pro ej.), los grandes proyectos innovadores de la Ciudad de las Tics y el Green Port, y la instalación de la ciudad de la sede de AESIA. Una marca que ya está potenciando el posicionamiento nuestra ciudad, estimulando la atracción de nuevas empresas, de talento y de nuevas iniciativas inversoras. Dos ejemplos los tenemos en el ámbito inmobiliario. Por primera vez un fondo multinacional orienta sus inversiones hacia L Coruña con un proyecto muy prometedor para el borde litoral de Las Jubias, y por la incorporación de capital exterior a las mayores constructoras españolas para levantar nuevas zonas residenciales de calidad, como en Visma ( 3.500 viviendas) y Labañou. La nómina de empresas multinacionales relacionadas con las energías renovables, principalmente la eólica marina y las bioenergías, es también un hecho a reseñar. Nuestra ciudad se percibe ya como una urbe de oportunidades, como ya son Málaga, Zaragoza, Valencia y sobre todo Madrid.
El problema del aletargamiento: se avanza, pero a ritmo lento.
Este dinamismo abre una nueva etapa de desarrollo económico y constituye el mejor marco posible para materializar el proyecto municipal de “la segunda modernización” de la ciudad (la primera fue la de Paco Vázquez), aunque desde una perspectiva histórica habría que asignarle un tercer lugar, al situar la primera modernización a finales del s. XIX y principios del siglo XX (la ciudad modernista) como prolongación de la expansión del siglo XVIII con el auge del comercio americano. Pero nunca como hasta ahora la inversión local, nacional e internacional había sido tan significativa. En contraste con este dinamismo del sector privado hay que decir que la gestión de los grandes proyectos que dependen de las diferentes administraciones no acaba de coger el ritmo equivalente, y a veces resulta exasperante ver como pasan los años y esos grandes proyectos siguen en estado de aletargamiento, un aplazamiento inducido por una gestión más lenta de lo deseable. En algunos casos es debido a la lentitud en la gestión del Gobierno Central, como ocurre con los fondos Next Generation necesarios para acometer algunos proyectos, otras por el retraso de las inversiones en infraestructuras del ministerio correspondiente, y por si con eso no bastara, hay que sumar las negativas consecuencias derivadas de una excesiva judicialización de los proyectos de energía eólica, que es uno d e los grandes pilares de esta nueva industrialización de la ciudad y su área. Pero hay también otros factores presentes en la gestión de los mismos proyectos. En esto voy a centrarme. Citaré cuatro casos.
Los retrasos en la fachada marítima:
Es sin duda el mayor proyecto urbanístico de la ciudad y la mayor oportunidad para mejorar su imagen urbana, que desde mediados del siglo XX está dominada por un diseño urbano mediocre y especulativo, en contraste con las realizaciones creativas de los siglos XIX y principios del XX y que siguen siendo los espacios icónicos de la fachada marítima coruñesa. Para acometer esta trasformación, en 2004 se firmó un convenio y pronto se presentó un primer proyecto caracterizado por un exceso de volumen construido. Eran otros tiempos, otros intereses y otras mentalidades. Sin embargo, el mismo autor -liberado de las condiciones del convenio citado-posteriormente incorporó en fichas separadas una versión más libre y creativa de la reforma de los muelles a través del nuevo Plan General de Ordenación Municipal (PXOM) aún vigente. A pesar de que el autor fue galardonado como el mejor urbanista del mundo en reformas de frentes marítimos, en la ciudad sus aportaciones apenas se tuvieron en consideración, lo que no impidió que muchos profesionales las repitieran, copiadas o no, haciendo que en la actualidad sigan estando presentes en las nuevas propuestas: soterramiento del tráfico, prolongación de los jardines hasta el mar, un frente para actividades de ocio relacionadas con el mar, la compatibilización de usos portuarios , y la creación de barrios residenciales en los que la vivienda conviviera con actividades económicas innovadoras, tecnológicas principalmente, como actualmente ocurre en muchas ciudades avanzadas. No cabe dudar de su papel pionero. Según mi opinión sigue siendo la mejor aportación y la más actual.
La Xunta de Galicia añadió dos actuaciones: la peatonalización de la Dársena y El Parrote en la alcaldía de Carlos Negreira, que fue cuando se aprobó el plan general mencionado. Con la Marea en María Pita se hizo un amplio concurso de ideas, que, si bien no fue operativo por la incapacidad para gestionarlo, aportó un excelente banco de ideas para tener en cuenta: Mas recientemente, coincidiendo con el cambio de titular de la Autoridad Portuaria, se consignó en el presupuesto del Gobierno gallego una importante cantidad (17 millones) para cometer el soterramiento del tráfico en la avenida del puerto, para iniciar la prolongación de los jardines, y la construcción de una gran rotonda a la altura de la plaza de Ourense, y más 20 millones para la compra de suelo para aminorar el peso de la deuda adquirida por el convenio de 2004, para que el puerto redujera la carga financiera adquirida. Cualquier ciudad hubiera aprovechado esta ocasión para acometer esos proyectos, porque en realidad eran actuaciones contenidas en el plan general aprobado y preparatorias para lo que se haría después, porque estaban pensadas para mejorar la movilidad en una zona saturada, facilitando así la reforma posterior del frente marítimo. Pero a pesar de esta oportunidad, unas suspicacias políticas equivocadas por parte de la alcaldía que veía en el titular del puerto un contrincante electoral, y reticencias políticas por el protagonismo del proyecto, dieron al traste con lo que hubiera sido el primer paso -o segundo según se mire- del gran proyecto. Al final, el protagonismo político, las suspicacias partidistas, y las confrontaciones ideológicas sobre la titularidad del suelo público, retasaron durante cinco años los posibles avances en el puerto. Ante esta situación era necesario mover ficha y el Ayuntamiento encargó un estudio a un equipo de la UDC, pero sus aportaciones poco añadieron a las ideas anteriormente propuestas, siendo la única novedad una terminal de cruceros en el muelle de Calvo Sotelo, con una localización desajustada de las tendencias previstas para el atraque de los grandes buques. Siguieron pasando los años y todo seguía igual. Ahora, el puerto, asfixiado por el peso de los intereses de la deuda adquirida, se ve obligado a cerrar los ejercicios contables con saldo negativo.
Menos mal que en los últimos meses, las cosas han empezado a cambiar, siendo de destacar la constitución en mayo, por decisión de la alcaldía, de la comisión interadministrativa necesaria para poner el proyecto definitivamente en marcha: la Comisión Marítima. El calendario establecido parece anticipar un nuevo ritmo; el que hace cinco años debiera haber tenido. El puerto dio dos pasos decisivos: sacó a concurso su nuevo plan estratégico de usos para determinar que parte del suelo portuario puede quedar desafectado, ya que gran parte del puerto interior seguirá activo: nuevas actividades comerciales (contenedores en el Centenario), pesqueras (pesca e industria derivada en La Palloza y Oza con el deseable traslado de la Lonja de Altura, ) y turismo en los muelles actuales de cruceros y en el de San Diego. Quedan como grandes bolsas de suelo para urbanizar: el puerto petrolero, parte del muelle de e San Diego y la estación de mercancías cuando se traslade de lugar. Paralelamente, el puerto ha anunciado la preparación de las bases para convocar en diciembre un concurso internacional para el proyecto de desarrollo del frente portuario dentro de las acciones de la Comisión Marítima creada.
Por fin, parece que todo está encaminado y que el nuevo enfoque del proyecto aporta la visión necesaria para proyectar la ciudad internacionalmente. Como pronto en 2030 puede estar aprobado el proyecto. Todo esto nos dibuja un escenario magnifico, y al fin el gran proyecto portuario despega con vuelo de crucero. Lo incomprensible es que tuvieran que pasar casi 30 años, cuando se sabía que en el 2027 los muelles quedarían liberados y que desde esa fecha ya se hubiera podido avanzar en la implantación del proyecto, y tener terminadas las inversiones en infraestructuras previstas, y como colofón con la movilidad mejorada. Bienvenido sea todo ello, pero es una lástima que se hayan perdido tantos años, aunque como dice el refrán: “no hay mal que por bien no venga”.
La Ciudad de las Tics a vuelo rasante.
La primera referencia a la reconversión de la fábrica de armas en un parque de la innovación fue la del proyecto “Coruña Futura”, encargado por el alcalde Negreira a A. Vegara, y que no llegó a ponerse en marcha. Ya anteriormente, en mi estudio “Coruña Metrópoli Euroatlántica” incluía una Avenida de la Innovación alrededor de Alfonso Molina en el tramo que conectaba la Universidad con la factoría de Pedralonga donde ubicaba un parque tecnológico conectado con el parque científico que entonces empezaba a andar en el Campus de Elviña. Son meras referencias, pero aportan un grado de coincidencia interesante que corrobora la consistencia de una idea que al fin fraguó en la Ciudad de las Tics promovida por A. del Corral desde el Citic de la UCD y con el apoyo del Cluster Tic de Galicia. Así se materializó un proyecto innovador que cubría la necesidad de dotar a la ciudad de una plataforma tecnológica que, en otro formato, ya habían acometido 28 ciudades españolas. No en todos los casos se alcanzó el éxito esperado y pocos fueron los que atrajeron inversores de relevancia. En el caso coruñés, la propuesta fue diferente, adaptándose al nuevo escenario tecnológico y empresarial. Lo original de su planteamiento y lo que la hace viable es su especialización en las actividades Tics aprovechando la fortaleza que esta industria había adquirido en la ciudad, que situó a La Coruña en un puesto relevante entre las ciudades españolas, oscilando entre el cuarto y el sexto puesto según los años, y que oportunamente evolucionó hacia la inteligencia artificial, y recientemente incorporo un sector, el audiovisual, que está entre los más dinámicos en generación de empleo creativo.
Pero esta iniciativa , promovida por la UDC desde le CITIC, tuvo que sortear las intenciones de la Agencia de la Innovación de Galicia que pensaba acometer un espacio semejante en la Ciudad de la Cultura. Al final, el empuje de los promotores logró que la opción coruñesa encontrara en la Xunta los apoyos necesarios que completaron los de la Diputación y el Ayuntamiento coruñés. El rector Abalde adoptó el proyecto con gran entusiasmo y logró que pasara del papel al terreno, no sin dificultades. Se sumaron en su apoyo, las empresas del sector y con un nuevo formato muy competitivo se puso en marcha la rehabilitación el primer edifico, donde se ubicó el Centro de Servicios Avanzados, y con él el Galaxy Lab del ITG, y posteriormente una plataforma para la pujante industria audiovisual promovía por la Diputación y la Xunta de Galicia. Ahora el gobierno gallego ocupará otra nave para crear un espacio de aprendizaje en IA para las pequeñas empresas gallegas, y la UDC anuncia una incubadora de empresas tecnológicas en otra nave. También figuran entre las previsiones, un edificio para los master y posgrados en IA de la UDC y la ampliación del CITIC. Un magnífico complemento para la AESIA, es decir la Agencia Española de inteligencia Artificial que promovida desde el Ayuntamiento y con el apoyo de todas las administraciones gallegas y de las grandes empresas usuarias de IA, se instaló en la ciudad, tras un largo litigio con la ciudad de Granada que retrasó su puesta en marcha. Ahora empieza a hacerse realidad.
Estamos ante un conjunto de instrumentos tecnológicos que tan solo tres o cuatro ciudades españolas pueden ofrecer (Madrid, Barcelona y Málaga). Es lógico que muchas empresas- según se informa más de 20- estén esperando para encontrar ubicación en Pedralonga, y que otras de mayor tamaño estarían dispuestas a ocupar totalmente una o dos de las naves. Ciertamente que el gran proyecto tecnológico coruñés ya arrancó, pero con una lentitud excesiva después de un impulso inicial notable. Hay dos graves inconvenientes: que esta sin urbanizar la parcela y que las naves siguen sin rehabilitar, lo cual impide atraer nuevas empresas. Los centros de iniciativa institucional están en marcha, pero las empresas no pueden instalarse por la falta de adecuación del espacio y de los edificios. Y un Parque Científico y Tecnológico como este solo tiene su razón de ser si es capaz de atraer empresas tecnológicas. Frente a los avances citados, sigue sin crearse la unidad de gestión, y no sé si tiene relación con esto no, pero la realidad es que también siguen sin llegar los fondos de inversión pública (programa Next Generation), para acometer la rehabilitación de las naves que quedan, y también para terminar con la calidad debida la urbanización del espacio que acomete el Ayuntamiento. No faltaron episodios en los que la UDC y el Ayuntamiento pugnaban por el protagonismo del proyecto. De hechos siguen sin presentar los estatutos oficiales, tan necesarios ara avanzar en su puesta en marcha, tras dos años de elaboración. Es más, la Xunta ha mostrado interés en incorporarse a la dirección de la Ciudad de las Tics, lo cual debería constar en los estatutos, pero no parce que haya una decisión firme sobre ello. Llevamos casi diez años, y las expectativas siguen en pie, las realizaciones se van materializando, pero la gestión se ha convertido en un obstáculo. Tal como van las cosas, habrá que esperar varios años a que las empresas puedan instalarse, y esta lentitud puede desanimarlas de su intento y buscar otra ubicación. A lo mejor proe so en la ciudad están apareciendo espacios alternativos ( en el parque empresarial de Icaria, en el HIB del Centro de Ocio y posiblemente en otros lugares) . Me gustaría que se comparase esta deriva con la trayectoria reciente del mayor parque tecnológico y científico de España, el Málaga Valley, donde siguen asentándose grandes multinacionales tecnológicas, que con otras menores suman 25.000 empleos de calidad y acaban de aprobar un plan de gestión para doblar esa cifra en cuatro años. Pero hay una gran diferencia, mientras aquí todo se hace lentamente, muy lentamente, y con una opacidad que oculta los protagonismos de todo tipo que hay detrás, en la nueva capital económica andaluza la iniciativa y la gestión es compartida entre el sector privado y el público. La conclusión es esta: tenemos un gran proyecto, pero como todo se hizo sin plan previo, se están dando palos a ciegas. Llevamos años a un ritmo lento muy preocupante. ¿Cómo van a venir empresas de fuera?
El Green Port no acaba de navegar.
Otro de los grandes proyectos de la ciudad es el Green Port, una inteligente iniciativa de la Autoridad Portuaria para crear en Punta Langosteira una de las principales plataformas marítimas internacionales de energías renovables y de eólica marina. Están interesadas en instalarse allí industrias generadoras de empleo de calidad, y alrededor de ellas se puede desarrollar una corona de empresas muy avanzadas de energías renovables y especialmente de bioenergía, de economía circular y de otras aplicaciones innovadoras. Hay nueve grandes empresas multinacionales interesadas, con miles de empleos proyectados y con cuantiosas inversiones. Todo iba muy bien, pero desde hace dos años la falta de apoyo del Gobierno Central está paralizando las inversiones en infraestructuras básicas y también la llegada de los fondos europeos que muchas empresas esperaban lograr. Por encima, una actitud obstruccionista de algunos sectores y la judicialización de los proyectos de energía eólica están poniendo en riesgo la instalación de dichas empresas. Todo va a un ritmo desesperante, un ritmo que sorprende a los propios inversores comprometidos, y que a la Autoridad Portuaria le complica su financiación. Como en la Ciudad de las Tics, el proyecto esta definido, las empresas están interesadas pero la lentitud y la incapacidad de la gestión pública para gestionar un proyecto como este, emerge de nuevo como una amenaza para su desarrollo. O no esta o tarda en llegar, y pudiera ser que algunas incitativas se trasladasen a otro lugar, aunque hay que reconocer que las condiciones favorables de Punta Langosteira son difíciles de encontrar en otro puerto. Esa es la ventaja. Además, e indirectamente, la gestión portuaria está afectada por la negativa de algunos sectores a negociar parte del suelo portuario vacante para transformarlo en zonas residenciales y obtener, los fondos económicos necesarios para las obras de preparación del suelo, y que por añadidura daría a la ciudad una nueva fachada marítima con diseño de calidad entre La Palloza y los Castros. Algo que en todos los puertos del mundo se ha hecho. Y casi siempre con prontitud, porque inversores ( no especuladores) no faltan. Aquí llevamos años de retraso y años de obstáculos para avanzar.
Las infraestructuras viarias se eternizan.
El déficit de una red viaria de alta capacidad que vertebre la extensa y densa área metropolitana coruñesa es tan urgente como recurrente, de ahí que no sea necesaria otra cosa que reiterar su enumeración, ya que desde hace veinte años se está hablando de lo mismo, y en ese tiempo los avances han sido pocos. Ejemplos: Alfonso Molina con más de diez años de retraso y ahora a cámara lenta, la cuarta ronda se empieza a perder en la memoria, el vial 18 dando vueltas a lo mismo, y la vía ártabra en el limbo. Todos, ayuntamientos, Xunta, Gobierno Central, están implicados y son responsables, de una u otra manera, de ese retraso. Y todo va a cámara lenta, como en los viejos cinematógrafos. Y qué decir del tren de cercanías entre coruña y Ferrol ¿cuánto tiempo se lleva hablando del by pass de Betanzos?.
Y ahora un nuevo desencuentro: el proyecto de Riazor en entredicho.
Estamos asistiendo estos días a un nuevo capítulo de la serie coruñesa: a la ciudad se le acaba de conceder ser sede del mundial 2030 con un gran proyecto de estadio y un ambicioso plan para la renovación de su entorno. Un proyecto que supera los cien millones de euros, si se cumplen las expectativas. Pasaron solo dos días y la alcaldesa convoca una apresurada reunión ante los medios para protagonizar el evento, que algunos justifican por la necesidad de contrarrestar la pésima gestión de los servicios de limpieza. En el mismo acto, que debería haber sido de consenso, ya se ponen de manifiesto graves desencuentros que se daban por acordados: el plan de financiación presentado es contestado por la Xunta, el Deportivo rechaza el proyecto presentado y se enfada por no contar con su participación en el proceso, cuando la otra inversión privada no se conoce más que en los papeles, y todo esto ocurre nada más que hacerse pública la concesión. ¿Cómo es posible qué esto pase? Lo peor es que esa irresponsable puesta en escena pone en riesgo la sede coruñesa porque las otras dos ciudades eliminadas, Vigo y Valencia, ya se han apresurado a recurrir la decisión a la Federación Española y al Consejo Superior de Deportes, aludiendo a los problemas surgidos en la candidatura de Riazor para su financiación. Todos los medios lo han recogido y desde luego la imagen de la ciudad no es muy satisfactoria. ¿Es esta una buena gestión del tema cuando hay un convenio para el uso del estadio con una empresa privada gracias a la cual el Deportivo esta donde esta? Doy por hecho que esto pasara, y aunque otros lo desearían, no perderemos la sede del mundial, pero este entorno de confrontación y desacuerdo no es el más favorable. La implicación de todas las instituciones con la ciudad y su equipo, y especialmente de Abanca, es siempre una garantía para que, a pesar de estas tensiones momentáneas, las cosas vuelvan a reconducirse.
Una gestión deficiente de la ciudad late en el fondo de los retrasos.
Lo llamativo es que situaciones como esta, o parecidas, se suceden en el tiempo, y, a modo de ejemplo, para que se vea que el problema de la gestión urbana no es algo coyuntural, ni es solo resultado de una determinada gestión personal o de partido político, sino que viene desde lejos. La mejor demostración de ello es lo que ocurrió con el Parque Ofimático. Un proyecto que en el camino cambió de formato y que tuvo que esperar más de 30 años (cinco alcaldes) para empezar a convertirse en realidad. La idea fue de Antonio Couceiro, entonces director de vivienda en la Xunta, y estaba pensado, como figura en el proyecto de trasformación urbanística de 1990 como polígono destinado a empresas de servicios, tecnología e información. La idea, también aplicada a Vigo, no encontró en Galicia el contexto adecuado, aunque en grandes ciudades europeas estaba funcionando bajo la denominación de Parque de Negocios y que en algunas ciudades se transformaron en parques tecnológicos, una posibilidad que ni se valoró. Por eso, cinco años más tarde se reclasificó el suelo como residencial con la intención de edificar unas 2000 viviendas. Tras años de demandas judiciales por la chapuza expropiatoria de la Xunta, desencuentros políticos entre las distintas administraciones, enfrentamientos entre colectivos sociales y torpezas en la gestión urbanística, hubo que esperar 34 años, para reconvertirlo en un nuevo barrio residencial. La mala gestión del proyecto terminó por hacer de él otra cosa, cuando había otras opciones vinculadas al plan inicial más innovadoras, como tantas ciudades supieron ver. Una oportunidad perdida.
¿El plan estratégico como solución?
La Coruña, decía al principio, está en un momento álgido de su evolución urbana y metropolitana, pero hay un gran desajuste ente el dinamismo de la iniciativa privada, principalmente la empresarial, y la eficacia de la gestión pública, tan lenta como exasperante. Ese desajuste no deja de ser un cuello de botella para avanzar en el desarrollo de esa gran ciudad que empieza a dibujarse. Hay un grave problema de gestión, también de gobernanza y de exceso de protagonismos. Solo la leal cooperación y la concordia pueden crear la atmosfera de consenso para que entre todos, los grandes proyectos avancen y se hagan fructíferas realidades. Estamos a tiempo, y el plan estratégico puede aportar una solución. Aquí hemos ido- como antes ocurrió-al revés de lo que marca la praxis de la planificación urbana: van surgiendo los proyectos, pero sin un armazón común plasmado en un proyecto de ciudad y sin un acuerdo previo de cooperación y participación institucional, empresarial y social. Lo deseable sería lo contrario: primero se hace un plan que establece lo que la ciudad quiere ser, donde actuar y como lograrlo, para después establecer el modelo de gestión del plan y de la ciudad. Para ello lo más habitual es crear una oficina de gestión dotada de cierta autonomía en la que participen todos los actores públicos y privados implicados, y luego se desarrollan las acciones tras los acuerdos entre los actores, siendo la cooperación entre lo público y lo privado la base de la gestión, y así hacer realidad el proyecto de ciudad que está detrás de un buen plan estratégico. Posiblemente esa sea la principal tarea del plan estratégico que dirigirá Pardo de Vera, porque si se limita a aplicar el modelo de la Agenda 2030, más la suma de los proyectos e iniciativas en marcha, se quedaría en un plan más, que tal vez sirva para obtener fondos públicos, pero que no es lo que la ciudad precisa: un proyecto ecto ambicioso de ciudad, un plan preestablecido de cooperación y la unidad de gestión.
Un diagnóstico final del problema.
Gestión, protagonismo, confrontaciones, judicialización, lentitud en toma de decisiones…Ese es el escenario que muestra al exterior esta ciudad. Cualquier inversor que quiera instalarse y busque información sobre la gestión pública y la cooperación privada, se encontrará con un conjunto de actores que funcionan de manera individualista, y con una evidente falta de liderazgo urbano, que no debemos confundir con el político. Lo hubo con Paco Vázquez, pero desde entonces sigue en vacío.
A algunos gestores públicos les ha faltado visión, a otros les excedió la dimensión de los proyectos, y a otros les perdió su afán de personalismo. Tal vez por eso los actores urbanos que tiran de la ciudad sean siempre los empresarios. En esta magnífica ciudad, los principales proyectos tractores son fruto de una poderosa y creativa iniciativa endógena. No en balde la mayoría de las grandes empresas son empresas familiares.
Por eso, hay que conjuntar los intereses de lo público con lo privado, porque sin la aportación del capital privado los fondos públicos no serían suficientes, y, aunque lo fueran, el retaso terminaría anulando las ventajas. Creo que eso es lo que la ciudad necesita. Hay que poner luces largas como se suele decir ahora y hay que dejarse de protagonismos personales o politicos. Sin eso, todo quedar en casi nada.