La Coruña prometida. (I Parte)

1.-Dos visiones urbanas para un proyecto de ciudad de excelencia.

Hay dos maneras de analizar la ciudad, la visión inside o desde dentro, y la visión outside o desde fuera. La primera es la propia del urbanismo y la segunda el objetivo del desarrollo urbano. La primera atiende a las necesidades de los ciudadanos y a la mejora de la calidad de vida y del espacio urbano. La segunda mira al crecimiento económico, la creación de empleo, la atracción de visitantes y de población, es decir la competitividad exterior. La primera es analítica y proyectiva y la segunda adopta el marketing estratégico, que no es lo mismo que el marketing político.  Cuando ambas visiones se complementan y se plasman en un proyecto urbano con un nivel alto de diseño, creatividad, sostenibilidad y competitividad estamos ante un proyecto de ciudad, que si está bien aplicado,   puede posicionar a la ciudad en cuestión como centro de excelencia. Otras ciudades medias españolas, como Bilbao y Málaga lo han logrado, La Coruña lo puede lograr.

Sin embargo,  La Coruña , según el índice IESE-ONU ha perdido dos posiciones en estos cuatro últimos años en el conjunto de las nueve ciudades españolas incluidas en ese grupo de ciudades globales, encabezado como antes por Madrid  y Barcelona, siendo superada por Málaga,  Sevilla y Zaragoza, pero a su vez superamos  a Bilbao y a Palma de Mallorca.

2.-La fórmula de éxito en las municipales.

Siendo esto así, me llamó la atención que la propaganda de los partidos se centró en su mayoría en la ciudad hacia dentro y no valoraron la importancia que para toda ciudad tienen las estrategias de atractividad y proyección exterior. Una carencia que denota algo muy importante: en las formaciones políticas que obtuvieron representación, salvo el PSG, hubo una carencia de ambición. Y sin ambición la ciudad se queda aletargada.

Claro que, según parece, fue en las ciudades donde los alcaldes se centraron en ese tipo de actuaciones y donde la cercanía a la población fue significativa, obtuvieron mayorías más amplias. Pero también en aquellas donde los alcaldes supieron poner los intereses de la ciudad por encima de los de los respectivos partidos, llegando a la confrontación cuando fue necesario. La lección de Vigo, Cádiz y Estepona que hoy comentan los diarios son una prueba de ello.  Claro que hacer un proyecto de ciudad es mucho más que poner flores, defender los trabajadores en paro o arreglar las calles o poner muchas luces, aunque todo eso deba también hacerse.

3.-La Coruña del siglo XXI demanda un proyecto de ciudad ambicioso y creativo.

Todo eso está bien, pero no basta. Al menos cuando para un buen alcalde su objetivo no se limita a los votos, sino que aspira a dejar un legado valiosos para la ciudad y lo coruñeses. Seguro que así aún tendrá más votos y mayor reconocimiento.

Por eso, la defensa de proyectos como la Ciudad de las Tics, la Zona Franca, el consorcio metropolitano de transporte, o el consorcio para la renovación de la fachada portuaria, más la culminación del borde litoral y su enlace metropolitano destacan como proyectos propuestos por la previsible alcaldesa Inés Rey, que pueden servir de base para construir la ciudad que muchos ambicionamos. Y también, por eso, ya antes de las elecciones, habíamos dedicado debates a esos proyectos, y por eso son para esta Asociación temas que seguirán contando con nuestro apoyo.

De todos modos, quedan apartados por cubrir para que ese proyecto de ciudad se complete. Los eventos culturales, la oferta museística y la oferta turística de calidad son piezas ineludibles en toda ciudad que pretende mejorar su posicionamiento y su competitividad. Tanto que se han convertido en las actuaciones más emblemáticas de las ciudades ascendentes, como es el caso de Málaga, y antes el de Bilbao.  Por eso, requieren un planteamiento más ambicioso del que hasta ahora se ha hecho. Razones no nos faltan, posibilidades tampoco. Tal vez así logremos recuperar la posición anterior en el grupo de las ciudades españolas globales antes mencionado.