Sobre la necesidad de un cambio en la ciudad para evitar la pérdida de organismos e instituciones, provocado por lo que tildan de un excesivo localismo coruñés.
Aún a riesgo de ser tachado de localista, voy a exponer una sensación que de un tiempo a esta parte me inquieta cundo leo algunas noticias u oigo algunos comentarios. Son muchas cosas sueltas, pero la acumulación de todas ellas en un momento acotado de tiempo no deja de hacerme sospechar que algo está pasando, de que algo no va bien. Otras personas tienen el mismo sentimiento.
Hace poco asistimos a la justificación histórica de que la Real Academia de Medicina y Cirugía había sido creada en Santiago y no en La Coruña, y eso escrito por el mismo compostelano que desde hace años preside la institución coruñesa, o mejor gallega con sede en La Coruña. Primero se pone al frente un compostelano, después entran nuevos miembros de la misma ciudad o asimilados, el tercer paso es llevar los actos principales a los salones más nobles del monumental marco compostelano. Solo queda encontrar derechos históricos para justificar un cambio de sede que lógicamente en una posible votación tendrá mayoría, porque así ya se ha procurado. La Real Academia de Bellas Artes, la Real Academia de Jurisprudencia y seguramente otras pueden seguir la misma hoja de ruta. La Real Academia Gallega ya tiene una sede en la Ciudad de la Cultura, y solo queda un paso. Todo indica que desde determinadas instancias hay interés en que esto suceda, al menos entre algunos miembros con influencia en la opinión pública y con apoyos mediáticos, locales o no, y de la propia Xunta.
Lo mismo ocurre con los colegios profesionales, empezando por el traslado ya solicitado del Colegio de Notarios y del de Abogados. Otros irán detrás. Y qué decir de las federaciones deportivas, en lo que la de futbol fue paradigmática. Nada más que poner al frente a un político del PP se tomó la decisión de trasladarla a Santiago. La Xunta le ofreció gratis amplio espacio en San Lázaro para el traslado, y si no se hizo formalmente si se hizo de facto, porque el centro regional de operaciones ya está en los locales cedidos por la Xunta al efecto.
También surgen de vez en cuando voces que claman por el traslado de las sedes de la Policía Nacional y la Guardia Civil a la ciudad compostelana o la nueva subcapital administrativa de A Estrada en términos de seguridad.
Y ahora emerge de cuando en cuando una vieja demanda. La unificación de la orquestas Filarmónica de Santiago con la Sinfónica de La Coruña , la OSG, para hacer una sola, por razones de falsa austeridad, llevando la sede al teatro de la música previsto, y ahora solo paralizado, en la Ciudad de la Cultura. Por eso de vez en cuando en un medio local aparecen cartas al director firmadas por nombres inexistentes (está comprobado) que reclaman una y otra vez que la Xunta deje de subvencionar a la formación coruñesa por su escasa galleguidad y pro ser un proyecto fracasado. ¿No parece increíble que se llegue a decir esto del proyecto cultural con mayor reconocimiento internacional que tiene Galicia? Y es lo que también pasa con la ópera y otros eventos musicales.
Ya hemos visto como Feijoo pidió a ABANCA que llevara la sede de A Fundación a Vigo, y a la OSG que a cambio de las subvenciones se exija salir más de nuestra ciudad, llegando a inaugurar el próximo curso en Vigo.
Y no estaría mal, siempre que se hiciera lo mismo con las demás instituciones. Yo no recuerdo que a las federaciones, colegios profesionales, formaciones culturales etc con sedes en Vigo o Santiago, que las hay, se les pidan contrapartidas semejantes. Y tampoco estaría mal, pero ¿Qué se esconde en esa disimulada discriminación amparada en una seudogalleguidad? Yo lo tengo claro.
Es pena constatar la apatía de los medios y de las instituciones coruñesas para defender la ciudad, probablemente por las obediencias ciegas impuestas a muchos políticos, la simple conveniencia para otros, y por los medios subvencionados para hacer frente a su crisis particular. Se nos ha colgado el sambenito del localismo a los coruñeses, cuando es la ciudad que más generosamente contribuye a patrocinar todo tipo de eventos y actividades en el resto de las ciudades gallegas. Piense cada uno cuantos patrocinios de Vigo, de Pontevedra, de Santiago, de Lugo o de Ourense llegan a su ciudad. Lo normal es que en cada casos se circunscriban a su ámbito geográfico. Son las empresas coruñesas las que están patrocinando a muchas entidades de toda Galicia, incluyendo la Ciudad de la Cultura. Y es lógico que sea así, porque todos somos Galicia y todos queremos contribuir a engrandecer nuestra tierra, pero que no se nos coloque la marca localista cuando somos los más abiertos y participativos. Repito una vez más, defender y trabajar por el progreso de la ciudad de uno, sea cual sea, no es localismo. Lo es cuando para avanzar una se ataca a las otras, o se intenta privarla de lo que forma parte de su patrimonio urbano. Por eso los localismos coruñeses son, más allá de ciertas mentalidades pueblerinas que existen, ya una falsa argumentación para justificar locales o personales que casi siempre se esconden detrás de esas postverdades.
Yo no sé quién está detrás, ni siquiera si está, pero desde luego puedo poner nombres de personas que buscan apoyos institucionales y en algunos casos apoyo de la Xunta de Galicia, y que han manifestado de vez en cuando estas intenciones, y que se caracterizan por ser estrategas sutiles con vistas a plazos largos, pero eficaces.
Ahora que el gobierno local no se preocupa de la ciudad y los políticos son solo peones de su respectivo partido, y cuando las instituciones están cada una a lo suyo, lo mismo que los medios, la ciudad se encuentra desvalida. Al mismo tiempo la apatía y la indiferencia de tantos coruñeses encogidos de hombros, porque ellos no pueden hacer nada, trasforman a la ciudad un yermo para todo lo que no sea la propia comodidad y la desgana. Hoy una gran parte de los coruñeses han roto su compromiso con la ciudad, y les basta que otros les den lo que su vida diaria requiere para que se desentiendan de todo lo que va más allá de su propio egoísmo individualista. Así la ciudad se queda sin defensa. No me extraña que la pomposa orden de Caballeros de María Pita quiera premiar a un profesor compostelano que nada hizo por la ciudad ni tiene otra relación con ella que la de utilizar los recurso de sus instituciones benefactoras. Si eso ocurre en los que se unieron para seguir la estela de María Pita ¿Qué ocurrirá en los demás? Es tiempo de pensar en una respuesta contundente desde la sociedad civil a una situación que ya empieza a ser de verdad preocupante.