Primero fue el díscolo, pero efectivo, alcalde Arteixo quien rompió la unidad del consorcio para la gestión de los servicios públicos. Después, aunque con años de rechazo acumulados, el alcalde de Cambre con su férrea oposición al trazado final de la vía ártabra. Una contestación que sirvió de excusa a Feijóo para retrasar las inversiones en dicha vía. La pelea entre el alcalde de Oleiros y el de Cambre por la finalización de la vía ártabra es ya una batalla.
También el alcalde de Arteixo reitera su escenificación del rechazo al peaje de la autopista. Todos estamos de acuerdo en la necesidad se suprimir tan injusto peaje, pero ¿por qué la Xunta no incluye ese pequeño tramo entre los peajes en la sombra? Todos pagamos con impuestos los peajes de las autovías de Santiago a Ourense, del Salnés y del Barbanza para que sean de uso gratuito. También todos pagamos con la subida general del peaje las obras de la autopista en Santiago-Ciudad de la Cultura y Vigo-Rande. ¿Por qué no el peaje de Meicende? Sin embargo el propio alcalde de Arteixo propone, como alternativa, apoyado por la Xunta, suprimir la cuarta ronda, que la alcaldesa de A Coruña defiende, dando respuesta a los representantes de los polígonos y de las empresas que saldrían beneficiadas de su realización. La cuarta ronda es necesaria como también lo es eliminar el peaje mencionado.
Del mismo modo, el alcalde de Culleredo se opone al vial 18 que uniría la autopista con la tercera ronda y con el aeropuerto, y se enfrenta a la necesaria ampliación de la terminal aeroportuaria. El alcalde de Sada se opone a la entrada de la vía ártabra por el túnel de Fontán. Y seguro que hay otros conflictos parecidos en temas que ahora no recuerdo.
No voy a entrar en explicaciones sobre cada propuesta, solo dejar constancia de cuatro cosas.
1.-Es notoria la dificultad que tienen los alcaldes para ponerse de acuerdo, primando los intereses locales sobre los generales.
2.-Es lamentable la falta de un plan viario comarcal actualizado con el consenso de todos.
3.- Es imperiosa la necesidad de un plan director de ordenación del territorio previsto en la ley.
4.-Es lógica la duda que esta situación genera sobre la efectividad de la constitución del área metropolitana como gobierno supramunicipal.
Sabemos que de las 17 creadas en España solo la de Barcelona sigue, aunque sea parcialmente. Las demás se disolvieron o no se pusieron en marcha por la pesada gestión burocrática que la ley impone y por las desavenencias entre los alcaldes respectivos. En contraste tenemos el éxito del plan de infraestructuras viarias y de transporte metropolitano de Bilbao, sin necesidad de constituir un área metropolitana.
Con estas experiencias y con la dificultad de los alcaldes para ponerse de acuerdo, cabe pensar lo siguiente ¿qué futuro le espera al área metropolitana de A Coruña si los alcaldes no son capaces de ponerse de acuerdo para resolver el principal problema del área coruñesa que es la red viaria comarcal y la movilidad? Llevamos así años.
Del mismo modo, hay alcaldes que se oponen a la incorporación de Laracha y Carballo al nuevo ente administrativo, al que deberían añadirse Cerceda, Oza y algunos más si se quiere que nuestra área metropolitana no nazca disminuida, dado que el espacio funcional metropolitano actual se ha ampliado en estos diez últimos años. Resultado. El área metropolitana administrativa que se pretende nace empequeñecida por el temor de algunos alcaldes a incorporar nuevos socios. Otra demostración de que la visión a corto plazo sigue primando sobre la realidad objetiva. Una pregunta. Si ni siquiera se admite el presente, ¿cómo se va a construir el futuro?
Y mientras esto ocurre, las inversiones en infraestructuras vitales se postergan y los cuatrocientas diez mil coruñeses metropolitanos aguantando colas, retenciones, y pagando peajes. Naturalmente esta división interna de los políticos locales impide la llegada de inversiones de otras administraciones. Y en parte es lógico, porque si los interesados no se entienden es mejor no meterse en el lio que ellos mismos han creado. La fuerza del área metropolitana es la posibilidad de actuar y reclamar juntos. A la vista de lo visto. ¿Qué podemos pensar? Mal comienzo.
Viene ahora a cuento aquel refrán: casa de dos puertas mala es de guardar. Si esto es así, entonces, ¿qué pensar de una ciudad con diez alcaldes desavenidos? No basta con hacerse fotos juntos.