Interesante artículo que destaca el nulo avance en políticas que mejoren el estado de conservación de vías en Coruña.
Estos meses hemos hablado mucho de la peatonalización de la Ciudad Vieja. Es un tema recurrente y que no logro entender como se ha ido postergando durante tanto tiempo. Cierto que parece estar bien enfocado, porque la peatonalización de los centros históricos debe de ser flexible para favorecer que los residentes puedan acceder a su casa en condiciones normales. Donde así no se ha hecho, y se ha apostado por la exclusión total del automóvil para residentes, el resultado fue el vaciado residencial o la conversión en parques temáticos de función turística. En Galicia tenemos dos buenos ejemplos de ello. El primero es el más positivo: el centro histórico de Pontevedra, el segundo el de peor resultado: Santiago de Compostela. En Pontevedra, ciudad ejemplar en este aspecto, la recuperación de espacio público ha contribuido eficazmente a fijar población, a atraer nuevos residentes y a revitalizar el hermoso barrio antiguo. En Santiago ha ocurrido todo lo contrario. La fórmula rígida utilizada está detrás de los datos estadísticos que demuestran, año tras año, como el centro monumental se vacía y como las actividades económicas se van circunscribiendo a las relacionadas con el turismo, del mismo modo que las viviendas vacacionales sustituyen a los residentes. Con estas lecciones parece obvio que en la Ciudad Vieja debemos apuntarnos al modelo de Pontevedra y así parece lo está habiendo el Gobierno Local.
Pero la peatonalización, ya muy implantada en la Pescadería, en gran parte gracias a la excelente labor del que fue concejal en el bipartito: Mario López Rico, debe extenderse hacia otras zonas de la ciudad. No olvidemos que el centro histórico de A Coruña no solo es la Ciudad vieja, sino que está formado por La Pescadería y Las Atochas. Tanto en la Pescadería como en el barrio alto, la mayor parte de las calles están peatonalizadas, excepto las calles de San Andrés y Panaderas, que reclaman su humanización para mejorar la movilidad y reforzar su atractivo, y así contribuir a la promoción del comercio local y mejorar la calidad de vida de los residentes. En el bipartito se había presentado un proyecto, pero el gobierno posterior, incompresiblemente, no se atrevió a llevarlo a cabo en su totalidad. Hoy los mismos comerciantes que antes lo rechazaban piden que se acometa para recuperar la centralidad. No cabe duda que el haberlo postergado fue una mala decisión para la ciudad histórica.
Parecía que el actual gobierno de la Marea iba a cambiar las cosas, pero hasta el momento no ha hecho nada. Y el eje Panaderas-San Andrés sigue igual, a pesar de tener ya redactado el nuevo plan de movilidad cuya finalización era necesaria a para pensar la humanización de dichas arterias. La realidad es que en temas de movilidad no se está haciendo nada, ni tampoco en proyectos de humanización, más allá de la calle de la Torre. Llevan camino de ser cuatro años perdidos para la regeneración urbana y la rehabilitación de nuestro centro histórico.
Tampoco en el resto de la trama urbana ya peatonalizada se ha avanzado en la eliminación del cableado urbano que cuelga de las fachadas, afeando incluso a la emblemática calle Real, seguramente la primera calle peatonal de Galicia. Parece que se quiere trabajar para hacer del entorno de San Agustín un amplio espacio para peatones.
Y, yendo más allá, no deja de ser sorprendente que nada se haya hecho para extender la peatonalización o la humanización a otros barrios de la ciudad que teniendo un elevado valor arquitectónico y urbanístico se han convertido en centros comerciales. Como ocurre con el entorno de la plaza de Lugo, empezando por la calle Compostela, que debería ser preservada del intenso tráfico actual, para convertirla en un bulevar semipeatonal que uniese Los Cantones con Santa Margarita; y siguiendo por calles trasversales que podrían ser peatonalizadas sin que el tráfico se viera muy afectado, como el eje que une Juan Flórez con Juana de Vega. Ese podía ser el primer caso de la aplicación del modelo de la supermanzana de Salvador Rueda que fue presentado en su momento por la Marea. Y lo mismo ocurre con Cuatro Caminos donde hay calles que los propios comerciantes demandan su peatonalización y donde la calle de Ramón y Cajal sigue presentando un deplorable estado de conservación cuando podría ser un espléndido bulevar. Ahí tenemos otra supermanzana. Realmente ningún gobierno ha sido menos efectivo que este en la peatonalización y la humanización del viario urbano, a pesar de que su modelo de ciudad apostaba por este tipo de actuaciones. Una inoperancia que se traduce otra vez en cuatro años perdidos.
A todo eso hay que añadir, el deficiente estado de conservación de espacios emblemáticos como el entorno de la Dársena, el mal estado del pavimento en La Marina-El Parrote, Los Cantones o Cuatro Caminos, para darnos cuenta del lamentable estado de revista que nuestra ciudad ofrece a ciudadanos y visitantes. Una mala imagen que se acentúa con los problemas de movilidad y de tráfico así como con el disparatado desvió de La Marina que para cualquier visitante es un laberinto incomprensible. Ya se hizo mal, pero pasan los años y la situación no se resuelve. Y no son actuaciones complejas, ni excesivamente costosas, sobre todo teniendo en cuenta la baja ejecución presupuestaria, que al final se salda con un excesivo gasto en intangibles y gastos corrientes, precisamente lo contrario de lo que una buena gestión requiere y de lo que la ciudad necesita. Y es una pena que esto esté ocurriendo, porque La Coruña fue siempre una ciudad limpia, cuidada, y bien organizada.
Y ese retraso resalta más porque siempre hemos sido una ciudad avanzada, innovadora y rupturista, tanto en lo social, como en lo cultural, como en lo económico o en lo político. Por eso me disgusta que nuestra ciudad se situé entre los últimos lugares de las grandes ciudades españolas en lo que a la rehabilitación y la regeneración urbana e refiere. En todas se crean nuevos espacios peatonales, se humanizan extensas áreas urbanas y se acometen labores de renovación social y económica de los centros históricos, se humanizan externas áreas centrales y se crean centros de barrio, mientras la nuestra se sitúa entre las últimas de la fila. Cualquiera que viaje por las principales ciudades lo podrá comprobar. Hemos sido los pioneros en crear una calle peatonal en Galicia y casi en España, pero ahora nos hemos quedado a la cola. La ciudad necesita un gran impulso reurbanizador para regenerar el tejido urbano y para facilitar la rehabilitación de viviendas, la mejor manera para luchar contra el envejecimiento demográfico y el vaciado residencial de las áreas centrales.