Si echamos la vista atrás, y repasamos la evolución de La Coruña, comprobamos que, al igual que en todas las ciudades ocurre, las etapas en las que ha experimentado mayores impulsos y más valiosas intervenciones fueron aquellas que tuvieron al frente -como acertadamente dice Alberto Unsain- “alcaldes con ambición y talento”. Ambición para pensar proyectos de gran formato, y talento para ponerlos en práctica.Yo añado otra condición: tener una visión estratégica a largo plazo capaz de generar un entorno de cooperación mediante el establecimiento de alianzas estratégicas con los demás actores que intervienen en el ecosistema urbano. Ambición, talento, visión son tres condiciones propias de un liderazgo urbano. Hay otras características que suelen acompañar a las anteriores: querer a la propia ciudad e implicarse en ella, y también ser personas muy viajadas con conocimiento de muchas ciudades donde encontrar inspiración para alimentar su ambición de hacer de La Coruña esa ciudad que algún día soñaron.
LOS ALCALDES PROTAGONISTAS DE LA TRANSFORMACIÓN CORUÑESA EN EL SIGLO XX.
Repasando la evolución histórica de nuestra ciudad en la segunda mitad del siglo XX hay dos casos que responden a todas o a la mayoría de las características mencionadas, y que protagonizaron las principales transformaciones de nuestra ciudad: los alcaldes Alfonso Molina y Francisco Vázquez. Fueron estilos y momentos muy diferentes, pero basta con repasar sus aportaciones para darse cuenta que protagonizaron los capítulos más importantes de la historia reciente del desarrollo urbano de la ciudad. Los dos eran personas de talento demostrado, con una perspectiva amplia de lo que la ciudad debía ser, con ambición para proyectar el futuro, con un gran cariño a nuestra ciudad, y los dos eran personas viajadas, que tras visitar otras ciudades europeas y americanas intentaron trasladar las ideas a la realidad coruñesa de cada momento. Y eso se lo reconocieron los coruñeses en diferentes situaciones de su vida. Hubo otros alcaldes en la dictadura y también en la democracia que trabajaron por la ciudad, pero por las razones que fueran, apenas generaron impulsos significativos, o en el mejor de los casos se centraron en continuar proyectos ya iniciados.
SUS APORTACIONES A LA CIUDAD EN EL SIGLO XX.
Voy a hacer un resumen de sus aportaciones. Seguramente dejaré cosas en el olvido y tal vez algunas sean incorrectas, pero la mayoría sirven para recordar los principales hitos en la construcción de la nueva ciudad. Empezaré por el alcalde Alfonso Molina Brandao, cónsul de Holanda: Era una persona viajera, divertida y liberal para su entorno social, que intentó aplicar a su ciudad lo que veía en otras ciudades europeas. Nos legó realizaciones diversas, pero desatacaré algunas: la regeneración de los jardines del Relleno, donde llenó sus parterres de coloridos tulipanes traídos cada año desde los Países Bajos, y en ellos levantó un moderno palco de la música que rodeó de una animada terraza ciudadana, muy concurrida en verano, añadiendo después el calendario y el reloj floral. También puso en marcha la reurbanización de la Ciudad Vieja y su consideración como conjunto histórico y monumental; también la reforma urbanística del entorno de la playa de Riazor, y otras actuaciones que no recuerdo. Pero lo más destacado de su legado fue la apertura de la avenida que lleva su nombre, entonces denominada avenida de Lavedra, que supuso un radical cambio en los accesos a la ciudad y en la apertura del crecimiento hacia horizontes hasta entonces marginales. Tras su fallecimiento en Brasil, toda la ciudad salió a la calle para despedirle, lo cual es una demostración del cariño que supo granjear entre los coruñeses de entones. Aunque yo era muy joven lo recuerdo como también su descapotable azul, un Mercedes, con el que solía pasear por las calles coruñesas.
De Francisco Vázquez no es necesario relatar sus logros porque los tenemos en el recuerdo y puede afirmarse que la actual ciudad de servicios sigue viviendo de las actuaciones que el promovió. Su principal contribución fue el paseo marítimo, una gran mejora para abrir la ciudad al mar y una estrategia para higienizar el borde litoral en gran parte cerrado por la sucesión de edificios militares y por un chabolismo extendido, culminándolo con las nuevas playas de Riazor y Orzán, antes ocupadas por muros, escolleras, vertederos, etc. y rodeados de excesivos volúmenes que ensombrecían los arenales. Pero también están en su lista los grandes parques de San Pedro, el parque celta que rodea la Torre de Hércules, el parque de Eiris, y los museos científicos ideados por Moncho Núñez, que pusieron a la ciudad entre los centros pioneros en divulgación científica y que tantas ciudades habrían de imitar después. También construyó los grandes equipamientos culturales: auditorio y palacio de la ópera con la nueva Orquesta Sinfónica de Galicia, el mayor proyecto cultural de nuestra región hasta entonces; el palacio de exposiciones Kiosko Alfonso, el Centro Salvador de Madariaga, y los centros cívicos de los barrios, de los cuales el Forum Metropolitano marcó un hito, y, finalmente el Coliseo, que permitió actuar en la ciudad a las grandes figuras de la música mundial. Al mismo tiempo abrió y urbanizó plazas en todos los barrios con estatuas ornamentales para visibilizar los referentes históricos de la ciudad; hay que añadir las casas-museo ( Pardo Bazán, Casares Quiroga, María Pita, Picasso) y la ampliación del museo de Bellas Artes. Sin olvidar que trajo al gran urbanista Busquets para diseñar el primer boceto para la recuperación del nuevo frente portuario, que 17 años después seguimos teniendo en la agenda. Gracias a él se construyó también el puerto exterior. Menos acertado estuvo en el Centro de Ocio del puerto y en el derribo del edificio Fenosa, más algunas gestiones urbanísticas desenfocadas, pero todo lo dicho, más otras cosas que se me quedan en el tintero, son suficientes para poner en valor su legado. Una lástima que una de sus más originales aportaciones, como fue el tranvía histórico de uso turístico, terminara siendo eliminado y sus valiosos vehículos vendidos. Llegó a ser uno de los emblemas de la ciudad y uno de sus más vistosos atractivos turísticos. Fue la única ciudad del mundo que en lugar de promocionarlo lo eliminó, cuando en muchas los cuidan con esmero, invierten lo necesario e intentan recuperarlos. La desaparición del tranvía representa, para muchos, una lastimosa imagen de la falta de visión de los alcaldes responsables de tan desafortunada decisión. Son el contraste de los que hasta aquí he destacado.
TAMBIÉN AHORA HACE FALTA CREAR EQUIPO.
A demás de las características citadas, hay otro factor común: supieron establecer las alianzas necesarias en cada caso, para hacer realidad sus sueños, y sus ideas a favor de la ciudad. Realmente lo consiguieron. Ambos lograron aglutinar alrededor las personas e instituciones, públicas y privadas, que podían contribuir al desarrollo de los proyectos que para la ciudad tenían planteados. Es lo propio de los lideres: saber incorporar a los mejores a sus proyectos, configurando aquellos grandes equipos que entre todos hicieron de La Coruña una gran ciudad. Consecuencia: el liderazgo urbano se reforzó con la cooperación público- privada, mucho antes de que esta fórmula figura en las modernas teorías de desarrollo como la mejor estrategia de crecimiento urbano y regional. En esa tarea colaboraron las entidades financieras coruñesas de cada momento (Banco de La Coruña, Banco del Noroeste, Banco Pastor y Caixa Galicia), la Cámara de Comercio industria y Navegación, la Autoridad Portuaria, las organizaciones empresariales existentes, y con ellas todas las administraciones. También incorporaron a sus proyectos los mejores profesionales de la ciudad: arquitectos, profesores, artistas, y ciudadanos en general. Lamentablemente hace años que no podemos decir lo mismo, tampoco ahora, porque aun contando con mayor musculo económico, social y cultural no se ha logrado trabajar en equipo por el futuro de la ciudad. ¿Razones? Según mi punto de vista porque faltaron cuatro cosas: no hubo proyecto de ciudad atractivo y con ambición, no hubo liderazgo, no hubo una política de alianzas estratégicas porque el protagonismo partidista, la ideología y el cortoplacismo lo impidieron. Sin estrategias, sin liderazgo y sin proyecto es imposible configurar un buen equipo atrayendo a los mejores. Y así estamos.
No hay liderazgo, no hay cooperación institucional real, no hay proyecto, y por no haberlo tampoco se puede atraer la cooperación público-privada, y siendo, así las cosas, queda patente que tampoco hay talento, o al menos el necesario para aprovechar las grandes oportunidades que La Coruña Metropolitana actual tiene. Mucho más si las inversiones públicas programadas se realizan a tiempo y si los fondos europeos llegan para poner en marcha los grandes proyectos presentados para dinamizar la economía, el puerto y la ciudad. Sería una oportunidad perdida.
Estamos ante un nuevo ciclo: la revolución verde, el conocimiento emprendedor, la digitalización, la internacionalización y la sostenibilidad. Ni en la primera revolución industrial ni en las posteriores, La Coruña tuvo la oportunidad de estar bien posicionada, ni tuvo la capacidad necesaria para competir en primera línea. Ahora sí lo tiene, y por eso es más necesario que nunca que se configure un nuevo liderazgo basado en la cooperación público-privada y el talento individual o de equipo.
La realidad nos muestra un escenario bien diferente: la cooperación choca con el excesivo protagonismo político de algunos actores y la excesiva ideologización de otros, la colaboración es inexistente porque los grandes empresarios no están conectados, y no lo están porque no hay un proyecto capaz de suscitar su interés, y porque las instituciones y organizaciones no tiene un interlocutor común válido. Por eso, nuestra ciudad, que podía liderar la innovación urbana en España, sigue postergada.
Pondré algunos ejemplos que pueden servir de demostración y que validan las anteriores afirmaciones: la imposibilidad de llegar a un acuerdo para avanzar en la configuración y financiación del nuevo frente portuario, la incapacidad de consolidar un órgano de gestión metropolitana, la falta de grandes proyectos urbanísticos y arquitectónicos, la ausencia de un plan comarcal de infraestructuras y si se quiere de ordenación territorial del espacio metropolitano total.
Al final, si no cambian las cosas, todo quedará en labores de ornato, ajardinamiento y peatonalización, que aun estando muy bien, no parecen suficientes para abordar el futuro. La Coruña tiene un armario repleto de iniciativas, en el que cuelgan perchas suficientes para aglutinar nuevos proyectos urbanos innovadores, y cuenta con el suficiente talento, público y privado, como para hacer un gran proyecto de ciudad para el futuro.
EL FUTURO ES POSIBLE: OTRAS CIUDADES SE ADELANTAN.
Muchas ciudades españolas están presentando, ante el fin de la crisis pandémica, sus nuevos megaproyectos en que estuvieron trabajando estos años : en Bilbao dibujan nuevos desarrollos para completar los frentes fluviales, en Barcelona recuperan su peso empresarial y económico con proyectos ambiciosos, en Valencia anuncian megaproyectos urbanísticos y culturales, y en la ciudad revelación de la España actual, Málaga, reciben los resultados de su visión anticipativa y ven como su ciudad se convierte, con Madrid, en la triunfadora en atraer grandes empresas tecnológicas a su Málaga Valley, como Google, Microsoft, Vodafone etc. También la ciudad, de la mano de la cultura y de los cruceros, atrae turismo de calidad y renueva grandes hoteles o proyecta otros con inversiones extranjeras que se sienten atraídos por esta ciudad. Lógicamente, animados por el éxito turístico, cultural y empresarial, que la convirtió en el polo económico y de la innovación de Andalucía, se postula para albergar en el año 2027 la Gran Exposición Mundial sobre Ciudades Sostenibles. Ya tienen el relato y la marca y ahora están en fase de captación de apoyos. También se han propuesto atraer nuevos residentes con teletrabajo, ofreciendo su calidad de vida, su conectividad aérea y su clima como reclamo.
¿Y en La Coruña? Arreglamos los jardines, diseñamos nuevos espacios peatonales, hacemos carriles de movilidad, y pensamos en algunos proyectos ambiciosos en su formulación inicial pero de incierto futuro, como es el caso de la Ciudad de las Tics. Siguen siendo Inditex y otras empresas las que tiran de la ciudad y promueven un ecosistema digital relevante a escala nacional. Mientras la gran baza de presente y de futuro, la recuperación de los muelles en desuso- se retrasa día a día por una búsqueda de protagonismos políticos o debates ideológicos estériles, que vienen a entorpecer su desarrollo. Sorprendentemente ha surgido el proyecto del Green Port que, además de ser ambicioso, está siendo una reacción anticipada a las amenazas que la transición ecológica podía plantear a la rentabilidad del puerto. Un proyecto en el que se han implicado las mayores empresas españolas y que confirma una vez más que en La Coruña las empresas van muy por delante de la ciudad. Y eso es lo que sucede cuando en sus dirigentes hay falta de ambición, falta de visión, falta de talento y falta de proyecto.
Desde esta Asociación llevamos años reclamando la necesidad de cambiar el enfoque en la gestión de la ciudad y su área metropolitana, pero no hemos tenido éxito en nuestro discurso, al menos a la vista de la débil respuesta que estos últimos gobiernos están dando a las enormes posibilidades de futuro que en estos momentos tiene la ciudad. Está bien el cuidado y ornato y más después de años de abandono, como está bien la humanización y peatonalización del viario urbano, pero hace falta mirar más allá y pensar en las posibilidades y oportunidades que nuestra magnifica ciudad posee para dar un salto en calidad, en innovación, en competitividad y en atractividad. A eso deberíamos aspirar, pero nos quedamos en lo cotidiano sin mirar al futuro con la ambición y la creatividad debida.
La Coruña podría jugar en la liga de las ciudades mejor reputadas y más competitivas, pero, al igual que le pasa al Depor, tenemos que mantenernos en tercera división, por errores anteriores y por falta de visión. Menos mal que el nuevo Depor tiene un proyecto claro y ha logrado concitar las cooperaciones empresariales necesarias para afrontar el retorno al futuro. Ahora que muchas corporaciones multinacionales están buscando ciudades medias donde instalarse, La Coruña podía competir perfectamente, pero como nunca sus gestores han entendido ese discurso y como no tiene proyecto (Paco Vázquez lo tuvo) y como carece de visión (como Alfonso Molina tenía) es imposible que las inversores en búsqueda de oportunidades se fijen en nosotros. Y que conste que tenemos buenas cartas para ganar. Solo falta un buen juego y buenos jugadores.