Sobre la figura del ex-político gallego José Filgueira Valverde.
Aún a pesar del general respeto que inspira la inmensa producción científica y literaria del sabio pontevedrés José Filgueira Valverde, su elección por la Real Academia Galega como personalidad a conmemorar en el día de las letras galegas correspondiente a este 2015, ha despertado una intensa polémica a partir de las protestas de algunos colectivos que rechazaban tal nombramiento por el pasado “franquista” del homenajeado.
Poniendo las cosas en su debido lugar, hay que decir que el pensamiento político de Filgueira se acercó siempre mas hacia los presupuestos ideológicos del galleguismo conservador que a verdaderas filias falangistas o franquistas. Hay que recordar que un joven Filgueira fue elegido secretario técnico en la asamblea constituyente del Partido Galeguista celebrada en Pontevedra a principios de diciembre de 1931, formando parte más adelante de la Dereita Galeguista, partido nacido en 1935 como escisión del anterior por diferencias ideológicas, al acercarse la dirección del Partido Galeguista a los partidos del Frente Popular, iniciativa que iba directamente en contra de los principios religiosos de Filgueira.
En el contexto de la Guerra Civil, se ha llegado a achacar a Filgueira no haber testificado a favor del líder galleguista Alexandre Bóveda, fusilado tras el juicio sumarísimo de un tribunal militar en Poio (Pontevedra) en el infausto 1937. Sin embargo, como defendió públicamente en los diarios el propio nieto de Bóveda, Filgueira no tuvo responsabilidad alguna en aquellos luctuosos hechos, simplemente no fue llamado a declarar, y aunque lo fuese, como relató recientemente Xesús Alonso Montero (Vigo, 1928), también catedrático de lengua y literatura española, biógrafo y amigo de Filgueira aunque situado en las antípodas de su ideología política, “Bóveda ya estaba condenado antes del juicio”.
En cuanto a las “veleidades” de Filgueira con el franquismo, cierto es que durante la larga dictadura José Filguera Valverde, amén de investigar y escribir cada día, ocupó diversos cargos públicos, de hecho, fue presidente del tribunal tutelar de menores de Pontevedra, Procurador en Cortes y, sobre todo, alcalde de la ciudad de Pontevedra entre 1959 y 1968. Período este último en el que destacó por la promoción cultural de la villa y por tomar las primeras decisiones conducentes a la conservación del conjunto histórico y monumental del casco antiguo de Pontevedra. Hay quien le achaca haber traído a la ciudad la polémica industria de celulosa ENCE, ubicada en Lourizán, siempre molesta por la emisión a la atmósfera de gases sulfurosos, cuando, en recientes declaraciones de su hijo Fernando Filgueira Iglesias, aquel acuerdo correspondió a la corporación anterior, presidida por el alcalde Juan Argenti Navajas.
En la reciente “Biografía intelectual” (Edicións Xerais, 2015) sobre Filgueira Valverde, obra de Xesús Alonso Montero, que antes citábamos, el autor se ocupa, desde el profundo conocimiento del personaje, de poner las cosas en su justo lugar, señalando por ejemplo la decidida intercesión de Filgueira a favor de Otero Pedrayo cuando éste fue suspendido de empleo y sueldo de su cátedra de Geografía e Historia del instituto de Orense, cátedra que finalmente recuperó en 1948, o haciendo ver el hecho, por ejemplo, de que Álvaro Cunqueiro sí luciese ostentosamente camisa azul, cosa que Filgueira nunca hizo, siendo que el trovador mindoniense jamás fue rechazado por nadie como candidato al día das letras, caso similar a lo ocurrido con la nominación de Vicente Risco y tantos mas…
En suma, para Alonso Montero, Filgueira “fue alcalde en el franquismo, no un alcalde franquista”. “Sobrevivió con relativa normalidad, y utilizó el franquismo para hacer desde dentro el máximo bien a quien sea y ayudar a aquellos que tenían dificultades”. Cierto es, bajo Franco, si se aspiraba a trabajar y a producir intelectualmente con cierta normalidad, no quedaba otra que la convivencia con el Régimen.