Sobre el importante y destacado papel que ejercen las ideologías en la sociedad.
“Pero de cualquier manera, ni los cerdos ni los perros producían nada comestible mediante su propio trabajo; eran muchos y siempre tenían buen apetito”. George Orwell, Rebelión en la granja.
La insidia, el interés, la manipulación, el peso de la ideología; ¿cuantas veces más habrán de advertirnos para que lo comprendamos? En plena guerra mundial, a George Orwell le costó Dios y ayuda que “Rebelión en la Granja” viese la luz. No es que su hilarante crítica al sistema soviético fuese directamente censurada, fue algo peor, no alcanzó el interés de ningún editor “decente” porque para la intelectualidad británica la puesta en cuestión de la triunfante izquierda antifascista no tenía cabida en su pensamiento, “había cosas que no se podían decir”, la mala conciencia pequeño burguesa impedía censurar a la vanguardia ideológica que representaba el valiente camarada Stalin. Hacer lo contrario supondría, cuando menos, ser tachado de reaccionario e insensible imperialista, carne de capital, uno más de los miserables hijos de Monipodio.
Cayó el muro, las sociedades abiertas parecieron respirar tranquilas, como si por una vez, cada quien pudiese aplicarse a su afán sin mayor cortapisa. Entretanto la intelectualidad de guardia, tras algún balbuceo, buscó refugio en otras batallas, la interculturalidad, la ecología, el feminismo…o eso parecía. Pero no, lejos de arrepentirse, cuando un corpus ideológico parece periclitar, más pronto que tarde otro lo reemplaza, con sus mismos decálogos machacones y sus dogmáticas máximas destinadas a la general alienación de conciencias.
Es así que la Libertad permanece en constante peligro ante la ideología organizada. Véase por ejemplo el asunto “Podemos” fenómeno casi de red y viral, que gusta de defender los principios socioeconómicos de la barrila ideológica mas fracasada de la historia, esta vez en variante caribeña, donde, que se sepa, solo los gerifaltes del chavismo viven mejor de lo que solían antes de la aventura bolivariana. Tal parece que sus émulos de estos pagos, pretenden igual fortuna previa subvención petrolera. Nada extraño ni nuevo bajo el sol. Al fin, como aseguraba el lema corregido que procuraba embellecer el frontispicio de la antigua granja Manor, luego bautizada como la feliz e industriosa “Animal farm” por los gorrinos que la habían tomado por revolucionario asalto: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”