Hace dos meses, en pleno confinamiento, inicié la publicación de una serie de artículos para pensar en cómo sería la ciudad después de esta crisis. Las ideas fundamentales las mantengo, pero en este momento, una serie de acontecimientos no esperados, la mayoría relacionados con el rebrote del virus y su expansión comunitaria, están poniendo en brete la resiliencia de la ciudad. Estos son algunos: la pérdida de impulso de Inditex, los problemas de la gestión sanitaria del virus, el fuerte golpe del turismo, la caída de la inversión pública del Estado, el aumento del paro, el cierre masivo de algunas líneas de negocio, la caída del puerto, del aeropuerto, y de otros pilares que deberían sostener la recuperación de la ciudad. Otros temas también están siendo afectados, entre ellos las prioridades de gasto, público y privado, y los recortes obligados en el consumo interno. Por no citar el Brexit y la guerra comercial chino-americana que por la internacionalización de nuestra economía también nos afecta. Entre tanta incertidumbre, la ciudad pierde algunas de las oportunidades que tenía, al menos temporalmente. Por eso he pensado que pudiera ser interesante para los lectores de este Foro Virtual que, por cierto, siguen aumentando día a día, aunque lentamente, hacer un parón para revisar el nuevo escenario. Me ha salido un poco largo, pero tal vez el interés del tema lo compense.
A Coruña debe mirar al futuro con realismo pero con ambición
Siempre he enfocado los análisis de la ciudad con optimismo, primero porque ese es mi carácter, pero también porque creo que la visión positiva es más estimulante y más motivadora para todos; pero eso no impide la visión crítica, al contrario, porque solo de la autocrítica surgen las reacciones positivas de cambio. Cuando empezamos a trabajar en esta asociación, escribí un día que aspirábamos a ser la conciencia crítica de la ciudad desde la independencia de criterio. Y así lo procuramos hacer quienes colaboramos en sus diversas actividades. También pretendíamos contribuir, con los debates y los foros, a que los coruñeses analicen el presente desde una mirada objetiva y rigurosa, y miren al futuro con una visión de ciudad más abierta y más amplia, tomando como referencia lo que se hace en las ciudades medias de referencia mundial por su calidad, su creatividad y su capacidad innovadora. Y en eso seguimos, porque pensamos que A Coruña debe, y puede, aspirar a más y atisbar horizontes más ambiciosos. Bajo esas premisas debe valorarse este nuevo texto. No olvidemos que como sea el futuro tiene mucho que ver con la visión que tengamos quienes, de una manera u otra, lo construimos. Y esto vale para personas, para partidos políticos, para instituciones, para asociaciones, para empresas, para todo.
Hay un dato que refuerza nuestra posición: las ciudades medias resistieron mejor los efectos de la crisis derivada del covid 19, y se consolidaron como la nueva oportunidad para vivir, para invertir, para visitar. La teoría de las megaciudades demostró su debilidad y fueron, y siguen siendo, los espacios más vulnerables. Ese es mi pensamiento desde hace muchos años como se puede ver en algunos de mis libros (Ciudad y Desarrollo Urbano 1986, Nuevas realidades territoriales del siglo XXI 2004 y Las Ciudades Medias en la globalización 2007) y en otras publicaciones; y ese era, y es, el convencimiento de quienes colaboramos en las tareas de la Asociación Metropolitana 3.0. La crisis nos dio la razón y abrió para las Ciudades Medias más competitivas e innovadoras una nueva oportunidad. Es el caso de nuestra ciudad.
Estos son nuestros poderes.
Aunque en la situación actual, parezca más difícil mantener una posición positiva y proactiva, al menos a corto plazo, si miramos a la meta de salida, ya no lo parecerá tanto. Es cierto que la pandemia está afectando al sistema urbano coruñés con mucha mayor intensidad de lo previsto inicialmente, principalmente por su prolongación en el tiempo, por la incertidumbre asociada, y por la expansión de la crisis por todo el mundo. Ni siquiera nuestro motor económico principal, Inditex, ha logrado superar a corto plazo los efectos de la crisis, y de ello la ciudad también se resiente. No en balde en la crisis anterior fue el soporte principal que propició que La Coruña estuviera entre las ciudades españolas más resilientes. Como muestra, la fuerte caída de Amancio Ortega en el ranking de las fortunas globales. Pero hasta el 2023- el marco temporal asumido para la recuperación- aún nos queda tiempo para lograrlo otra vez.
Queda un fin de año muy malo, otro año también difícil, y a partir de ahí lo que quede en pie podrá volver a resurgir con fuerza, pero de otra manera. El cierto que ahora la ciudad está muy parada y las perspectivas no son buenas, pero hay músculo para recuperar la fuerza perdida, y demostrar una vez más que, a pesar de los pesares, seguimos siendo una ciudad resiliente, como en la crisis anterior. El surgimiento día a día de nuevas inactivas empresariales, sociales y, en menor medida, culturales, son una demostración de esa capacidad. Vemos como nuevas compañías se crean o se instalan en el área de influencia coruñesa (Greenalia, Inleit por ej.), vemos como los movimientos de capital sitúan a nuestra ciudad como un entorno de oportunidades (los nuevos propietarios de Alcoa, Caamaño, Trisón, Calvo, Emesa y otras), y vemos como jóvenes emprendedores arriesgan para reinventar sus negocios y para competir en calidad e innovación (fintech, tics, e.comerce, logística, restauración, hoteles, diseño, inteligencia artificial, economía circular etc…). Son ejemplos de quienes, a pesar de la crisis, miran al futuro con ambición. Y eso es lo que nos puede asegurar que volvamos a ser una ciudad resiliente y que salgamos de la crisis con más fuerza y con una estructura más competitiva.
Y esa debería ser también la mirada con la que los responsables de la gestión de la ciudad desde todas las instituciones deberían tener, porque solo desde la ambición de ser se pueden afrontar las crisis para salir ganadores. Es obligado referirse al caso de Bilbao como ejemplo de una ciudad que, en su día, supo resurgir de sus cenizas. Fueron, como siempre, capaces de asumir riesgos y de mirar al futuro con determinación, con ambición y con la cooperación decidida y ágil de todas las instancias urbanas. Y su situación era mucho peor de lo que hoy es la nuestra.
Estas son nuestras heridas.
Pero además de la situación que podíamos denominar macro, hay otras situaciones de debilidad de índole local que surgieron como consecuencia de los cambios estructurales, principalmente la pandemia y la transición ecológica, pero también por cuestiones relacionadas con la gestión ordinaria de los asuntos de la ciudad. Y ahí es donde se produjeron más situaciones problemáticas. Unas ya estaban latentes y la crisis no hizo más que ponerlas en evidencia; otras surgieron ahora, pero pusieron a la visita las situaciones vulnerables preexistentes; y otras se deben a la incapacidad de los gestores para poder anticiparse a los cambios que ya estaban anunciados y que ahora se precipitaron. Como en todas las crisis ocurre. Es lo que he denominado las heridas de la crisis.
Apenas habíamos salido con éxito , apenas se recuperaba la actividad en calles y barrios afectados por la crisis anterior, apenas se ponían en marcha nuevas y acertadas iniciativas, cuando llegó el confinamiento. Pero la ciudad respondía positivamente y las empresas daban muestras de su fortaleza y compromiso social, evitando los ERTES para miles de trabajadores. Todo hacia esperar que el final del confinamiento daría paso a nueva etapa de rápida recuperación. Y no faltaban razones.
Nuestras principales empresas, con Inditex a la cabeza, resistían razonablemente, la economía se ajustaba al modelo 4.0 y se alumbró un proyecto de futuro: la Ciudad de las Tics; la transición energética, como respuesta al cambio climático, aceleró cambios que eran previsibles pero se esperaban más lentos, con el desmantelamiento de la térmica de Meirama y la caída del tráfico portuario ; era previsible que la pandemia llevase consigo no pocos negocios de pequeños emprendedores, pero el ciclo se preveía más corto, porque no podíamos contar con las dimensione mundiales y los tiempos de expansión del virus. A eso, se añadía, en el ámbito local, una crisis heredada en la no-gestión de la ciudad, con cuatro años de práctica paralización de la inversión pública y privada en construcción y obra pública, o por los retrasos en la licitación de inversiones o servicios; más otras circunstancias parecidas. Con todo, eso no era óbice para pensar en que la salida seria relativamente fácil: estábamos en una fase expansiva de la economía local, donde los motores económicos funcionaban a plena potencia, y de alguna manera contribuían a crear una inercia positiva que se visibilizaba en la fortaleza de la demanda interna y en la multiplicación de iniciativas, orientadas la mayoría a un consumo sustentado por el aumento de las rentas personales y de los ingresos en general.
Pero, lo inesperado, fue que, una vez terminada la desescalada, la expansión de la pandemia a todos los países del mundo, pusiera en cuestión las expectativas anteriores. Además, en el caso coruñés, un rebrote de grandes dimensiones afectó a la ciudad en pleno periodo estival, que dio al traste con las expectativas de moderado crecimiento de los negocios relacionados con el turismo y con la característica actividad veraniega coruñesa. Todo ello instauró un clima de incertidumbre y una recesión del consumo. Y en esta tesitura seguimos, sin que, a nivel micro (el local), podamos ver la salida con la claridad anterior. Estas y otras razones causaron nuevas heridas en el ecosistema urbano, principalmente en la Ciudad Central (municipio de A Coruña), por su orientación preferente al consumo y al ocio. Los municipios metropolitanos están teniendo una mejor respuesta, descubriendo unas potencialidades que hasta ahora no se habían puesto de manifiesto y que nos anticipan el modelo de Ciudad Policéntrica que en 2007 presente.
Hay demasiadas situaciones críticas acumuladas en un corto espacio de tiempo, y son demasiadas también las incertidumbres. Voy a enumerar diez consecuencias que me parecen las más significativas desde el punto de vista del posicionamiento urbano, y que presentan amenazas que, de no gestionarse bien, nos podrían llevar a perder la resiliencia interna y a ser una ciudad de segunda en el nuevo escenario urbano postcovid.
1.-El Depor. Es seguramente el que más nos duele. Contaba con todos los apoyos de los grandes empresarios e instituciones, pero falló la gestión deportiva que en esto es lo que más cuenta. Menos mal que Abanca, animado por el entorno, aportó seguridad financiera. El equipo emblema de la ciudad llevaba una mala racha, pero esta temporada fue pésima, de modo que el descenso se lo ganó a pulso. Otra cosa es que la injustificable conducta de la Liga, con Tebas y Fuenlabrada a la cabeza, añadiera un duro ataque a la ciudad y a la dignidad de los coruñeses. La respuesta ciudadana, con la alcaldesa al frente, fue unánime y decidida, pero no tuvo resultados prácticos de momento: el Deportivo esta en Segunda B. Nunca deberíamos haber llegado a este punto. El caso es que tenemos un equipo de segunda en todos los sentidos. Y una ciudad de segunda en términos futbolísticos. Vamos a pasar por situaciones humillantes cuando toque jugar en determinados campos, vamos a ver un Riazor excesivo para una liga inferior. A lo mejor es la hora de utilizar el magnífico estadio para grandes conciertos y eventos y dejar los campos de Abegondo para la segunda B. En otros mucho peores tocará jugar. Lo que pasó no es positivo ni para el equipo ni para la ciudad. Hace falta un nuevo proyecto deportivo para volver pronto a ser de primera. Ahora nos toca pasar el bochorno de ver en Riazor equipos de pequeñas ciudades y de ver al Depor en campos de tercera. Es un duro golpe que dejará una profunda herida.
2.-Alvedro. Era previsible que con ocasión del Xacobeo la Xunta intentara concentrar todos los vuelos internacionales y la mayoría de los regionales en Santiago. Era previsible y así se intentó. También era previsible que la llegada del AVE nos restara una parte del tráfico, aunque no tanto como la Xunta y Aena estiman, porque el 59% de los viajeros a Barajas seguían a otros destinos; lo que no era previsible es que el cierre de los mercados preferentes diera al traste con los viajes de empresa que constituían el principal soporte de nuestra terminal aérea. Las empresas locales, principalmente Inditex, tuvieron que paralizar su política de movilidad exterior ante los problemas que la pandemia podría presentar para sus trabajadores. Solo cuando eso se recupere Alvedro se repondrá. Pero una gestión equivocada del patrocinio a las compañías deja a la ciudad con una baja conectividad aérea, descendiendo frecuencias, plazas y enlaces. Lo de Londres fue lo más negativo. Habíamos alcanzado una cifra récord en la historia del aeropuerto. Creímos que esto iba a seguir siendo así, pero por ahora nos vemos encaminados a volver a ser un aeropuerto de segunda en perspectiva gallega, y de tercera a nivel nacional. Es positivo que, por fin, se cree un ente para la promoción del aeropuerto como el que promueve el gobierno local, pero lo importante son los resultados que se consigan. Alvedro, lo sabemos, es muy importante, para las empresas, pero en la nueva programación quedaron, incomprensiblemente, privadas de sus enlaces claves de negocios; sin eso la terminal no se recuperará. De no lograrlo, todo puede ocurrir, a lo mejor llega el momento de pensar en como conectarnos mejor con Lavacolla, porque no parece que la línea ferroviaria de Arriva al Sá Carneiro se materialice. A Alvedro le pasa como al Depor, tiene comprometido su futuro y para superarlo no basta con medidas coyunturales: hace falta un plan a medio y largo plazo.
3.-Puerto. Era previsible que el cambio energético supusiera un golpe al tráfico marítimo. Así fue, pero no era previsible que ante esa circunstancia no se pusiera en marcha alguna estrategia compensatoria. El caso es que se renunció a los contendores (es el único puerto español que lo hizo) seguramente para favorecer la especialización de la dársena ferrolana en ese tráfico, dejando la coruñesa para los graneles. No estaría mal, al contrario, si esa estrategia fuera acompañada de la fusión de las dos autoridades portuarias. La realidad es que una empresa coruñesa- Greenalia- con sede en María Pita- ubicó su división de logística marítima en Caneliñas. Todo un símbolo. Tampoco los cruceros pudieron llegar y ya veremos qué pasa porque todo está en el aire. Es necesario tener un plan que mantenga la competitividad del puerto, porque otros cercanos están ganado posiciones mientras nosotros nos estancamos. El puerto coruñés es hoy en el panorama portuario español un puerto de segunda o de tercera. Para recuperar posiciones hay que abrir nuevas opciones y no mantenerse en el conformismo, porque pueden venir nuevos golpes que hagan tambalear el tinglado. Recuerdo una vez más la oportunidad de conseguir una Zona Franca. Podría ser un revulsivo y un factor de atracción de inversiones, como también los seria la agilización de las deterioradas relaciones puerto-ciudad que ya deberían estar enfocadas hacia el uso de los muelles que van a quedar inmediatamente vacantes, y para ir programando la obtención de ingresos con la venta de algunas secciones y así pagar la deuda contraída o parte de ella. La herida está muy abierta y necesita una terapia más eficaz.
4.-La crisis medioambiental: se han logrado encomiables progresos en los ámbitos de la recuperación de residuos y su utilización para obtener energía y compostaje. También la movilidad urbana está evolucionando rápidamente hacia una ciudad más sostenible, aunque sobran los grandes autobuses por el centro histórico. La Xunta tiene en su mano un gran proyecto de ecobarrio, aunque no lo presentó todavía. Son algunos logros importantes en cartera, pero a cambio la ciudad sigue siendo una de las más sucias, una de las más descuidadas, una de las menos desinfectadas, con los jardines abandonados y con una larga lista de tareas pendientes. Tampoco funcionan bien los servicios concesionarios de la limpieza, ni del tratamiento de residuos, ni la calidad y caudal del agua. Ni en la ciudad ni en el área metropolitana. Como muestra, el cierre de las playas coruñesas y las de toda la bahía al baño en pleno mes de agosto, en plena temporada veraniega y turística. Algo así nunca había pasado. Prohibido bañarse en una ciudad de veraneo es el peor mensaje que podríamos esperar. Y más cuando la pandemia exige incrementar la higiene. Un tema suficientemente grave como para hacerse algunas preguntas: ¿Por qué hubo esa emisión de fecales? ¿Se trasmitieron también restos del covid-19 al mar? ¿Por qué las bacterias alcanzaron todas las playas? ¿Tendrá que ver con el emisario submarino de Bens o con la depuradora? Emalcsa debería decirnos algo. La ciudad necesita pensar una campaña de imagen agresiva y eficaz para cambiar la imagen negativa que empieza a difundirse en el exterior. La Coruña hoy no se ve como una ciudad segura, limpia ni saludable, sino todo lo contrario. Y razones hay de sobra para que sea así. Por eso es prioritario gestionar con fuerza, creatividad y ambición este problema. O seremos una ciudad de segunda para siempre, afectando a lo que mejor nos posicionaba: la calidad de vida. Lo estamos perdiendo.
5.-Turismo. Por las razones anteriormente señaladas, tampoco es extraño que poco a poco hayamos ido perdiendo posiciones entre los destinos de turismo gallego y del Norte de España, No sólo hemos perdido posiciones, también hemos perdido imagen. Menos mal que tenemos la Reserva de la Biosfera de Mariñas-Mandeo como contrapartida del buen hacer y como destino de turismo verde. De momento es un proyecto de futuro pero muy bien gestionado. En ocupación vacacional nos pasan Santiago, Rías Baixas (siempre fue así), pero también Vigo-Cies está apuntando alto y la Ribeira Sacra va por buen camino. A Mariña tuvo unos traspiés por la pandemia, pero seguramente será coyuntural. Como si todo esto fuera poco, sólo nos faltaba que en plena crisis un partido político pidiera públicamente el confinamiento de la ciudad. No logró cerrar la ciudad, pero lo que casi logró fue cerrar los hoteles. De todos modos, tampoco la ciudad reaccionó, ni tampoco gestionó bien la información sobre las playas. La Coruña en turismo sigue instalada en el camino de siempre, y como casi no se mueve y las otras avanzan, se va quedando postergada. Y a eso contribuye también la visión que, con frecuencia, desde los órganos políticos y los agentes mediáticos se transmite. Este verano estuvo prácticamente ausente en las publicaciones de viajes españolas. El Consorcio de Turismo tiene que abrirse a las empresas y dar un giro radical a su estrategia promocional. Una ciudad que tiene todo para ser un destino turístico de primera (los datos lo avalan) corre el riesgo de ser una ciudad turística de segunda.
6.-Cultura. Tampoco la cultura sale muy bien parada. Seguimos sin tener ningún festival de referencia, no tenemos ninguna actividad de proyección mediática nacional e internacional, no tenemos una actividad cultura diferencial, y ni siquiera en lo que teníamos ventajas comparativas hemos logrado mantenernos. Pudimos ser una Ciudad de la Música: y desde la Asociación lo intentamos, la UNESCO admitió con ilusión el proyecto, pero rechazó la propuesta “por falta de apoyo político”. Nos avisaron para volver a concursar, pero el gobierno local anterior no lo consideró interesante. Y ahí están las consecuencias: la temporada de ópera y la orquesta sinfónica. Hace poco conmemoramos los 250 años de estreno de la primera ópera. Pocas ciudades tienen ese privilegio. Llegamos a tener un festival de renombre que atraía visitantes musicales de muchas ciudades españolas e incluso de fuera. Lo mismo ocurrió con la Orquesta Sinfónica. Logramos lo más difícil: ser considerada como la mejor de España, pero perdimos la batalla exterior y nos encerramos en casa. Sin medios era imposible llevar la marca musical de la ciudad más allá los límites gallegos. Ahora ya ni la renovación está asegurada, porque para las empresas, para la Xunta ni para el Ministerio la calidad musical coruñesa atrae al mecenazgo. A lo mejor si trasladáramos todo para la Ciudad de la Cultura, como al principio se pretendía, habría más oportunidades. Hoy nos hemos quedado en una temporada de ópera sin ópera y en una orquesta de consumo interno. Nos han pasado todas las que iban detrás. También en esto fuimos de primera y ahora no lo somos. Y qué decir de la falta de inversión en los museos culturares: el de Bellas Artes y el de San Antón. Habría mucho que hablar. En su momento el paseo marítimo y los museos científicos nos habían aupado al podio de las ciudades atractivas para los visitantes. Hemos pedido el paso, hace mucho tiempo que no se aporta nada nuevo, y nos deslizamos hacia una ciudad de segunda.
7.-Instalaciones hospitalarias. Tenemos una calidad asistencial renombrada como cada año atestiguan los rankings de calidad sanitaria, pero tenemos el complejo hospitalario más viejo y destartalado de las ciudades gallegas. Desde la Xunta se hicieron hospitales nuevos en todas las ciudades menos en La Coruña. Ahora hay un proyecto, pero veremos cuándo sale del dibujo. No debería hacer falta esperar al nuevo proyecto para terminar el plan director, porque hay cosas que ya se pueden ir haciendo, para estar a la altura que nos corresponde, como ciudad y como oferta sanitaria. La realidad es que por calidad médica somos una ciudad de primera en España, pero por inversiones e instalaciones somos una ciudad de segunda en Galicia.
8.-Red viaria metropolitana y tren. No hay en Galicia ninguna ciudad que presente una red viaria de alta capacidad de ámbito metropolitano tan deficitaria como La Coruña. Y en España somos la única ciudad grande que, con Vigo, carece de metro o de tren de cercanías. Ya vemos lo que ocurre con la intermodal, el enlace portuario, el enlace de la autopista con la tercera ronda, el Puente del Pasaje o la Nacional VI. Pasan los años y nada se hace. Otras consiguen inversiones del Estado y de la Xunta, en La Coruña seguimos instalados en la esperanza. Incluso ahora cuando la inversión en obra pública podía ser un pilar para la recuperación de la economía local vemos como el Gobierno Central no ha invertido nada en el área metropolitana. ¿Qué está pasando? En todas partes, independientemente de la crisis actual, los gobiernos autonómicos invierten en las grandes ciudades porque son los motores regionales, y el Gobierno Central las secunda en sus inversiones. Por eso nos llama la atención cuando viajamos y comparamos las ciudades de similar categoría con la nuestra. ¿Falta una política transparente de ciudades en la Xunta? Por todo eso, somos una ciudad de segunda también en esto.
9.-Pero no todo es culpa de otros, porque también los coruñeses tenemos responsabilidades. Primero por la falta de implicación y compromiso con la ciudad y que se observa en todos los niveles: ciudadanos, muchas empresas, medios de comunicación, instituciones económicas y culturales etc. La Coruña no tiene valedores comprometidos. Tampoco la conducta de los coruñeses ante el coronavirus ha sido ejemplar, y como consecuencia de la irresponsabilidad de muchos, la ciudad pasó a ser uno de los mayores focos de infección de España y el principal de Galicia. Sus consecuencias están siendo enormes. Primero para la salud de todos, pero también para el futuro de los negocios y del empleo. A La Coruña la gente no quiere venir, ni siquiera los gallegos. Tienen miedo al contagio. Algunos países nos han puesto como ciudad en la lista de la cuarentena. Y si no, que pregunten por las anulaciones hoteleras. Podía pasar en cualquier parte, pero aquí pasó, y en buena parte por la conducta irresponsable de algunos. Una conducta incívica que torpedeó a la ciudad en su línea de flotación. Somos también una ciudad de segunda en responsabilidad social y en participación ciudadana responsable. Y eso es muy grave. Tal vez haya que ir pensando en una nueva estrategia de comunicación con los ciudadanos y con los posibles visitantes.
10.- Las oportunidades perdidas. Repito: fuimos siempre una ciudad de primera, fuimos siempre la primera ciudad de Galicia, fuimos siempre la única capital administrativa de primera de Galicia, y fuimos y somos otras muchas cosas. Ahora, cuando desde Vigo, con sano orgullo, se proclaman como la ciudad más importante de Galicia por el número de habitantes del municipio, todos los medios regionales y nacionales lo repiten; ahora cuando Santiago está a punto de convertirse en el nuevo polo cultural todas las inversiones se dirigen al Gaíás; ahora que Ferrol nos sorprende con un camino inglés inventado pero ya consolidado ( el original de La Coruña es menos competitivo) , y que incluye el origen de las galerías como parte de su argumentario para Patrimonio de la Humanidad todos también lo asumen ; ahora que incomprensiblemente la Xunta ha dejado de promocionar el área de Coruña como destino turístico de referencia los medios regionales hacen seguimiento; ahora que el puerto de Ferrol acapara el tráfico de contenedores que el de La Coruña no quiso; ahora que todas estas cosas pasan empezamos a pensar que ya somos una ciudad de segunda, como lo son nuestros emblemas históricos: El Depor y Alvedro. No es una crítica localista a los demás, al contrario, es una contratación de su buen hacer y de su sentido de pertenencia, que se traduce en el compromiso con su ciudad. Y ese es el impulso que se necesita para que La Coruña vuelva pronto a ser de primera. Tanto es así que el 3.0 que aparece en nuestro anagrama hace referencia a la importancia que tiene el sentido de pertenencia para impulsar el progreso de la ciudad. También en eso dejamos de ser de primera para quedar en un lugar secundario.
Pero no todo es negativo, ni mucho menos. Ya he comentado la fortaleza empresarial. También la gestión municipal está haciendo aportaciones positivas: la agilización de las licencias de construcción que dinamiza la inversión y el empleo, la acertada política de reurbanización del centro siguiendo el premiado modelo de Pontevedra, y la reurbanización del paseo marítimo siguiendo el ejemplo de Gijón. Hay otros temas que mejorar (medioambiente, movilidad, cultura, turismo) y otras ciudades a donde mirar, pero incluso haciendo esto no bastaría para la recuperación integral y el reposicionamiento urbano.
Frente a esta visión pesimista (ya lo anuncie al principio), hay que volver a traer aquí nuestras frotalezas, al menos para no crear desánimo. Ya sé que tenemos grandes empresas globales e internacionales, ya sé que también en La Coruña hay importantes proyectos, principalmente la Ciudad de las TIC- que por cierto no acaba de arrancar- y que se han hecho y se hacen muchas cosas buenas, y que tenemos muchas medallas: somos el motor económico de Galicia, la ciudad que más aporta a la economía regional, la ciudad con mayor renta y todas esas cosas que habitualmente se repiten. También sabemos que tenemos el monumento más fotografiado en istagram de Galicia y que eso es muestra de que llegan muchos visitantes. Esos que en un año normal hacen del área el segundo destino turístico de Galicia por visitantes y pernoctaciones y el primero en estancia media anual, aunque la información mediática nunca lo recoja. Somos potencialmente el principal destino de turismo urbano de Galicia según las tendencias de futuro como concluyeron inversores europeos. Somos la más hermosa de las ciudades gallegas y como decía mi libro de geografía del colegio “una de las ciudades más bellas de España”.
Ya sé todas esas cosas, y me siento orgulloso de ellas, pero también sé que en los aspectos comentados, y en la situación actual, todo eso no debe ser suficiente cuándo en tantos temas la crisis nos ha puesto en el filo de la navaja. Las heridas son bastante profundas y por serlo tardaran un tiempo en curar. Y eso siempre que se aplique el tratamiento adecuado.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Tenemos un soporte económico metropolitano que permite mirar al futuro con ambición: son nuestros poderes; pero la ciudad no es solo su economía. También tenemos puntos débiles: son nuestras heridas. También advertimos desde hace tiempo la carencia de una gestión de la ciudad con poca ambición. Estamos ante un dilema. Seguir la línea conformista actual, que por las heridas recibidas nos puede llevar a ser una ciudad de segunda; o adoptar la más ambiciosa de nuestros empresarios más decididos, arriesgados e innovadores, para volver a ser esa ciudad de primera que siempre fuimos. Una propuesta: recuperar o fortalecer el liderazgo urbano del Noroeste de España, situándonos con Porto y Bilbao, como los referentes metropolitanos del ángulo suroccidental europeo. ¿Lo crees posible ¿ Si no lo haces, seguramente será porque te falta esa ambición a la que una vez y otra me refiero. También esas dos ciudades pasaron por crisis estructurales profundas, todas supieron resurgir con nuevas oportunidades. Y es, para mí, el camino que nos marcan a nosotros. Entonces ¿qué más hace falta? Esta es mi respuesta: hace falta de un proyecto integral de ciudad metropolitana para la captación de inversiones y para crear empleo. La solución hay que buscarla en un nuevo modelo institucional de gestión estratégica.
La Oficina de Promoción Industrial que promueve la Cámara de Comercio podría, y debería, ser el germen de este nuevo modelo de gestión, pero ampliando el objeto de su intervención, porque hay muchas actividades económicas que precisan de un impulso exterior para acelerar su recuperación. Y porque hay atributos urbanos que, sin ser económicos, crean un entrono atractivo para los inversores.
En ella participan todas las instituciones, las principales empresas, los bancos y la Universidad y desde ella se podría poner en marcha un plan de recuperación industrial y económica en general. El modelo lo tenemos en las ciudades portuguesas que, con el apoyo público y privado, están atrayendo importantes empresas tecnológicas internacionales. Y lo hacen agilizando los trámites, facilitando la implantación y ejerciendo una política exterior proactiva desvinculada de la gestión administrativa ordinaria. Ese es el camino y el modelo al que La Coruña debe mirar: Lisboa, Oporto y Braga. No hace falta, no sería oportuno, perder el tiempo en redactar nuevos planes, con los análisis que hay es suficiente, porque lo que verdaderamente importa es que el impulso exterior compense los efectos del debilitamiento coyuntural, pero decisivo, del escenario local.
La Coruña era ciudad líder en Galicia, La Coruña perdió liderazgo político y mediático. La Coruña se desliza a ser una ciudad de segunda. ¿Qué pasó? ¿Fue solo consecuencia de la pandemia? Falta una visión más ambiciosa y más cosmopolita de la ciudad; falta articular una estrategia de promoción exterior para captar proyectos, inversiones y empleo de calidad; falta una acción de marketing urbano estratégico para reposicionarse; falta una nueva política de comunicación para recuperar la imagen de la ciudad. Lo tenemos todo para volver a ser de primera. Y en eso la Cámara de Comercio dispone ya de la llave desde donde empezar a abrir el nuevo futuro. Lo más difícil está hecho y hay que reconocer que en este aspecto los responsables de la Cámara de Comercio, cuyo proyecto presentaron en su día en el Foro Metropolitano promovido por esta Asociación, han sabido anticiparse al futuro. Esa capacidad anticipadora es siempre la clave del éxito.
Por ese camino las debilidades locales enumeradas, que parecen ya una amenaza, pueden convertirse en una garantía, y entre todos se podrá conseguir de nuevo que La Coruña vuelva a brillar como una ciudad resiliente, pero más poderosa, más diversificada y con mayor proyección internacional. Como hacen las ciudades de primera.
Nuestras fortalezas siguen estando en pie. Solo queda incorporarlas a un proyecto de ciudad realista pero ambicioso. Un proyecto con permanencia, que vaya más allá de los ciclos electorales, un proyecto que sin olvidar los problemas no se quede en el corto plazo ni en la gestión de la inmediatez, un proyecto propio que tenga en la creencia en la ciudad su soporte impulsor. Un proyecto realista, pero ambicioso. Solo así volveremos a ser una ciudad de primera, y solo así haremos de la crisis una oportunidad para reinventarnos y crecer en calidad, en competitividad y en creatividad.