Sobre las inexplicables actuaciones de Núñez Feijóo contra el aeropuerto coruñés, obviando su rentabilidad y funcionabilidad, y aprovechándose de la nula competencia en la materia de los políticos coruñeses.
Estos días hemos tenido una agradable noticia: la vuelta de Turkish Airlines. Recordemos que ya inicialmente ese era el objetivo de la compañía, y por eso puso a la venta vuelos desde Alvedro, vía Bilbao, como primera aproximación a Galicia. Sin embargo la Xunta de Feijóo encomendó a su portavoz Paula Prado que negociase el cambio de Alvedro por Lavacolla, como ya otros miembros de su ejecutivo habían hecho para que Vueling trasladara el vuelo a Ámsterdam, y una posible base en Alvedro de la misma compañía, o la intención de Ryanair de instalarse en la terminal coruñesa, y más recientemente la intención de Lufthansa de volar desde Alvedro. Hasta los aviones de Inditex tuvieron que llevarse a Lavacolla por no tener permiso para levantar los hangares en el aeropuerto más próximo a la sede central de la compañía. Está claro que no cesa en su intención de hacer del aeropuerto compostelano la terminal única de su Galicia Ciudad Única, lo mismo que pretende hacer con las instituciones regionales y la oferta cultural instaladas en A Coruña, utilizando en cada caso los peones más convenientes, pero eso será tema de otro artículo. Parece evidente, a juzgar por los hechos, que para Núñez Feijóo desmantelar La Coruña es un objetivo prioritario. De hecho, todos sabemos que Carlos Negreira tuvo que plegarse a sus dictados y que, junto a otras razones como la política urbanística, esa venta de la ciudad a los intereses ajenos, fue lo que le llevó a perder votos y con ellos la alcaldía. Las razones las sabrá él, aunque algo se puede ya intuir: es una estrategia política para impedir que en Galicia se consoliden poderes locales fuertes que le puedan hacer competencia. En Vigo lo tiene muy difícil, y en La Coruña yo creo que también, aunque, por ahora, la falta de liderazgo urbano siempre juega a su favor.
Pero, volviendo a los aeropuertos, hay una cosa que Feijóo y sus asesores no valoran adecuadamente. Es la siguiente: Si las compañías aéreas quieren volar desde Alvedro es porque saben que Inditex es un segmento de mercado estratégico; claro que las convincentes subvenciones encubiertas y otras ventajas, hace que terminen estableciéndose en la terminal santiaguesa. Lo que no se da cuenta Feijóo es que los empresarios y los ejecutivos de Inditex y de otras compañías internacionalizadas, no se desplazan a Lavacolla porque prefieren volar directamente a Londres, Madrid o Barcelona y allí hacer los enlaces internacionales. Ahora que él vive en el centro de La Coruña ya debería saber lo problemático que es para ejecutivos y personas de negocios que tiene tiempos ajustados, tener que desplazarse a Santiago, máxime porque ellos no tienen coche oficial y si corren tienen que pagar las multas. De ahí que cuando un vuelo en La Coruña funciona bien, al trasladarlo a Santiago baja en su ocupación media. Esa es la tozuda realidad y eso es lo que le pasó a Turkish y le puede ocurrir a otras compañías. Turkish ya escarmentó porque ya padeció la experiencia con la perdida de viajeros. A otras a lo mejor les puede pasar lo mismo.
Pero lo mismo ocurre en Santiago. Cuando se quedaron sin vuelos tempranos a Madrid los empresarios y los ejecutivos compostelanos, también políticos, protestaron porque tenían que desplazase a Alvedro y era muy temprano. Por eso la Xunta decidió dar diento a una compañía (más de un millón de euros) para que reestableciese el vuelo de la mañana a la capital del estado. Esa es la realidad, porque si a los compostelanos venir a Alvedro es un problema, para los coruñeses ir a Lavacolla no puede ser una solución. Es lógico ¿o no? Solo que en el caso de la capital se pone dinero público para resolverlo y en el nuestro se hace lo mismo pero para llevárselo. Eso sí que es política, y de la mala.
La otra cara de la misma moneda la tenemos en Peinador. El aeropuerto vigués bajo la competencia del Saa Carneiro y de Lavacolla estaba bajo mínimos, y los empresarios se quejaban continuamente de la situación, especialmente cuándo se trataba de programar certámenes feriales o misiones comerciales. Al final el alcalde, a quien Feijóo no logra doblegar, optó por aportar, a través de la Diputación y el Concello, millones de euros para potenciar Peinador. Se establecieron 16 líneas internacionales y se reforzaron las nacionales. Especial incidencia tuvo Ryanair, lo que hizo que el movimiento de pasajeros se disparara, y la llegada del turismo internacional también. Es también lógico, porque la demanda existía, y lo reclamaba, y bastó con mejorar la oferta para que los aviones alcanzasen un buen nivel de ocupación. En Alvedro no tuvimos a nadie que tomara esa decisión porque al anterior alcalde del PP, que lo intentó, Feijóo se lo impidió, y al gobierno actual no le interesa entrar en confrontación con sus colegas compostelanos, además sus intereses van en otra dirección porque carecen de una visión económica adecuada de la ciudad. Y así van las cosas.
Hay una realidad clara; la demanda aérea está en las dos grandes ciudades. Coruña y Vigo, y cuando las compañías vuelan a esas ciudades obtienen rentabilidad, incluso sin prolongar las subvenciones de incentivo. El éxito de la estrategia de Abel Caballero lo demuestra y lo que pasa en Alvedro también. Es más, como el partido popular siga por ese camino, sus candidatos a la ciudad no podrán justificar como pueden defender los intereses coruñeses cuando deben subordinarse a los designios del presidente de la Xunta y no a los intereses de la ciudad. Lo peor es que al final, los perjudicados somos los habitantes del área de influencia de Alvedro, que no es solo La Coruña, y principalmente las empresas, a pesar de ser las que más aportan al erario autonómico.
Ahora el presidente de la Xunta descansa el futuro de los aeropuertos a la llegada del AVE, porque ya vio cómo su intento centralizador tuvo una respuesta incontrolable para su partido en Vigo. Y en La Coruña pudiera pasar lo mismo. Pero se equivoca otra vez, porque una elevada proporción del principal segmento de demanda aérea en La Coruña seguirá utilizando el avión para sus enlaces.
Esa obstinación por impedir que La Coruña avance, impidiendo las actuaciones estratégicas o intentando desmantelar las instituciones, no es una medida inteligente, y a la larga puede generar efectos contrarios a los esperados. Espero que su nueva vecindad coruñesa le ayude a comprender mejor los intereses de esta ciudad y las aspiraciones legítimas de sus emprendedores. De lo contrario también aquí se puede encontrar con respuestas incontrolables, porque así no se ganan las elecciones para gobernar la ciudad. Ya afirmó en público, ante su nueva candidata, que La Coruña era una ciudad imparable; tal vez sea un síntoma de un cambio de visión. Aunque también puede ser la expresión de un objetivo incumplido.